TERRORISMO

"Pasé tres días encapuchado en un maletero"

El dueño de la furgoneta robada por ETA para el atentado de la T-4 de 2006 narra al tribunal su dramático secuestro.

De izda. a dcha., Portu, Sarasola y San Sebastián.
"Pasé tres días encapuchado en un maletero"
SERGIO BARRENECHEA/EFE

Lo que se presuponía un fin de año idílico entre nieve y montaña en los Alpes acabó en la peor de las pesadillas. El joven guipuzcoano Iker Lascurain, víctima colateral del atentado de la T-4 de Barajas, en el que fallecieron dos ciudadanos ecuatorianos y que puso fin a la tregua de ETA, narró al tribunal que juzga desde ayer a los tres presuntos asesinos, Igor Portu, Martin Sarasola y Mikel San Sebastián, el robo de su furgoneta y el dramático secuestro que sufrió.

Con frialdad, Lascurain rememoró "los tres días y tres noches" que los etarras le hicieron pasar en el maletero de un turismo, "encapuchado y completamente aterrado", mientras otros miembros de ETA cargaban su furgoneta con más de 500 kilos de explosivos. El vehículo cruzó los Pirineos en dirección a Navarra, donde se hicieron cargo del mismo los acusados, que pusieron rumbo al flamante aparcamiento de la nueva terminal de Barajas.

Todo esto sucedía mientras el joven de la localidad guipuzcoana de Oñate ni veía ni escuchaba, metido en un maletero, con los pies y la cabeza fuera y con tres pistoleros merodeando, "nerviosos", a la espera de la hora H.

Todo había comenzado a las 21.00 del 27 de diciembre de 2006, en el estacionamiento de la estación de esquí de Luz Ardiden, a los pies de los Alpes. Lascurain había llegado allí dos horas antes. Estaba cenando en el interior de la furgoneta, una Renault Traffic granate, cuando tres etarras vestidos de negro y encapuchados abrieron la puerta y lo abordaron. "Me apuntaron con una pistola a la cabeza, me pusieron de espaldas y me esposaron. 'Somos de ETA, no la cagues y no te pasará nada", dijeron.

Diez minutos después le bajaron del vehículo y le introdujeron en el turismo en el que pasó las tres noches que estuvo cautivo. En ese tiempo, el único 'gesto humano' de los captores fue cuando preguntaron a su rehén si alguien le iba a echar de menos. Le dejaron mandar un mensaje de móvil para tranquilizar a sus familiares y le aseguraron que la noche del 31 de diciembre iba a estar libre. "No sabía si era de día o de noche, solo sé que estuvimos un tiempo en una cabaña y nada más. Ellos no hablaban. Se comunicaban silbando".

El infierno acabó a las 9.40 del 30 de diciembre, cuando la furgoneta ya había volado la T4. "Los secuestradores se pusieron nerviosos tras escuchar la noticia en la radio y dijeron que todo había acabado", recordó. Los captores huyeron y a las 11.00 el joven se quitó la capucha y escapó.

Por los asesinatos de Carlos Alonso Palate y Diego Armando Estacio y la tentativa de otros 41, el fiscal reclama al tribunal, presidido por el magistrado Alfonso Guevara, 900 años de cárcel a los acusados, quienes tacharon a la Audiencia Nacional de órgano "fascista y torturador" y se negaron a declarar. Hoy declararán allegados de Palate y Estacio.