PARTIDOS-PP

Los diputados del grupo popular cuestionan la oposición de Rajoy

La dirección del partido defiende el éxito de la actual estrategia y contraataca con un argumentario que asegura la buena marcha de las encuestas sobre intención de voto.

El tedio paraliza a los parlamentarios del PP y a una parte del partido que lidera Mariano Rajoy. Es lo que denuncian quienes echan de menos una oposición más activa y frontal, pero se declaran aburridos y preocupados por la atonía que aprecian en su línea política. La dirección replica que las encuestas sobre intención de voto demuestran los buenos resultados de las decisiones del nuevo equipo y aseguran que la pérdida de apoyos del PSOE dará el triunfo al PP si consigue retener a todos sus electores sin provocar el rechazo y, por lo tanto, la movilización del adversario. Además, los afines a Rajoy identifican a los quejosos con la línea que representa Esperanza Aguirre y los tics del antiguo 'aznarismo', que siempre estaba en constante movilización interna y participación en debates más radicales.


Pero los parlamentarios acusan el desánimo ante la parálisis que atribuyen a su opción política. «Es el peor momento para el PSOE, sufre el desgaste de la crisis y un retroceso electoral importante pero ni aún así nosotros despegamos, no convencemos ni atraemos a nadie y a nuestra gente le falta ilusión». Éste es un análisis muy difundido en distintos ámbitos del partido opositor que se refleja, con especial crudeza, en el Parlamento. «Es el estilo de Mariano: esperar a que el adversario se equivoque poniéndose de perfil», explican los diputados que se inquietan ante la atonía del debate político.


«Acebes y Zaplana eran el problema -dice otro de los descontentos- pero ahora ya no están y seguimos sin atraer a la gente». «En otros tiempos, estaríamos llamando a todos los altos cargos al Parlamento y atacando por distintos flancos pero ahora se nos pide un tono bajo porque la estrategia es ir sólo a la cabeza», se queja un diputado integrado en el equipo económico. Como él, otros han propuesto distintas actuaciones, preguntas y comparecencias al portavoz económico, Cristóbal Montoro, pero el ex ministro ha diseñado una oposición a la medida de su jefe de filas.


Se trata de no salirse de la ortodoxia económica, sin hacer concesiones al populismo y atacar sólo al vicepresidente Pedro Solbes.


En contraste con los despliegues parlamentarios de otros tiempos -cuando se contaban por miles las propuestas presupuestarias de Rodrigo Rato-, el PP sólo planteará un reducido número de enmiendas de carácter general y sin concesiones a las reivindicaciones territoriales concretas.


Son, sobre todo, los más jóvenes quienes se preguntan dónde está la clave y el motivo por el que no consiguen conectar con la opinión pública a pesar de haber cambiado el tono de su oposición y abandonado el radicalismo de la pasada legislatura.


Las tripas del CIS


Para disponer de la respuesta a esta pregunta, el PP ha encargado a la Fundación para el Análisis y los Estudios Sociales (FAES) que estudie los datos internos de la última encuesta postelectoral del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS). Su objetivo es conocer las características y comportamiento del cuerpo electoral en las votaciones de marzo, así como el perfil de su votante potencial. «Tenemos que ver las tripas del CIS para saber qué está pasando y por qué no podemos recoger el voto que pierde el PSOE», alegó un directivo de la fundación.


Consciente de la inquietud de sus parlamentarios, la dirección del partido contraatacó a las críticas con un argumentario, difundido esta semana, en el que hacía un análisis positivo de las últimas encuestas de intención de voto. El texto que se difundió entre los altos cargos populares aseguraba que el PSOE se ha desplomado porque sólo está un punto por delante suyo en voto declarado. Llamaba la atención sobre la opinión mayoritaria de los encuestados de que la gestión del Gobierno es mala o muy mala, y concluía que la tendencia electoral ha empezado a invertirse.


Los más cercanos a Rajoy asumen que es posible que el partido precise de una mayor movilización, pero explican que la estrategia de la dirección nacional consiste en mantenerse en el centro político a toda costa. Argumentan que José Luis Rodríguez Zapatero ganó las elecciones gracias a los votos de Esquerra Republicana e Izquierda Unida y bastará con que esos sufragios prestados huyan del PSOE -lo que creen que ocurrirá con la crisis y el discurso del Gobierno sobre inmigración- para que el PP logre gobernar con los 11 de millones de votos que ganó en 2004.


Los 'populares' saben que el partido de Rajoy es muy distinto del que presidió José María Aznar, pero creen que, en el fondo, éste cuenta con muchos más seguidores de lo que parece. «Mariano consiguió más de un 80% de voto en el congreso de Valencia pero, en realidad, hay alrededor de un 60% por ciento del partido que se identifica más con el estilo 'aznarista' que con el 'marianismo'», explica una parlamentaria. Sus palabras tienen como referente fundamental el principio que tanto repitió en sus tiempos el ex presidente: «las batallas que se pierden son las que no se dan». El actual líder ha sustituido esta máxima por otra bien distinta: «daremos las batallas que podamos ganar. Las otras, no».