EXTERIORES

España reduce a una reprimenda la queja a Cuba por impedir la entrada de Yáñez

El Gobierno no ocultó su malestar, pero dio por zanjado con una simple reprimenda diplomática el "incidente" desatado por la negativa de Cuba a dejar entrar el lunes en la isla al eurodiputado socialista Luis Yáñez. De hecho, según confirmó hoy el ministro de Asuntos Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, pese a considerar "una equivocación" la actuación de las autoridades castristas, el Ejecutivo mantiene el objetivo de trabajar para suavizar y mejorar las relaciones entre Cuba y la Unión Europea durante el actual semestre español de presidencia europea. La postura oficial fue respaldada por el propio eurodiputado perjudicado, que agradeció al Ejecutivo su defensa y pidió a Moratinos que el atropello diplomático no afecte a las gestiones de España hacia Cuba, que cuentan con su apoyo.


El secretario de Estado para Iberoamérica, Juan Pablo de Laiglesia, transmitió al embajador cubano en España, Alejandro González, la "condena" del Gobierno por la "injustificada inadmisión" de Yáñez, que fue vetado en el aeropuerto de La Habana y obligado a regresar a Madrid cuando se disponía a pasar junto a su mujer, la diputada del PSOE Carmen Hermosín, cinco días de vacaciones en la capital cubana para lo que disponía de un visado turístico en regla. De Laiglesia advirtió al diplomático que gestos como éste "no ayudan al desarrollo de las relaciones entre ambos países" y transmitió al diplomático la "esperanza" del Ejecutivo de que "no se vuelva a producir este tipo de incidentes".


Pese a los 50 minutos de conversación, ninguna de las partes dio su brazo a torcer. González justificó la actuación de las autoridades de su país, que se ciñeron a "la aplicación de leyes internas", en concreto las que hacen referencia a la seguridad nacional y a la soberanía. El embajador, según las explicaciones que proporcionó Yáñez desde Sevilla, indicó a De Laiglesia que se prohibió su entrada porque consideraron que no se trataba de un viaje "inocente", sino más bien de carácter político, y, por tanto, "tenían derecho a defenderse". El principal indicio para las sospechas cubanas es que en 2008 ya denegaron el visado de entrada al eurodiputado socialista cuando pretendió asistir a un congreso invitado por el grupo disidente socialdemócrata Arco Progresista.

Poco querido

Las explicaciones no convencieron al secretario de Estado, que reiteró el "rechazo" a la decisión y concluyó en un tono parecido al de Moratinos. El ministro reconoció a un grupo de corresponsales extranjeros en Madrid que "no es un buena noticia" y que los gobernantes cubanos "han errado con la expulsión de un eurodiputado". Aceptó que Yáñez es un político "poco querido" en ese país caribeño y "crítico" con el castrismo, "pero de ahí a expulsarlo ".


El jefe de la diplomacia española quiso dejar claro, sin embargo, que el incidente no varía su intención de trabajar para que la UE acepte negociar con Cuba un acuerdo que descongele unas relaciones bloqueadas desde 1996, cuando el entonces presidente del Gobierno, José María Aznar, abanderó dentro de la Unión la denominada Posición Común, que restringe cualquier diálogo bilateral al avance de la democracia y los derechos humanos en la isla. "Ahora se ha abierto un capitulo de diálogo e involucración y es normal que tenga altibajos en un momento de transición", justificó el ministro. En su opinión, "lo importante es que ayudemos a que el proceso de reformas (en Cuba) avance" y entiende que "el aislamiento y el bloqueo" no han dado frutos en 50 años.


Pese a todo, quiso relativizar la importancia de la negociación e indicó que la firma del nuevo acuerdo no es una prioridad de la Presidencia española de la UE sino "un capítulo más", y que "si no hay consenso europeo no nos quitará el sueño y seguiremos trabajando (España y Cuba) de forma bilateral". Moratinos sabe que el Gobierno no quiere sacralizar la negociación del cambio de estatus europeo con el régimen castrista, un paso que tiene detractores internos como Alemania, para que en ningún caso pueda condicionar el éxito de otros acuerdos de mayor interés para España en otros ámbitos internacionales. En resumen, que el Gobierno no piensa jugarse a todo o nada la normalización de las relaciones con Cuba.