DE CARA A ALAS ELECCIONES

El PP, a por los desencantados del PSOE

"Si no hay sindicatos que sepan defender el derecho de los trabajadores, aquí está el PP para hacerlo", se ofrece Cospedal. El ministro del Interior defiende el ajuste del gasto social y alega que para mantener lo que existe "a veces hay que dar un paso atrás".

Que son millones, alrededor de media docena, los votantes del PSOE que se han distanciado de José Luis Rodríguez Zapatero en los últimos dos años es algo que el PP tiene ya constatado. Lo indican todas las encuestas. Que el principal partido de la oposición haya sido capaz de absorber el flujo de desencantados es harina de otro costal. El porcentaje de los que han buscado refugio en la formación de Mariano Rajoy es mucho menor de lo que desearían los 'populares', por eso creen que ha llegado el momento de dar el golpe. "Si no hay sindicatos que sepan defender el derecho de los trabajadores, que éstos estén tranquilos, que aunque le duela al PSOE, aquí está el PP para defenderles", lanzó este domingo su secretaria general, María Dolores Cospedal.


El partido opositor entiende que el propio presidente del Gobierno les ha puesto en bandeja el remedio para su estancamiento.


Y aspira a sacar punta al recorte del gasto social que supondrá la congelación de las pensiones, el recorte del salario de los pensionistas y la irretroactividad de las ayudas a la dependencia.


El propio ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, aseguró durante un acto en Cádiz que ésta es la "situación más difícil por la que ha atravesado el PSOE siendo Gobierno". Y para remarcar lo grave del momento hizo un llamamiento a sus seguidores: "Que nos echéis una mano", pidió. "Sé que mi intervención no ha sido especialmente divertida, pero no están las cosas para bromas".


Casi a la misma hora, pero en la otra punta del país, en Tarragona, la número dos del PP se dirigía también a los votantes socialistas. Pero no a los entusiastas fieles que incluso ahora están dispuestos a acudir a un mitin protagonizado por un dirigente de esta formación política sino a los otros, a los que se sienten, según su propia terminología, "traicionados". "Desde el PP -prometió- nunca vamos a engañarles". Acompañada por la presidenta de su partido en Cataluña, Alicia Sánchez-Camacho, se mojó además con la promesa de que su formación jamás tocará las pensiones en caso de ocupar el Palacio de la Moncloa.


"Hoy el Gobierno quiere instalarnos en una falacia y nos dice que tenemos que elegir entre el ajuste presupuestario que perjudica a los más débiles o el crecimiento económico, y no es verdad -alegó- . El crecimiento económico se consigue con un ajuste de las cuentas públicas y con reformas estructurales. Pero Zapatero quiere ajustar las cuentas de la manera que más perjudica a los más débiles, a los que lo están pasando peor", dijo a modo de estocada.

Visión de futuro


El PSOE también tiene su defensa articulada. Rubalcaba explicó por qué considera "absolutamente falso" que se hayan sacrificado las políticas sociales con una batería de cifras. "Nos gastamos 100.000 millones en Educación y Sanidad; algo más que eso en el sistema de pensiones; 17.000 millones en desempleo y 5.000 millones de euros anuales en dependencia", dijo. Además, reclamó que se haga un cómputo de lo que han crecido los gastos en su conjunto a lo largo de los 6 años de Gobierno de Zapatero. "Ése -insistió- es el corazón de nuestro sistema político".


Con un tono más didáctico que nunca, el ministro del Interior recordó cómo en 1985 el Gobierno de Felipe González tuvo que hacer también "una reforma muy dura" del sistema de pensiones que le costó la primera huelga general de la democracia. "Un gran disgusto", confesó. Ahora, según Rubalcaba, parece que todo el mundo la defendió, pero el PSOE tuvo que hacerla solo. "Nos costó tanto como nos está costando esto, pero hoy estamos orgullosos", dijo. "A veces, para mantener lo que uno tiene, hay que dar un paso atrás sabiendo que eso le va a permitir muchos pasos adelante", insistió.


El dirigente socialista afeó además al PP que esté "haciendo daño" a la imagen de España en el exterior al sembrar dudas sobre la capacidad del Gobierno para hacer frente a la crisis y, por lo tanto, al pago de la deuda, con declaraciones exageradas como la última pronunciada por Cospedal: " Hemos pasado del milagro español -dijo la política conservadora- a ser un país intervenido".