​Una segunda oportunidad para el pequeño Jairo

Hijo de zaragozanos, nació hace 3 años en una cárcel peruana, donde ha vivido, y estuvo a punto de ser arrebatado a sus padres. Este jueves llegó a la capital aragonesa.

Jairo y su padre, a su llegada a Zaragoza el pasado jueves
Jairo y su padre, a su llegada a Zaragoza el pasado jueves

Cuatro muros, una alambrada y absoluta privación de libertad. Sin parques infantiles ni amigos. Así era hasta hace escasas fechas el mundo conocido por Jairo, un pequeño de tres años de padres zaragozanos que tuvo la fatal suerte de nacer en una cárcel de mujeres de Perú. Tras casi acabar en un orfanato por decisión de la Justicia, la vida le ha dado una segunda oportunidad y el niño llegó el pasado jueves a la estación de Delicias en brazos de su padre, Javier, quien ha visto demasiado cerca la trágica posibilidad de perder un hijo.


El recorrido vital del pequeño arrancó en un escenario poco habitual. Su madre, en una situación económica precaria, fue captada en 2012 por una red de narcotráfico y convencida para traer cinco kilos de cocaína a España. La policía detuvo a la joven en el aeropuerto y la Justicia le impuso una condena de 6 años y 8 meses tras declararse culpable. Un chequeo médico en el penal de Chorrillos, al sur de Lima, le dio la sorprendente noticia: estaba embarazada de Jairo. Ocurrió en los primeros compases de cautiverio, del que ya ha cumplido más de la mitad.


Fue el pasado mes de noviembre cuando la tutela de Jairo empezó a peligrar. La norma peruana dicta que los hijos pueden permanecer junto a una madre reclusa hasta los tres años. Y el padre no tenía regularizada la situación en suelo peruano, ya que aterrizó con visa de turista una vez detuvieron a su pareja. Por ese motivo tuvo que hacer frente a una multa creciente que finalmente satisfizo un empresario aragonés afincado en Lima. Entretanto, la juez encargada del caso decidió retirar la tutela del niño a sus padres y enviarlo a un orfanato. La veloz respuesta de una abogada contratada por la Fundación+34, que presta apoyo a los españoles presos en el extranjero, impidió sobre la bocina que esto ocurriera. Según relata el presidente de la asociación, Javier Casado, “a un niño con rasgos caucásicos se lo rifan en seguida y sus padres lo habrían perdido para siempre”.


Su venida a Zaragoza no fue inmediata y la burocracia ha ido retrasando el momento una y otra vez mientras el niño estaba sin escolarizar.

Padre e hijo llegaron a la capital aragonesa agotados por el largo viaje, pero con la ilusión de una nueva vida. El pequeño Jairo podrá pasar un verano entre juguetes y en libertad antes de hacer sus primeros amigos en el colegio.

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