expresidente de la organización ecologista

López de Uralde: "Sin Greenpeace el mundo sería peor"

Presidente de Greenpeace España hasta hace unos meses, Juantxo Uralde encamina ahora sus pasos a la política: ha creado una fundación que aspira a convertirse en un partido que concentre el nicho de voto verde que hay en el país, una fórmula que ha cosechado éxitos en Europa.

Juan López de Uralde
"Sin Greenpeace el mundo sería peor"

Greenpeace es una organización notoria, entre otras cuestiones, por sus llamativas actividades de protesta. ¿Cree que esta estrategia tiene resultados?

No es arriesgado decir que, sin Greenpeace, el mundo sería peor. Se han ganado muchas batallas, como la protección de un continente entero como la Antártida o la prohibición de realizar vertidos radiactivos en el mar. Pero aún quedan muchas más.

Usted mismo llegó a estar en prisión meses atrás en la Cumbre de Copenhague. ¿Mereció la pena arriesgarse a seis años de cárcel?

Bueno, lo que estamos haciendo es luchar por la supervivencia de nuestro planeta, que es algo que en el largo plazo seguro que se valorará. Como he dicho alguna vez, no tenemos un planeta 'b'.

Aunque resulte repetitivo volver a lo mismo, ¿está comprobado que el cambio climático se debe a la acción del hombre, y no solo a la evolución natural -al igual que ya hubo una glaciación-?

El cambio climático es real, está contrastado por expertos y científicos, con datos como la migración de las especies, la evolución de las nieves, etc. ¿Por qué se duda de esto? En el 'negacionismo' hay intereses directos, claramente visibles, de industrias y personas que no quieren que las cosas cambien.

Sobre los ataques a Al Gore, usted afirma en el libro que "cualquier personaje que levante su mano en la defensa del planeta corre el riesgo de que se la corten".

Es que no son críticas inofensivas, sino que basta que alguien defienda un planteamiento para que los ataques sean feroces. Lo enmarco más por ahí.

También muestra su enfado por la lentitud de los gobiernos en tomar decisiones.

Es que falta voluntad política para resolver los problemas. Se pudo ver en la Cumbre de Cancún, a la que ni fueron los líderes mundiales: eso demuestra su falta de compromiso.

Otra nueva cumbre sin apenas resultados.

El problema es lo que hay detrás: la falta de voluntad. Los problemas ambientales hay que resolverlos a través de trabajos multilaterales, de muchos países. Pero si no se quieren solucionar, no habrá forma de hacerlo.

¿Se ha avanzado en España?

Sí, la concienciación es mucho mayor. Que esto se convierta en acción real, es otra cosa.

¿Aun cuando hay quien sigue creyendo que el agua del río que acaba en el mar es agua derrochada?

Eso pone de manifiesto hasta qué punto llega la irresponsabilidad de algunos políticos, que piensan solo en el corto plazo. Por conseguir unos cuantos votos, insisten en este tópico. El agua es un recurso escaso, difícil de conseguir; continuar con esas premisas solo genera una ansiedad que nunca se va a ver satisfecha.

¿Está de acuerdo con la política de subvencionar las renovables?

Primero hay que dejar claro que la energía más limpia es la que no se consume. Indudablemente, sobre el resto, la sociedad debe elegir entre impactos mayores y menores; desde mi punto de vista, los menores y por tanto los más asumibles provienen de las energías alternativas. Luego, cualquier técnica necesita, para su desarrollo, una ayuda inicial. La Agencia Mundial de la Energía señaló en un informe que el carbón recibe cinco veces más ayudas que las energías renovables. Así pues, se está manteniendo con vida artificialmente la energía del carbón.

Su nueva apuesta es la vía política. ¿Cuál sería la columna vertebral de un partido ecologista?

Entre otras, la sostenibilidad ambiental, la equidad, la lucha por los derechos humanos, contra la marginación, la pobreza y el hambre...

Una de las batallas que admite en el libro es la tradicional dispersión en España del voto verde.

Sí, buscamos no crear directamente un partido, sino empezar por una fundación que trabaje para unir y forjar una nueva propuesta, que no sabemos -aunque nos gustaría- si acabará siendo o no una formación política.

Uno de los mayores esfuerzos deberá ser intentar deshacerse del cliché de que el ecologista está contra todo tipo de progreso.

Es que no responde a la realidad. Primero habría que determinar qué se entiende por progreso: no creo que la destrucción de los recursos naturales lo sea. Hay que buscar los 'síes' antes que los 'noes'.

¿Qué falló en el proyecto de José María Mendiluce en 2003?

Han cambiado el momento, el compromiso, el personaje? Debemos tratar de lograr una cierta aglutinación alrededor de un proyecto antes de lanzarse, que sea sólido y no improvisado.