GERONA

El homicida de Olot acababa de ser despedido

Pere P. P., el cuádruple homicida de Olot (Gerona), se ha entregado a una patrulla de la Policía Local justo cuando salía de la entidad bancaria donde ha matado a sus dos últimas víctimas aún armado con la escopeta con la que ha perpetrado el crimen múltiple.

La sucursal donde se han producido dos asesinatos.
El homicida de Olot acababa de ser despedido
EFE

Un hombre de 57 años ha matado a tiros al jefe de la empresa de la construcción para la que trabajaba y a su hijo, que estaban en un bar, y luego ha acabado con la vida de dos empleados de una entidad bancaria de Olot (Girona).


Según fuentes sindicales, el asesino acababa de ser despedido de la constructora y se dirigía a la sucursal a cobrar un talón con lo que le debían y no pudo hacerlo. Un concoido del constructor fallecido también ha explicado que el empresario le había comentado que sopesaba despedir al agresor en enero, junto a otros trabajadores, porque no cobraba algunas obras y tenía problemas económicos. Asimismo, un conocido del presunto autor ha asegurado que en la empresa no le estaban pagando el sueldo correspondiente.


El autor de este cuádruple crimen, que se ha acabado entregando a una patrulla de la policía local de Olot, es Pere P.P., un vecino de La Vall d'en Bas (Girona), de nacionalidad española, sin antecedentes penales y aficionado a la caza.


El homicida irrumpió a las 09.10 el bar La Cuina de l'Anna, del núcleo de La Canya, en la Vall de Bianya, cerca de Olot. Sin mediar palabra ha disparado mortalmente a Joan Tubert, dueño de la empresa Construccions Tubert, de la que era trabajador, y a su hijo, Àngel Tubert.


Según las mismas fuentes, el homicida, que es soltero y vive con su padre octogenario, se ha dirigido en coche al bar armado con su escopeta porque sabía que allí estaba desayunando el constructor, de 62 años, al que ha disparado sin mediar palabra un único tiro mortal, a corta distancia. Posteriormente ha disparado también contra su hijo, Àngel Tubert, de 35 años.


El propietario del bar, en el que en aquellos momentos había una decena de clientes -a los que el autor del crimen ha ignorado por completo-, ha explicado que el homicida se ha dirigido directamente hacia donde estaban padre e hijo y les ha abatido desde muy cerca. "Entró, disparó y se fue sin decir absolutamente nada", ha señalado el dueño, Guzmán Sánchez.


Tras salir del bar, el homicida se ha subido a su coche y ha recorrido a toda prisa la poca distancia que separa La Vall de Bianya de Olot, y hacia las 09.21 ha entrado en una oficina de la Caja del Mediterráneo (CAM), donde había tres trabajadores de la entidad bancaria, aunque ningún cliente.


Armado con la escopeta, el acusado ha disparado mortalmente a dos empleados -Anna Pujol, de 56 años, y Rafael Turró, de 46-, que han fallecido casi en el acto, sin que los servicios de emergencia pudieran hacer nada para salvarles la vida. La tercera empleada, que en aquel momento se encontraba en un despacho, resultó ilesa.


Tras salir de la oficina bancaria, el homicida se ha dirigido hacia su vehículo, que estaba aparcado en doble fila, aunque antes de llegar al coche se ha encontrado con una patrulla de la policía local de Olot, por lo que se ha dirigido hacia los agentes, les ha confesado que acababa de matar a cuatro personas y se ha entregado.


El autor del cuádruple crimen iba armado en el momento de entregarse, aunque su escopeta apuntaba hacia el suelo. Sin embargo, uno de los agentes, al ver al hombre armado, ha desenfundado su arma reglamentaria, momento en el que se ha producido un disparo fortuito, que no ha provocado heridos, ya que la bala se ha incrustado en la fachada de una funeraria.


Este cuádruple crimen sitúa a Olot como la capital de la crónica negra en Cataluña, ya que esta pequeña población, tras dejar atrás el histórico secuestro de la farmacéutica Maria Angels Feliu, que estuvo 492 días cautiva a mediados de los noventa, aún está escandalizada tras descubrirse durante las últimas semanas que un celador de un geriátrico local mató al menos a once ancianos, a los que envenenó aprovechándose de su indefensión.