ETA PREPARABA UNA MASACRE EN ÁLAVA

Una bomba que acabó con la vida del guardia civil contenía más de 100 kilos de explosivos

El guardia civil fallecido era Juan Manuel Piñuel Villalón, natural de Melilla y de 41 años, estaba casado y con un hijo. El resto de los heridos son dos hombres y dos mujeres, todos ellos agentes del instituto armado.

ETA intentó volar este miércoles el cuartel de la Guardia Civil en Legutiano (Álava) con todos sus agentes dentro. Sin previo aviso, hizo estallar en torno a las 3 horas de la madrugada una furgoneta cargada con unos cien kilos de explosivos. La deflagración sepultó al guardia Juan Manuel Piñuel Villalón, de 41 años, que perdió la vida bajo los escombros. Otros cuatro agentes (dos hombres y dos mujeres) resultaron heridos.


La organización terrorista buscaba una masacre. La onda expansiva del potente artefacto, cuyo estallido se oyó a más de tres kilómetros de distancia, destruyó casi la mitad del edificio en el que en esos momentos dormían 29 personas, incluidos cinco niños. Sólo un milagro, aseguran los agentes que sobrevivieron al atentado, evitó que ETA reeditara este miércoles matanzas como las de las casas-cuartel de Vic o Zaragoza.


Las 3 de la madrugada del miércoles sorprendieron a Piñuel Villalón, que a su muerte deja viuda y un huérfano, de guardia en un edificio de vigilancia anexo al cuartel. Destinado apenas hace dos meses en el País Vasco, su cometido era controlar las pantallas que recogían en directo imágenes del perímetro de las instalaciones militares de Legutiano, a quince kilómetros de Vitoria.


Era la única persona despierta a esas horas en el cuartel, el único que pudo ver a través de las cámaras cómo unos desconocidos abandonaban a la carrera una furgoneta Citröen Berlingo de color rojo a escasos metros del cuartel, en el arcén de la carretera N-240 que pasa por delante del edificio. De inmediato llamó a la Central Operativa de Servicios para alertar de la presencia de un vehículo sospechoso aparcado frente al recinto y cuyos ocupantes se habían dado a la fuga en un Peugeot 306.


No tuvo tiempo para nada más. La furgoneta, que transportaba un artefacto cebado con entre 100 y 300 kilos de explosivos, según las primeras estimaciones de los expertos, estalló mientras Piñuel Villalón hablaba al teléfono con sus compañeros y trataba de comprobar si la matrícula del vehículo (5945 FMC) era 'doblada'. La onda expansiva, que arranco postes de luz y árboles de cuajo, alcanzó de lleno a una garita y al edificio de vigilancia, que se convirtió en un amasijo de escombros bajo el que quedó atrapado el guardia civil.


A medio kilómetro


La explosión afectó a quince vehículos aparcados en las inmediaciones e incidió de pleno en la parte central del edificio militar, que se derrumbó sobre el patio. Todas y cada una de las ventanas, puertas y techos de la casa-cuartel saltaron por los aires. La deflagración provocó grietas en muros de carga del tamaño de un puño y un socavón en la calzada de tres metros de diámetro. Fue de tal calibre que los agentes recuperaron restos del coche bomba a casi medio kilómetro de distancia, en las orillas del cercano embalse de Urrunaga. Pedazos el motor fueron encontrados a 200 metros del foco.


La lluvia de cascotes enterró al sargento del acuartelamiento, José Javier Cabrizo, y a dos agentes más (un hombre y una mujer) que dormían en la parte delantera del edificio. La fortuna quiso que la mayoría de los dormitorios estuviesen ubicados a las espaldas del cuartel y que el edificio se encontrara a un kilómetros del pueblo; si no, los daños personales hubieran sido mucho mayores.


Los guardias sepultados lograron liberarse por sus propios medios, pero el sargento no. La 'Ertzaintza' tuvo que movilizar equipos de rescate de alta montaña y unidades caninas para poder socorrer al superviviente y recuperar el cuerpo de Piñuel Villalón. Los efectivos policiales y los bomberos tuvieron que apuntalar primero el edificio para poder trabajar y escarbaron con sus propias manos para llegar hasta las víctimas.


Necesitaron más de dos horas en liberar al sargento Cabrizo y casi tres para poder sacar los restos sin vida del agente fallecido. A las 06:00 horas de la madrugada, los bomberos dieron por concluido el operativo de rescate.

Hemorragia


La guardia civil de 39 años P. O. C. sufrió heridas leves y fue dada de alta horas después de ser trasladada al hospital Txagorritxu de la capital alavesa. A ese mismo centro médico fue llevado el herido más grave, el guardia A. M. G, que quedó ingresado en la Unidad de Cuidados Intensivos. El sargento José Javier Cabrizo Fernández, de 41 años, y la agente E.M.C., de 34 años, fueron ingresados en el Hospital de Santiago, también en Vitoria.


