DEFENSA

El soldado del futuro hablará inglés

La diversidad de las amenazas y los complejos escenarios donde se desarrollarán las futuras misiones internacionales demandan un lavado de cara en las Fuerzas Armadas. Así lo expone un documento del alto mando del Ejército, que aboga por que los soldados reciban en los próximos años una formación más "rigurosa y extrema" para adaptarse a los distintos teatros de operaciones, lo que incluye, entre otras novedades, la obligación de dominar el inglés o cuidar y respetar el medio ambiente.


El informe, elaborado por el Jefe del Estado Mayor del Ejército (JEME), el general de ejército Fulgencio Coll, considera que la participación española en organizaciones como la OTAN, la UE o la ONU y en misiones exteriores hace que el conocimiento de otros idiomas cobre "especial relevancia", sobre todo el inglés, incluso para practicarlo habitualmente en las unidades. Esto no quita, añade, que los soldados deban aprender otras lenguas para determinadas especialidades.


En la actualidad, el conocimiento de inglés entre la tropa es casi nulo, y bajo entre los suboficiales. Sólo entre los mandos hay cierto nivel, fruto, sobre todo, de las numerosas operaciones internacionales en las que participan las Fuerzas Armadas desde 1989, y del ingreso de España en la OTAN en 1981.


El documento, que se marca el año 2025 como horizonte para su plena implantación, defiende ampliar de cuatro a seis meses la presencia de los militares en las operaciones internacionales y dilatar hasta los dos años la estancia en territorio nacional después de cada misión. La razón prioritaria de este nuevo modelo de rotaciones es meramente económica y persigue optimizar los recursos en base a criterios de suficiencia y eficacia.


Desde el punto de vista humano, el jefe del Ejército explica que el soldado deberá estar física, técnica y moralmente preparado para desarrollar su trabajo en las circunstancias más duras y exigentes, con entornos desolados y destruidos, donde estén presentes amenazas tan diversas como el terrorismo, el crimen organizado, la proliferación de armas de destrucción masiva o la lucha por los recursos naturales.


Por este motivo, agrega el informe, el conocimiento del entorno cultural que rodee a cada operación será fundamental en la instrucción de los soldados. Los uniformados deberán llevar a cabo acciones en el ámbito cívico-militar, una tarea que exige tender puentes con los otros actores presentes en la zona de conflictos, ya sea organizaciones no gubernamentales, autoridades locales o población nativa.


Esta táctica ya se perfila en la actualidad en la misión de Afganistán, en la que una de las condiciones de la denominada 'estrategia de afganización' consiste precisamente en ganarse a la población a través de las labores de reconstrucción. Para ello, los mandos militares defienden con firmeza que hay que evitar en la medida de lo posible las bajas de civiles por los llamados 'daños colaterales' del conflicto.

Combates callejeros

En el plano militar, las acciones más probables se darán en el ámbito de las misiones de estabilización, en donde serán frecuentes los escenarios con combates en zonas urbanas. Este contexto exigirá un Ejército más versátil, en el que predominen los equilibrios entre las diferentes unidades de intervención y la acción conjunta con los países aliados.


Pero no sólo estas modificaciones afectarán a la clase de tropas. Los cuadros de mando deberán ejercer un liderazgo ejemplar basado en la iniciativa, la creatividad y el análisis de las situaciones complejas. "El papel de líder del suboficial - sargento, brigada, subteniente y suboficial mayor- tiene que reforzarse, puesto que él es el responsable de la ejecución de la instrucción individual del soldado y su función es sacar lo mejor de cada uno de ellos", señala el general Fulgencio Coll.


El jefe del Ejército cree que los medios armamentísticos y materiales deberán aumentar la eficacia y seguridad de los soldados. Para ello las unidades del futuro tendrán que ganar en movilidad, protección e interoperabilidad con otras fuerzas y procurar que en cada escenario se disponga del sistema de armas más adecuado. Así, los nuevos equipos se orientarán al desarrollo de las misiones en entornos urbanos, lo que exige mejorar el blindaje de los vehículos, sistemas de telecomunicaciones, elementos de visión nocturna y armas guiadas cuya precisión permita causar daño al enemigo de forma modulada, evitando bajas civiles y minimizando la destrucción.


El Ejército de 2025 dispondrá asimismo de más medios materiales para hacer frente a nuevas amenazas, como elementos de detección, descontaminación y desactivación de riesgos de tipo nuclear, biológico, químico y radiológica, o nuevos conceptos de inteligencia y vigilancia del enemigo.