JUSTICIA

El PSOE reta a Rajoy a demostrar autoridad en el PP con un pacto sobre Justicia

José Blanco afirma que el presidente del PP sabe ahora de primera mano lo que es una "auténtica conspiración".

El PSOE lanzó un órdago a Mariano Rajoy. El secretario de Organización del partido, José Blanco, le conminó a propiciar un acuerdo con los socialistas sobre la renovación del Consejo General del Poder Judicial y el Tribunal Constitucional de manera urgente, sin esperar a la validación de su liderazgo en el próximo congreso del PP. "Que demuestre de verdad si tiene autonomía y autoridad para mandar en el Partido Popular", retó. El reemplazo de magistrados y vocales en los órganos citados lleva pendiente desde hace meses (un año y medio en el caso del órgano de gobierno de los jueces) y aunque los dos partidos mayoritarios se han comprometido a sellar un pacto antes de que acabe junio, las conversaciones están bloqueadas.


El requerimiento de Blanco no es, en todo caso, desinteresado. Hasta hace unas semanas los socialistas se debatían entre mirar desde la barrera la disputa en el PP o hacer leña del árbol caído. Temían que un ataque externo distrajera a los 'populares' de la lucha antropófaga en la que andan sumidos y actuara como revulsivo reunificador. La andanada de sobresaltos con los que cada día se desayuna Mariano Rajoy les ha convencido, sin embargo, de que ese peligro no existe. Y se disponen ya a sacar provecho de la crisis de liderazgo en el primer partido de la oposición. Una crisis a la que la ejecutiva socialista dedicó hoy buena parte de su última reunión.


Antes de la mano tendida a Rajoy, a quien los socialistas ven como su mejor baza para volver a ganar las elecciones en 2012, el número dos del PSOE soltó una puya de castigo. Dijo del presidente del PP que es el "alguacil alguacilado". Que hoy sabe de primera mano lo que es una "auténtica conspiración" después de haber alentado durante la pasada legislatura aquella que, tras las elecciones de 2004, construyeron algunos de los suyos en torno a los atentados del 11-M, "para no analizar por qué se había perdido". Y que ahora hace una lectura errónea del pasado cuando exige la misma oportunidad que Felipe González y José María Aznar, presidentes del Gobierno al tercer intento.


"Ellos empezaron de poco y llevaron a sus partidos al triunfo; él vino de una mayoría absoluta y ya lleva dos derrotas consecutivas", dijo. Aún así, Blanco argumentó que el pecado de Rajoy estuvo en haberse dejado llevar por los duros de su partido, esos que "utilizaron" la unidad de España y las víctimas de ETA para dividir a la sociedad española y erosionar el Gobierno, aquellos que ahora aplican en su contra la misma medicina. Con este argumento, llamó al presidente del PP a liberarse, a dar un golpe en la mesa y mostrar su liderazgo con el pacto sobre la Justicia.

Ofensiva laicista


Lo que dejó claro Blanco es que, hasta que el PP no resuelva su situación interna, los socialistas no moverán ficha. No buscarán, según dijo, el acuerdo con otros grupos. Tampoco lo tendrían fácil, pero más allá de las posibilidades reales de lograrlo, tras la postura del PSOE se esconde una clara voluntad de permanecer al ralentí mientras toda la atención está puesta en la bronca 'popular' y esquivar los asuntos espinosos que puedan desviar el foco hacia su partido. Tanto es así que el secretario de Organización, que terminó la legislatura pasada amenazando a los obispos con un cambio radical en las relaciones Estado-Iglesia, hizo oídos sordos de las últimas invectivas de los cardenales Rouco y Cañizares.


Blanco sólo expresó su "preocupación" porque "la división del PP se extienda a la Conferencia Episcopal" e impida a los socialistas encontrar "interlocutores claros". Ahí quedo todo. La ofensiva laicista anunciada hace tan sólo unas semanas por la vicepresidenta primera del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega, en el Congreso ha quedado, según aseguran fuentes socialistas, en agua de borrajas. A la dirección del PSOE ya le sorprendió que la número dos del Ejecutivo se metiera en ese jardín. Ahora, en el entorno de la propia ministra, aseguran que el asunto "es importante pero no una prioridad".