Los cuatro funcionarios fueron visitados por el ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba; el secretario de Estado para la Seguridad, Antonio Camacho; el director general de Policía y Guardia Civil, Francisco Velázquez, y el consejero vasco de Interior, Javier Balza. El equipo de Pérez Rubalcaba, que viajó a Vitoria a las 8:00 horas en un avión militar desde la base de Torrejón de Ardoz, también visitó el cuartel de Legutiano.


Coche abandonado


Cinco horas después del atentado, efectivos de la 'Ertzaintza' encontraron en una pista forestal del cercano puerto de Urkiola, en la frontera entre las provincias de Álava y Vizcaya, el Peugeot 306 que los terroristas habían utilizado en el primer tramo de su huida.


Según fuentes de la lucha antiterrorista, los etarras trataron de quemar el coche para borrar huellas con un sistema incendiario que falló. Los 'ertzainas', tras comprobar que el vehículo no contenía una bomba-trampa, entregaron el Peugeot a la Guardia Civil, que se ha hecho cargo de las investigaciones.


Dado el estado inhabitable en que quedó el cuartel tras el atentado, los 29 guardias y sus familiares que vivían en Legutiano, asistidos en todo momento por cuatro psicólogos, fueron realojados en instalaciones del instituto armado en la vecina Sansomendi. Los técnicos de Interior señalaron que el edificio, de 50 años, sufre daños estructurales y dudan que sea posible rehabilitarlo. 

"Especialmente malvado"


El ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, visitaba el hospital donde se encuentran atendidos los heridos y el lugar de los hechos. En una rueda de prensa calificó de "especialmente malvado" el atentado, porque, ETA ha "pensado en producir una masacre", ya que en la casa cuartel había 29 personas, de ellas cinco niños, alguno un bebé, y una joven de dieciocho años. Por ello, la banda terrorista, en parte, "ha fracasado en su atentado", ya que, pese a haber asesinado a un guardia, no ha logrado esa matanza.


Ha advertido a la banda terrorista que tras el asesinato de Piñuel los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado y la Ertzaintza tienen "un aliciente más para perseguir a los asesinos de Juan Manuel", para que se pueda decir un día, más pronto que tarde, a su mujer e hijo que quienes asesinaron a su marido y padre han sido detenidos, puestos a disposición de la Justicia y probablemente condenados.


Rubalcaba ha reconocido a los periodistas que cuando le han informado del atentado esta madrugada su primera preocupación ha sido saber si había niños en esa casa cuartel y que cuando se lo han confirmado se ha preguntado si "habrá alguien tan mal nacido que justifique" que se pueda colocar una bomba donde duermen unos niños.


Tras manifestar que la respuesta es no, el ministro del Interior ha considerado que con "este horroroso atentado", ETA "ha dado un paso más, si es que le quedaba alguno por dar, para distanciarse de cualquier persona de buena voluntad".


Cuando la familia del agente asesinado llegue a Vitoria se ultimarán los detalles de la capilla ardiente y el funeral.


Rubalcaba ha comparecido después de mantener sendas reuniones con el consejero vasco de Interior, Javier Balza, y con mandos de la Guardia Civil.


El ministro también ha visitado en los hospitales a los heridos en el atentado y la casa cuartel de Legutiano, acompañado del secretario de Estado de Seguridad, Antonio Camacho; el director general de la Policía y de la Guardia Civil, Francisco Javier Velázquez, y el delegado del Gobierno en el País Vasco, Mikel Cabieces.


Según el ministro, los responsables de su departamento y del vasco han acordado reforzar aún más su coordinación en la lucha contra ETA.

'Comando Vizcaya'


Tanto el 'modus operandi', como el hecho de que los terroristas contasen con infraestructura para robar el coche y ocultarlo todo un mes, hacen pensar a los investigadores que el 'comando Vizcaya' es el autor del atentado de Alava. La Ertzaintza identificó entonces a Arkaitz Goikoetxea y Jurden Martitegi como dos de los autores materiales del atentado.


El 24 de agosto de 2007, el 'comando Vizcaya' integrado por Goikoetxea y Martitegi cometió "algún error" que obligó a uno de sus miembros a regresar hasta el lugar donde habían aparcado la furgoneta-bomba un minuto y medio antes, manipular de nuevo el artefacto y huir definitivamente instantes antes de la explosión. En aquel entonces, los guardias encargados de vigilar el perímetro sólo resultaron heridos leves.