DEFENSA

Sáiz remueve el CNI a la caza de traidores

El Centro Nacional de Inteligencia (CNI) busca desde hace semanas, y sin ningún éxito, a los responsables de las filtraciones que han conseguido poner en cuestión la capacidad de su director, Alberto Sáiz, para mandar en los servicios secretos y lo han obligado a acudir al Congreso de los Diputados a dar explicaciones sobre sus actividades, tanto privadas como derivadas del cargo.


Esas fugas de información, cuyo origen son incapaces de averiguar los jefes de La Casa, han arruinado el halo de discreción que debe rodear a la principal agencia española de espionaje, hoy blanco de críticas, descrédito y hasta guasa públicas. Tanto es así que el Ministerio de Defensa ya ha decidido que, a medio plazo, el actual jefe de los espías deberá dejar el cargo.


La publicación por 'El Mundo' de graves acusaciones por supuestas irregularidades atribuidas al director del CNI, como haber utilizado fondos públicos para fines privados, y la difusión incluso de fotografías de una jornada de pesca celebrada en julio de 2008 en Senegal, en la que el jefe del espionaje aparece retratado junto a varios subordinados con un gigantesco pez espada, han desatado una caza de brujas en sus dominios. En este momento, admiten fuentes del centro próximas a Sáiz, los espías españoles se vigilan unos a otros a la caza de traidores. Una situación que los expertos consideran insostenible, pues la confianza en el compañero está en la base del trabajo de todo agente secreto.


Las fuentes citadas explican que, a raíz de este escándalo, el área de seguridad interna ha empezado a investigar para desenmascarar a los culpables. Pero, detallan, no se ha abierto un expediente según los protocolos establecidos para estos casos, que son muy puntillosos en cuanto a los detalles sobre cómo hay que tratar a los desleales de casa. El motivo es que la actual cúpula del CNI no tiene la más remota idea de quiénes son sus enemigos interiores. Como mucho, «intuyen el departamento» del que han podido salir las filtraciones por lo compartimentada que está la información en su sede.

Por otro lado, los fieles a Sáiz destacan la dificultad que entraña identificar a agentes que han sido entrenados para pasar desapercibidos, que conocen bien el alcance y los riesgos que conlleva una actuación tan dañina para el CNI y que, por tanto, «habrán tomado muchas precauciones». La cúpula del centro da por hecho que el traidor o traidores no han actuado solos, sino apoyados por «familiares o amigos» de fuera a los que habrían encargado filtrar en última instancia la información y las fotos.


Eso convierte también a los allegados de cualquier sospechoso en potencial objetivo de vigilancias.

El polígrafo


Las pesquisas dentro de La Casa se han limitado hasta ahora a observar los movimientos del personal de conducta dudosa, en ocasiones a interrogatorios de agentes por los jefes de área y, en casos muy concretos, al sometimiento a la prueba del polígrafo de los investigados. Fuentes del centro reconocen que el CNI cuenta desde 2004 con una 'máquina de la verdad'. No obstante, subrayan que ningún agente está obligado a realizar el test, que es voluntario.


En la última sesión de control al Gobierno, la ministra de Defensa, Carme Chacón, anunció una investigación secreta de su departamento en torno a las actividades del jefe del CNI, iniciativa que muchos interpretan como una falta de respaldo. José Luis Rodríguez Zapatero lanzó otro mensaje de significado dudoso el martes pasado desde Nigeria, cuando afirmó que Sáiz tiene su apoyo «mientras esté en el cargo».


Este viernes, la vicepresidenta primera Teresa Fernández de La Vega dio una lección de político desapego: "el Gobierno siempre decide y decidió con criterios de eficiencia y voluntad de servicio público a la persona más conveniente para un puesto, y compatible con lo anterior es que no es bueno que el trabajo y el papel de los servicios secretos se esté cuestionando de forma continuada".


Fuentes militares del Ministerio de Defensa consideran que, pase lo que pase con la investigación interna en marcha, la imagen del servicio secreto ha resultado demasiado perjudicada como para no cesar a Sáiz. No obstante, recalcan que su marcha en presidir el funcionamiento de toda agencia de inteligencia. La fortaleza de un servicio secreto, recuerdan, se basa en la mutua confianza y en la lealtad de sus miembros.