CASO FAISÁN

Un chivatazo y muchas casualidades

El cúmulo de contradicciones deja maltrecha la versión oficial del soplo a los terroristas.

¿Simples coincidencias o indicios de un delito de colaboración con banda armada en el que podrían estar envueltos incluso mandos policiales y responsables políticos? Cada paso en la investigación sobre el chivatazo a ETA se topa con una nueva 'casualidad' que exculpa a esos funcionarios o a los jefes que los dirigían. El cúmulo de fatalidades que, según la versión oficial, se unieron en esos días de mayo de 2006 es ya legión. El juez Pablo Ruz se ha fijado como objetivo desbrozar esas coincidencias

Policías en Irún

La más inexplicable de las casualidades es que el inspector José María Ballesteros, el policía de Vitoria que supuestamente entregó el móvil al dueño del bar Faisán para que presuntamente su superior, el jefe de la Policía de Euskadi Enrique Pamiés, le diera el soplo, estuviera en las inmediaciones del local. Y que estuviera allí por cuestiones totalmente ajenas al chivatazo, según afirma.

Aparecen las imágenes

No deja de ser llamativo que después de casi cinco años el jefe de la investigación, Carlos Germán, haya encontrado en las cintas los fotogramas que apuntan a Ballesteros. Y que el hallazgo se haya producido justo cuando la cúpula de la Policía había empezado a sospechar de Germán.

Destrucción de pruebas

El comisario José Cabanillas ha recuperado la memoria para recordar datos que señalan a Germán. Ante el juez Ruz, Cabanillas aseguró que el inspector incluso le había sugerido destruir las grabaciones hechas en el coche de Elosúa a través de las cuales se descubrió que había habido una delación policial a ETA. Nunca antes Cabanillas había hablado sobre este episodio.

Vacíos estratégicos

Mala suerte sin duda es que la grabación de las cámaras que apuntaban a las puertas del bar Faisán la mañana del 4 de mayo de 2006 tuviera vacíos precisamente en los momentos en que supuestamente alguien entraba en el local para dar el soplo. Carlos Germán argumentó que las cintas de VHS fueron regrabadas y estaban muy maltratadas. La Guardia Civil afirma que alguien apretó el stop. Una fatalidad porque esas imágenes son irrecuperables.

Ocultó el chivatazo

El entonces máximo responsable de la lucha antiterrorista de la Policía, Telesforo Rubio, tardó más de tres días en informar al entonces juez instructor, Fernando Grande-Marlaska, del soplo. Pero, según él, no fue intencionado. Simplemente pensó que una delación desde la Policía a ETA no era un tema especialmente urgente para comentarlo al juez.

Rubalcaba no sabía

Especialmente suerte en este asunto han tenido, según su propia versión, Alfredo Pérez Rubalcaba y su número dos, Antonio Camacho. El vicepresidente ha asegurado que ninguno de sus subordinados le comunicó a él o al secretario de Estado de Seguridad en tiempo real la inminente operación. Tampoco, según la versión gubernamental, el director de la Policía ni los mandos de la lucha antiterrorista avisaron al ministro de que se había producido un soplo hasta 72 horas después.

Camacho y las llamadas

La casualidad también hizo que, después de años de investigación, apareciera el número del móvil de Camacho en un apéndice olvidado de los atestados, que solo encontraron los abogados de Dignidad y Justicia. El secretario de Estado había llamado en fechas clave al director de la Policía, Víctor García Hidalgo, hoy principal imputado del caso. No obstante, Camacho tuvo la fortuna de que el juez Pablo Ruz descartara su vinculación al soplo en cuestión de horas y se apresurara a hacerlo público, a pesar de la lentitud -debido a la cautela- con que el instructor se mueve en este sumario.

Destitución de Hidalgo

Alfredo Pérez Rubalcaba cesó de manera fulminante a García Hidalgo, hombre de confianza de los socialistas vascos en Interior, el 8 de septiembre de 2006. Casi al mismo tiempo, el juez Baltasar Garzón abría una investigación sobre el soplo que ponía en su punto de mira al entonces máximo responsable de la Policía.

El «amigo» Baltasar

Al poco tiempo de que Garzón abriera la investigación, el jefe superior de Policía del País Vasco, ya sospechoso y con el móvil pinchado, tuvo una conversación con el responsable de la Unidad Central de Apoyo Operativo en la que este le tranquilizó: «No te preocupes, Baltasar es amigo». Garzón, con la ayuda de la Fiscalía, mantuvo anestesiada la investigación.

La marcha convocada ayer en Bilbao bajo el lema 'Bakerantz. Legalizazioa' (Hacia la paz. Legalización) contó con la participación de varias decenas de miles de personas y finalizó con un comunicado en el que se hizo una advertencia al Gobierno y a la Justicia de que «no se aceptará un no por respuesta» ni «cuarentenas» a la petición de legalización de Sortu. La manifestación contó con la presencia de miembros del PNV, EA, Aralar, EB-Berdeak, Alternatiba, ERC y la izquierda abertzale. Europa Press