TRAMA DE CORRUPCIÓN

Rajoy impone a Camps el cese de Costa por el caso Gürtel

Ricardo Costa
Rajoy impone a Camps el cese de Costa por el caso Gürtel
EFE

El presidente del PP, Mariano Rajoy, impuso su autoridad al presidente de la Comunidad Valenciana, Francisco Camps, y logró que sacrificara a su número dos, Ricardo Costa. El secretario general de los populares valencianos perdió el pulso que echó a la dirección durante casi todo el día negándose a dimitir. A primera hora de la noche, tras numerosas presiones al barón territorial valenciano, éste anunció en un comunicado oficial que el próximo martes Costa será destituido por el comité ejecutivo regional que planteará su "cese temporal". "En ningún momento se pone en entredicho - dice la nota- ni la capacidad ni la trayectoria política desempeñada por Ricardo Costa durante este tiempo al frente del PPCV, ni la confianza depositada en su persona que es total por parte del partido".


El secretario general de los populares valencianos puso patas arriba al PP durante todo el viernes al negarse a poner su cargo a disposición del presidente Francisco Camps. La recalcitrante resistencia del dirigente a presentar la dimisión rompió todos los pronósticos de la dirección nacional del partido que esperaba la decisión a las cuatro de la tarde como respuesta de Camps a las exigencias de Mariano Rajoy ante el 'caso Gürtel'.


Las presiones para precipitar la renuncia de Costa arreciaron en plena fiesta autonómica cuando todas las autoridades valencianas asistieron a la solemne celebración del Día de la Comunidad, pero el aludido se resistió como gato panza arriba y se negó a ser "el chivo expiatorio" del 'caso Gürtel'. Así se lo dijo a todo el mundo al término del acto oficial, incluidos los medios de comunicación ante los que explicó sin ningún titubeo que había mantenido numerosas conversaciones con su presidente en las últimas horas pero negó que le hubiera exigido el cargo sino que siempre le había expresado "su confianza en mi persona y mi gestión". Tampoco se dio por aludido ante las exigencias de Rajoy del que señaló que "tiene mi lealtad, apoyo y respeto porque creo que en este caso está actuando con justicia y corrección".


Ni por activa ni por pasiva lograron convencerle y el secretario general propuso su destitución por parte de los órganos del partido ya que no estaba dispuesto a renunciar voluntariamente "por una cuestión de principios". "Si quieren, que me cesen, que convoquen un comité ejecutivo y expliquen muy bien los motivos por los que me tengo que ir porque yo no lo entiendo", reclamó. Recordó la lealtad con la que siempre ha servido a Camps cumpliendo a raja tabla todas sus órdenes, como demostró cuando tuvo que enfrentarse a su hermano Juan al llevarle los avales a Rajoy para el congreso nacional de 2008. Alegó que ha justificado con facturas y otras pruebas la compra del famoso coche de lujo marca Infiniti que, presuntamente, se lo habrían conseguido los miembros de la trama corrupta, según se refleja en sus conversaciones interceptadas por la policía.


Señaló que las sospechas de regalos de trajes fueron archivadas por el tribunal valenciano y que, en este momento, no hay ninguna actuación judicial contra él.


Mientras Costa aguantaba las presiones, en distintos medios del partido daban por descontada su caída y la presentaban como hechos consumados. El vicepresidente Juan Cotino dijo a primera hora de la mañana que el PP valenciano debía reflexionar y tomar medidas, concluida la celebración autonómica. Inmediatamente después, el vicesecretario de Comunicación y diputado valenciano, Esteban González Pons, urgió soluciones porque "ha llegado el momento de tomar decisiones o tomar decisiones" y puso un plazo concreto al adelantar que "la fiesta se termina a las cuatro de la tarde". Esa era la hora en la que el PP confiaba que el presidente forzara el cese de Costa. Pero no fue así.


Camps convocó el comité ejecutivo para el martes sin orden del día previsto, con la única intención de abrir una reflexión sobre la situación del partido. Pero las redobladas exigencias de la dirección nacional, así como numerosas llamadas y reclamaciones que le formularon distintos dirigentes de la organización a lo largo de toda la tarde, obligaron al presidente valenciano a confirmar que su mano derecha será destituido en la reunión del órgano de dirección dentro de 72 horas.


Ricardo Costa intentó cerrar el paso a toda solución al anunciar que se iba de vacaciones. Sin inmutarse por la marea levantada en su contra, comunicó al presidente que se marchaba hasta el martes "sin teléfono", con intención de cubrir una etapa más del Camino de Santiago en compañía de su familia. Más tarde, se conoció la convocatoria para la reunión del comité ejecutivo, el próximo martes, donde todo indica que Costa defenderá su posición y exigirá argumentos que justifiquen su cese.

En el punto de mira

Cuando se conoció el informe policial que apunta a una financiación ilegal del PP valenciano, el 25 del mes pasado, todas las miradas se fijaron en Costa porque las conversaciones telefónicas interceptadas demostraban que era quien gestionaba las operaciones con Orange Market y las cuentas del partido. La estrecha relación del secretario general con Álvaro Pérez se pone de manifiesto con mayor crudeza cuando el Tribunal Superior de Justicia de Madrid levanta, el pasado martes, el secreto del sumario del tronco central de la causa y se conocen grabaciones en las que, supuestamente, Costa pedía a Pérez que intercediera por él ante Camps para que lo incluyera en el Gobierno. Además, se deduce que miembros de la trama corrupta interceden para que el político popular adquiera un coche de lujo marca Infiniti y se sabe que recibió un reloj que le regaló el alcalde de Alicante valorado en 20.000 euros.


La secretaria general del PP, Dolores de Cospedal, criticó los regalos y los consideró "poco ejemplarizantes", al tiempo que se mostró partidaria de tomar medidas aunque no existan responsabilidades penales en algunos hechos conocidos tras el levantamiento del secreto del sumario. Llovía sobre mojado porque tanto Cospedal como Rajoy habían reclamado soluciones a Camps no sólo en público sino también en sus numerosas conversaciones y reuniones privadas. Pero la dirección nacional siempre presentó sus exigencias como un encargo al presidente valenciano para que actuase según creyera conveniente. En todo caso, en la sede central se esperaban dimisiones.


El joven político de Castellón resistió durante dos semanas a medida que subía la temperatura del escándalo y sólo contó con la defensa de su hermano Juan que, en esta ocasión, le dio una lección a su hermano menor al salir en su defensa. Como Ricardo, Juan pidió transparencia y explicaciones al partido antes de exigir responsabilidades a su hermano y rechazó que pueda ser tomado como chivo expiatorio.


Hasta el ex presidente de la Comunidad Valenciana y acérrimo adversario de Francisco Camps, el ex ministro Eduardo Zaplana, pidió que "se depuren responsabilidades". Zaplana, que asistió a la celebración institucional, señaló que "al margen de discrepancias, deseo fervientemente que mi partido actúe como siempre ha hecho para que sus militantes puedan seguir sintiéndose orgullosos de contar con un partido como éste".