EX DIRECTOR GENERAL DE LA GUARDIA CIVIL

Luis Roldán: "González me sorprendió"

El ex director general de la Guardia Civil, Luis Roldán, y el general Enrique Rodríguez Galindo prefieren la tranquilidad de vivir como jubilados en Zaragoza que hacer ruido. Pasados sus años de protagonismo en la lucha contra ETA, cada uno en su lugar, y sus etapas duras en prisión, sus nombres vuelven a salir a la palestra mencionados por el expresidente del Gobierno Felipe González, en una entrevista en 'El País' sobre sus secretos en la lucha antiterrorista.

Luis Roldán, ex director general de la Guardia Civil, en Zaragoza.
Luis Roldán: "González me sorprendió"
E.CASAS

El ex director general de la Guardia Civil, Luis Roldán, y el general Enrique Rodríguez Galindo prefieren la tranquilidad de vivir como jubilados en Zaragoza que hacer ruido. Pasados sus años de protagonismo en la lucha contra ETA, cada uno en su lugar, y sus etapas duras en prisión, sus nombres vuelven a salir a la palestra mencionados por el expresidente del Gobierno Felipe González, en una entrevista en 'El País' sobre sus secretos en la lucha antiterrorista.

De Enrique Rodríguez Galindo callar ha sido siempre una máxima que nunca ha quebrado. Ni siquiera presentó en público su libro 'Mi vida contra ETA' (Planeta) en 2006 como su testamento. Pero en Roldán no es una costumbre el silencio. Será la edad (Galindo tiene 71 años y Roldán, 67, uno menos que Felipe González) o los achaques que sufren: el general pasó un infarto de corazón y lleva tres 'by-pass' que le han colocado en una clínica zaragozana, en tanto que el exdirector general pasó sus depresiones en prisión y ataques de ansiedad, que lo llevan al médico.

Luis Roldán considera que ya es "como una momia" para hacer declaraciones de la etapa de los GAL (entre mediados de los años 80 y principios de los 90) porque "la gente joven no tiene ni idea quiénes somos nosotros y los mayores están envenenados".

A pesar de adoptar esta postura en su retirada vital, Luis Roldán reconoce que se quedó "sorprendido" por las declaraciones de Felipe González, en las que asumió "tantos años después" extremos que él mismo denunció en los procesos abiertos.

La visita a la Moncloa

El ex presidente del Gobierno explicó que no conocía a Roldán, ni conversó ni se reunió ni tenía trato con él, pero eso no le llevó a anular sus imágenes en Televisión Española, como denunció Miguel Ángel Rodríguez. Aunque asume que no tenían relación alguna con el jefe del Ejecutivo socialista, que llegó a pensar nombrarlo ministro de Interior, Roldán precisa que estuvo invitado en la Moncloa como gesto de felicitación cuando cayó la cúpula de ETA en Bidart el 29 de marzo de 1992. Esta batalla sirvió para evitar la campaña terrorista que iba a estropear los Juegos Olímpicos de Barcelona y la Expo Universal de Sevilla.

Ese día feliz para la lucha antiterrorista lo celebró Felipe González con una recepción a los responsables del Interior. Allí acudieron con Roldán el general Enrique Rodríguez Galindo (entonces coronel y jefe del cuartel de Intxaurrondo), el secretario de Estado de Seguridad, Rafael Vera, y el ministro de Interior, José Barrionuevo. "Es verdad que el que más habló ese día fue Rafael Vera", agrega el exdirector general de la Guardia Civil, que acompañó la víspera de la operación a Galindo en el cuartel de Intxaurrondo.

"Pero con la que se está montando con el GAL, prefiero no hacer declaraciones ni entrevistas. Ya declaré hace años lo que debía, creo que fue en el juicio sobre el caso Lasa-Zabala", señala por teléfono. Roldán declaró que Interior entregaba cantidades a los guardias civiles Bayo y Dorado para acallarlos sobre la muerte de los dos etarras, cuando estaban suspendidos de empleo y sueldo antes de celebrar el juicio.

La polvareda que se ha montado con las declaraciones de González, que condujo al PP a acusarlo como la X del GAL, no ha animado a Roldán a echar más madera al fuego. A pesar de haber amenazado muchas veces con tirar de la manta sobre el Gobierno socialista, los años pasados en la prisión de Brieva (Ávila) y de Torrero, en Zaragoza, lo han templado.

"Nadie se acuerda que antes del GAL existió el Batallón Vasco Español y el comisario Manuel Ballesteros. El más lúcido para todo esto fue Fraga porque dijo que de estas cosas es mejor no hablar", apostilla Luis Roldán. El político zaragozano pretende afrontar con tranquilidad sus años de jubilado con su pareja, una mujer rusa, con quien pasó este verano sus primeras vacaciones tras quedar en libertad después de diez años en prisión (fue condenado a 31).

Infarto de corazón

En el entorno de Rodríguez Galindo, el azote de ETA que acabó condenado a 75 años por el caso Lasa-Zabala, valoran haber pasado demasiados malos ratos como para hablar en público. No solo fueron los años de cárcel que pasó en la prisión de Ocaña, sino la muerte de su hijo mayor Enrique en Zaragoza a consecuencia de un infarto de corazón. Es la misma dolencia que sufrió el general y de la que fue operado en 2004 por el doctor Castilla en la clínica Montpellier.

El expresidente del Gobierno Felipe González salió en su defensa de una manera rotunda respecto de los asesinatos de Lasa y Zabala. "Galindo ni participó ni dio la orden. Las pruebas negativas no existen, pero estoy seguro que de que Galindo no fue responsable de aquello", sostuvo González con bastante firmeza.

González y Galindo coincidieron en la Moncloa en abril de 1992 como consecuencia de la caída de Bidart, pero cuando mantuvieron una extensa conversación para conocerse fue después de ser cesado de su responsabilidad de general por el procesamiento.

Galindo fue ascendido a general en 1995 y el ministro de Justicia e Interior, Juan Alberto Belloch, (hoy alcalde de Zaragoza) le impuso el fajín. El apoyo del expresidente del Gobierno que hizo público el pasado domingo no es el único que ha recibido por parte de la clase política.

La condena a Galindo fue recurrida en el Constitucional y se confirmó con un resultado de siete a cinco. El Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo acaba de corroborar la sentencia. Las cien mil firmas presentadas por su esposa para un indulto no sirvieron ante la Justicia. Hoy solo quiere paz, como casi todos, y pasear por las calles de Zaragoza.