¿TE ACUERDAS DE...?

Protestas, plantes y un golpe de Estado en las 9 investiduras de la democracia

Protestas, abucheos, plantes de grupos parlamentarios, expulsión de diputados, son algunas de las escenas que se han vivido en las nueve sesiones de investidura de la democracia, pero sólo una de ellas dio la vuelta al mundo: el golpe de Estado del 23 de febrero de 1981.


Este acto parlamentario al que volverá a someterse esta semana José Luis Rodríguez Zapatero, ha pasado a la historia por la intentona golpista del teniente coronel Antonio Tejero Molina, que interrumpió ese día la segunda votación del Congreso para elegir presidente del Gobierno a Leopoldo Calvo-Sotelo, quien no había obtenido la mayoría necesaria en la primera vuelta.


A las 18:23 minutos, Tejero irrumpía al frente de 200 guardias civiles en el hemiciclo, al grito de "¡Todo el mundo al suelo!". Mantuvo secuestrado durante 18 horas al Gobierno y a los diputados hasta que se entregó a las 12:27 minutos del día siguiente. El golpe había fracasado.


Dos días después, Calvo-Sotelo obtuvo la mayoría necesaria en el Congreso y quedó proclamado presidente del Gobierno, en la que sería la segunda sesión de investidura de la democracia.


La primera tuvo lugar el 30 de marzo de 1979. Adolfo Suárez se sometió a la votación del Congreso tras aguantar en silencio y en su escaño el pateo y los abucheos que, durante media hora, sus señorías dirigieron al presidente de la Cámara, Landelino Lavilla.


La protesta, que escenificaron pidiendo sucesivamente la palabra Felipe González, Santiago Carrillo, y Manuel Fraga, se debía a la decisión de la Presidencia del Congreso -que había fijado las normas para la sesión de investidura ya que la votación no estaba regulada en el reglamento provisional de la Cámara-, de no proceder a debatir el discurso del candidato a presidente del Gobierno.


Lavilla desoyó las protestas y decidió proseguir con la sesión con una frase -"Solventada la cuestión..."- que provocó sonoras carcajadas y un nuevo pateo de la izquierda. Suárez leyó su discurso y obtuvo el respaldo del Congreso, que le convirtió en el primer presidente de la democracia. Marcó además los tiempos que, uno tras otro, han seguido el resto de presidentes: una hora larga de discurso en el que, al igual también que sus sucesores, no faltó un llamamiento al consenso.

 

Del frenesí, al aburrimiento


El tercer presidente del Gobierno, Felipe González, protagonizó una de las sesiones de investidura más aburridas de la democracia en la primera de las cuatro ocasiones en las que pasó por este proceso.


Fue el 30 de noviembre de 1982 y lo más anecdótico de ese día fue que el presidente del Congreso, Gregorio Peces-Barba, decidió sustituir la tradicional campanilla para avisar a sus señorías por la maza anglosajona que aún hoy sirve para llamar su atención. Los protagonistas de su segunda investidura, celebrada el 22 de julio de 1986, fueron los 7 diputados de IU que, encabezados por el coordinador general de la coalición, Gerardo Iglesias, abandonaron airados el hemiciclo en protesta por la negativa de la Mesa del Congreso a concederles un grupo parlamentario por no disponer del preceptivo cinco por ciento de los votos.


Antes de hacerlo, Iglesias protestó a través de unos micrófonos que el presidente del Congreso había ordenado apagar, por lo que los periodistas sólo pudieron intuir por sus gestos lo que ocurría y que, más tarde, explicaron los diputados en los pasillos.


Tres años después, el asesinato en un hotel de Madrid del diputado electo de HB, Josu Muguruza, cometido la víspera de la sesión constitutiva de las Cortes, marcó la tercera investidura de González.

El presidente del Congreso, Félix Pons, decidió expulsar del hemiciclo a los tres diputados electos de HB -Jon Idígoras, Itziar Aizpurúa, y Ángel Alcalde- que acababan de acatar la Constitución "por imperativo legal".

La presencia de los miembros de HB provocó un amplio despliegue policial en el Congreso, en el que no pudieron estar ese día 17 diputados de Murcia y Pontevedra, al haberse anulado las elecciones en esas dos circunscripciones.


El 8 de julio de 1993, en la última investidura de González como presidente del Gobierno, el candidato socialista y el entonces jefe de la oposición, José María Aznar, se acusaron mutuamente en el debate de impedir el acceso de IU a la Mesa del Congreso. "Ustedes no han tenido ninguna voluntad de que haya más pluralidad en la Mesa", señaló Felipe González. De eso han pasado doce años pero...¿verdad que les suena?ç


Trece años al frente del Ejecutivo marcan. Tanto, que en la primera sesión de investidura de Aznar, el 3 de mayo de 1996, González se creyó en algunos momentos de su réplica que seguía siendo el presidente. "Perdonen, todavía me cuesta un poco cambiar el chip", explicó.


Un apretón de manos entre Aznar y González marcó el final de la sesión. Un gesto que Aznar repitió cuatro años después en la primera investidura de Zapatero, en la que Mariano Rajoy se estrenó como líder de la oposición.