FUNERAL

Emotivo adiós a Sabino Fernández Campo, "referente moral" y gran servidor del Estado

Sabino Fernández Campo descansa en paz. Sus restos reposan ya en el cementerio de San Salvador de su Oviedo natal, donde recibieron sepultura este martes. Hasta allí fueron conducidos desde la catedral ovetense, donde se celebró el emotivo y multitudinario funeral de 'corpore insepulto' por el eterno descanso de un "referente moral" para todos los españoles. La solemne ceremonia de despedida evidenció el respeto unánime que este gran servidor del Estado concitó en todos los sectores de la política y la sociedad española. Un hombre de Estado que, según su viuda, "murió en plenitud" tras "luchar como un valiente".


El respetuoso silencio, sólo roto por los aplausos para recibir y despedir al féretro, se tradujo hoy en elocuente signo de admiración hacia una figura clave para la transición, a la que tanto deben la democracia como la monarquía. Un grande de España al que se despedía como un hombre de Estado que, sin renunciar a su ideología, sobrevoló con tanta inteligencia como altura las miserias de la política y sus intrigas.


Sabio, bueno, discreto, leal, valiente, prudente, astuto o patriota fueron algunos de los elogios repetidos en el último adiós a una de las figuras clave de nuestra historia reciente.


Los nietos

El obispo auxiliar de Oviedo, Raúl Berzosa, recibió en la explanada del templo el féretro que portaban a hombros seis de los nietos de Fernández Campo. Le seguían los seis hijos vivos del conde de Latores, y su viuda, María Teresa Álvarez, que rompió a llorar cuando estalló la primera cerrada ovación y se sucedieron las muestras de cariño y respeto hacia su esposo. El ataúd entró al templo al compás de la 'Marcha fúnebre Antón el Neñu', a cargo de la Banda de Gaitas Ciudad de Oviedo.


El prelado, que ofició la ceremonia fúnebre en la abarrotada catedral, destacó en su homilía las dos pasiones de Fernández Campo, "España y Asturias", y refirió sus impagables servicios al Estado. Habló de "su fecundo servicio a la Casa Real y la consolidación de la monarquía que hizo más universal y más abierta" y su "defensa de la democracia en momentos claves". Incidió en sus hondas creencias religiosas y dijo que "su profunda humanidad le convirtió en un referente moral indiscutible para todos los españoles".


La máxima representación institucional estuvo a cargo de la vicepresidenta del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega, que ocupó un sitial de preferencia en las primeras bancadas, muy próxima a la familia, y que se mostró muy afectuosa con la viuda y con y los familiares de Fernández Campo.

Lágrimas

De riguroso luto, María Teresa Álvarez batalló para contener las lágrimas durante la emotiva ceremonia en la que el coro interpretó páginas de Fauré, Mozart y Bach y que concluyó con el himno de Covadonga. Había roto a llorar al recibir el féretro.


Acertó luego a contener una emoción que volvía a desbordarle en la despedida, fundida en un abrazo con la vicepresidenta de la Vega.


Desencajada, pero segura de sí, sacó fuerzas de flaqueza para realizar una de las lecturas del oficio religioso y agradecer a todos su asistencia. "Sabino me respalda. Luchó como un valiente, murió en plenitud, a los 91 años, rodeado del cariño de lo suyos".


"He sido muy feliz por haber compartido unos años maravilloso de mi vida con él", dijo.


El templo apenas pudo acoger a todos cuantos quisieron despedir a ex jefe de la Casa del Rey y conde de Latores. Centenares de personas se agolparon en la explanada de la catedral y aplaudieron a la llegada y a la salida de féretro con los restos mortales de Fernández Campo, que recibieron sepultura en el panteón familiar del cementerio de San Salvador, en San Esteban de las Cruces. Un sepelio que por expreso deseo de la familia tuvo carácter íntimo.


Su sumaron a la ceremonia todas la autoridades locales, con el presidente del Principado, Vicente Álvarez Areces, y el alcalde de Oviedo, Gabino de Lorenzo a la cabeza. Entre los asistentes, amigos muy próximos de Fernández Campo, como el padre Ángel, Blas Herrero, Plácido Arango, Diego Carcedo o Jaime Peñafiel. También Alberto Aza, Jefe de la Casa del Rey, Graciano García, director del Fundación Principado de Asturias y Menchu Álvarez el Valle, abuela paterna de la princesa de Asturias.

Funeral en El Pardo

Los Reyes y los Príncipes de Asturias, que visitaron el lunes la capilla ardiente en el Tanatorio de la Paz de Madrid, celebrarán este miércoles otro funeral en la capilla del palacio de El Pardo.


La Familia Real al completo asistirá a esta nueva ceremonia en memoria de Sabino Fernández Campo. Lo oficiará el arzobispo emérito Castrense, monseñor Estepa.


Junto a los Reyes, sus hijos y sus nietos, estarán también la familia del conde de Latores y el personal de la Casa del Rey, tanto los miembros de la plantilla actual como de quienes trabajaron en la Zarzuela en la época de Fernández Campo. La premura con la que se ha organizado este oficio fúnebre se debe al deseo de asistir a la ceremonia de la infanta Cristina antes de regresar a Washington, donde reside con su familia desde el pasado verano.


La Casa Real ya celebró un funeral de estas características en el Palacio Real cuando falleció en 1996 el marqués de Mondéjar, Nicolás Cotoner y Cotoner, antecesor en el cargo de Sabino Fernández Campo.