análisis

El vecino 'emprenyat'

El resultado de las elecciones catalanas no tendrá, en principio, efectos importantes en las relaciones con Aragón. Ambas comunidades autónomas han ido acumulando durante años litigios de intensidad variable sin que un cambio en uno u otro gobierno haya repercutido decisivamente en su resolución.

Pese a tratarse de conflictos bilaterales, solo en Aragón se viven con fuerza. En Cataluña, ninguna de estas polémicas que se van arrastrando en el tiempo tienen gran presencia social. Lo que sí ha tenido trascendencia en los últimos años es la figura del catalán 'emprenyat' (irritado o cabreado). Una irritación que se focaliza en la política del Estado, pero también en la de algunos líderes, partidos y medios de comunicación de Madrid. Son otras las cuestiones que acaparan la atención en una comunidad donde la batalla identitaria y la tensión con el poder central se llevan la parte central del discurso. Para el espectador aragonés, la campaña electoral catalana ha resultado indiferente.

Así que la amplia victoria de CiU, a la espera de cómo se desarrolle la fase postelectoral, no variará sustancialmente nada. De hecho, hasta ahora, los mimbres eran muy favorables a un entendimiento que nunca acabó de llegar. Si con los socialistas gobernando en Barcelona, Zaragoza y Madrid apenas ha habido cambios, parece probable que si los hay, vendrán por otro lado. El presidente aragonés, Marcelino Iglesias, catalanoparlante y nacido en un pueblo oscense limítrofe con Cataluña, no ha sabido o podido utilizar sus buenas relaciones para resolver los problemas entre ambas comunidades. Ni con Pujol (CiU), ni con Maragall (PSC), ni con Montilla (PSC).

Respecto a las diferencias en política hidráulica, en esta última semana se han producido dos novedades. Por parte del Estado, la aprobación del trasvase de agua a cuatro localidades catalanas situadas parcialmente fuera de la cuenca y por parte de la Generalitat, la aprobación del plan hidrológico de cuencas internas de Cataluña. Ambos son capítulos finales de cuestiones ya anunciadas. En el caso del trasvase, se trata de una petición de la Agencia Catalana del Agua que ahora atiende el Ministerio teniendo en cuenta las condiciones planteadas por la DGA, entre ellas que se trata de una "transferencia" temporal, reversible y solo para agua de boca. Lo que ha ignorado Medio Ambiente es la petición de la DGA para que asumiera algún compromiso para asegurar a su vez el abastecimiento a 72 localidades aragonesas.

Más dificultades conlleva el plan de las cuencas internas de Cataluña, que el Gobierno aragonés ya ha anunciado que recurrirá. En este caso, la Generalitat ha aprobado una regulación en la que se invaden competencias de la CHE y que incumple leyes estatales y aragonesas. Además, está pendiente la pretensión de la Generalitat de aumentar el caudal ecológico del delta del Ebro. La DGA ya ha alegado al respecto que la Comunidad no cuenta con excedentes para ello.

Sobre todos los contenciosos reina el de los bienes eclesiásticos del obispado de Barbastro-Monzón que se encuentran en depósito en el Museo de Lérida. La victoria de un líder nacionalista como Artur Mas no parece que vaya a suponer tampoco un giro en una cuestión compleja, en la que están implicados numerosos actores. Aunque ahora bastaría la voluntad política de la Generalitat para su resolución. Pero incluso las opciones no nacionalistas no están por la labor. El PSC, que ha presidido la Generalitat siete años, no ha dado un paso en ese sentido y ni siquiera el PP catalán lleva en su programa electoral nada al respecto.

Ligado a este asunto se encuentra el de la eurorregión, de la que Aragón decidió salir en medio del conflicto de los bienes y que se encuentra paralizada por los conflictos pendientes. El Archivo de la Corona de Aragón es otra polémica que duerme el sueño de los justos. El patronato en el que habrían de participar las comunidades de la antigua Corona está también bloqueado porque Cataluña aún no ha nombrado a su representante. El Tribunal Constitucional reconoció en septiembre pasado que Cataluña tiene fondos propios en el archivo, en contra de un recurso planteado por Aragón.

La competencia no reconocida oficialmente entre la Travesía Central Pirenaica (TCP) y el corredor Mediterráneo, que a diferencia de la TCP no es vía prioritaria europea, es otro de los asuntos que inquietan a la ciudadanía aragonesa.

Todo ello, junto a las habituales tergiversaciones históricas sobre la Corona de Aragón y a las pretensiones abiertamente expansionistas de formaciones como ERC, con actos públicos en los que se reivindican los llamados Països Catalans, en los que engloban el Aragón oriental, enrarecen unas relaciones que siempre han sido de buena vecindad.