DEFENSA

"Nuestras Fuerzas Armadas: el valor de servir"

Hoy es un día señalado para Zaragoza y para Aragón, como lo es para toda España. La celebración del Día de las Fuerzas Armadas viene a sumarse a dos acontecimientos que tienen a la ciudad como protagonista: la conmemoración del segundo centenario de la Guerra de la Independencia y el gran reto de la Exposición Internacional. Pasado y futuro, la afirmación de unos principios y la determinación de avanzar por el camino del progreso y la modernidad, son rasgos que vinculan a estas dos citas y que definen a la perfección el espíritu que preside este Día de las Fuerzas Armadas.


No me va a ser posible compartir esta jornada de fiesta con los zaragozanos, pero quisiera que ellos, y todos los españoles, fueran conscientes de que tras el brillante espectáculo de los uniformes y los ingenios, más allá de la meticulosa sincronización del desfile y de la estela de los aviones, se alza la profesionalidad, el espíritu de superación y la voluntad de servicio. Y, sobre todo, late un gran colectivo humano que en cada momento hace bueno el lema que hemos elegido para esta celebración: «El valor de servir».


Quisiera que los ciudadanos fueran conscientes del extraordinario esfuerzo que nuestras Fuerzas Armadas han realizado a lo largo de las últimas décadas por adaptarse a los constantes cambios que nuestra sociedad ha vivido en todos los órdenes; que conocieran el alto grado de preparación de nuestros militares, la calidad de su formación o la excelente imagen que les distingue en todo el mundo.


Las Fuerzas Armadas españolas han experimentado en pocos años un proceso de transformación muy profundo, que no tiene parangón con ningún ámbito de la sociedad española, pero es preciso asumir nuevos retos. Retos que hace apenas dos meses esbocé en mi toma de posesión.


En primer lugar, es necesario profundizar en el proceso de su modernización. Una modernización que ha de alcanzar a todos los órdenes: a las estructuras y los procedimientos, a los materiales y los sistemas de armas, y, por supuesto, a la formación de los profesionales. El bien más valioso con que cuentan nuestras Fuerzas Armadas son sus hombres y sus mujeres. Garantizar la calidad de su preparación y mejorar las condiciones en las que prestan servicio son objetivos inexcusables para el Ministerio de Defensa. En la anterior legislatura se crearon instrumentos, como la Ley de Tropa y Marinería y la Ley de Carrera Militar, que es preciso desarrollar en esta con la mirada puesta en el futuro.


En apenas veinte años, las Fuerzas Armadas españolas han logrado un enorme prestigio como garantes de la paz, la seguridad y el respeto a la ley en lugares devastados por la guerra. He podido constatar personalmente el compromiso con los derechos y las libertades de otros, la humanidad con que nuestros militares cumplen misiones en circunstancias bien difíciles a veces. El segundo gran objetivo que asumí al llegar al Ministerio de Defensa fue el de afianzar esta dimensión internacional, como esta misma semana acabamos de hacer al enviar un contingente al Chad. Decisión, y es necesario recordarlo, que fue avalada por el Parlamento prácticamente por unanimidad.


La búsqueda del consenso, social y político, es precisamente el tercero de los grandes compromisos que asumí en mi toma de posesión. Acuerdo político, por supuesto, como el que siempre debe acompañar a los asuntos de Estado, y como el que se ha venido manteniendo en torno a los grandes ejes de la Defensa a lo largo de nuestra democracia. Pero también, y de manera muy especial, acuerdo social, el que se deriva de la plena identificación entre las Fuerzas Armadas y los ciudadanos a los que sirven.


Cada vez que un soldado español pone en riesgo su vida dentro de nuestro país o en cualquier lugar del mundo debe saber que está ahí no por el capricho de sus superiores sino por la decisión democrática de sus compatriotas y con el respaldo de todos los españoles. Por eso el doble consenso, parlamentario y social, resulta vital en la política de Defensa.


Es mucho lo que ha crecido el prestigio de los Ejércitos españoles entre los ciudadanos a lo largo de los últimos años, gracias en buena medida a las misiones que han asumido con abnegación y brillantez en el exterior pero también a sus nuevos cometidos internos en la preservación de la seguridad colectiva frente a catástrofes naturales.


Es el momento de ascender un nuevo peldaño en la identificación entre la sociedad española y sus Fuerzas Armadas. A la par que nuestros Ejércitos profundizan en su ya alta preparación técnica, al tiempo que progresan en su modernización, a la vez que se impregnan más y más de los valores democráticos que inspiran a la sociedad española, es preciso alcanzar el pleno reconocimiento por todas sus misiones, también aquellas, acaso menos espectaculares pero igualmente abnegadas, que componen su quehacer cotidiano.


Hoy, 1.700 hombres y mujeres de los tres Ejércitos y de la Guardia Civil desfilarán por las calles de Zaragoza. Lo harán en representación de un colectivo integrado por más de 180.000 personas, comprometidas con la defensa de España desde los más diversos puestos.


Desde las aceras, miles de aragoneses les trasladarán su apoyo y su afecto. También ellos representan a un colectivo mucho mayor, el formado por 44 millones de españoles.


Y, por encima de todo, el día de hoy nos ofrece a unos y otros, a los presentes en Zaragoza y a quienes les acompañamos desde la distancia, una hermosa oportunidad para rendir un homenaje a aquellos hombres y mujeres que expusieron y entregaron su vida por algo aún más valioso que su propia vida: la libertad, la paz y la seguridad de otros seres humanos. Lo hicieron en cumplimiento de una misión que les confiaron los españoles y en nombre de España. Son mujeres y hombres que llevaron hasta el límite el espíritu de nuestras Fuerzas Armadas, un espíritu que se plasma justamente en el lema que preside los programas de este año: «El valor de servir».