SESIÓN DE CONTROL AL GOBIERNO

El PP hurga en el pasado de Pérez Rubalcaba

Los populares identifican al relevo de Fernández de la Vega con las "cloacas del Estado", el GAL y el chivatazo a ETA.

El vicepresidente primero del Gobierno, Alfredo Pérez Rubalcaba
Rubalcaba acusa al PP de querer lavar su imagen "antisocial" preocupándose por las pensiones
EFE

Alfredo Pérez Rubalcaba, como era de esperar, se ha convertido en el objetivo número uno de los ataques del PP y en la pieza a batir para gripar al nuevo Gobierno e impedir que los socialistas remonten en las encuestas. El principal partido de la oposición no tiene dudas de que el también titular del Interior es la gran apuesta política de Zapatero, el hombre clave del nuevo Ejecutivo, y en consecuencia ha decido someter al número dos del Gobierno a un marcaje parlamentario implacable para desgastar su credibilidad.


Los populares no se ocultan y ayer, en el primer pleno de control del nuevo Ejecutivo, pusieron las cartas sobre la mesa. Rubalcaba, cada miércoles, se enfrentará a las cargas políticas de la portavoz parlamentaria, Soraya Sáenz de Santamaría, y a los ataques y descalificaciones de los diputados especializados en asuntos del Interior. Mariano Rajoy, en sintonía con la estrategia, planteó un debate de bajo perfil con Zapatero y colocó los focos del pleno en el acoso posterior al vicepresidente.


Rubalcaba, "más de lo mismo"


Sáenz de Santamaría, como hizo ayer en el primer y esperado cara a cara con Rubalcaba, transmitió el mensaje de que el vicepresidente encarna "más de lo mismo" y que su nombramiento solo busca vender humo y ocultar una tasa de paro abrumadora y los profundos recortes sociales. Los portavoces del Interior, en esta ocasión Rafael Hernando e Ignacio Gil Lázaro, desenterraron su pasado político e identificaron al vicepresidente como el rey de "las cloacas del Estado", el ministro del GAL y del chivatazo a ETA, y el jefe de policía política que persigue al PP y se niega a investigar al comisario que habría ayudado a los imputados en la Operación Malaya.


Rubalcaba, no obstante, demostró que no es pieza fácil. Sentado a la izquierda de Zapatero, aguantó -en apariencia sin inmutarse- la catarata de golpes dialécticos y descalificaciones, y luego contraatacó. Amplió la lista de etiquetas con la que comenzó a definir el viernes al partido opositor desde su recién estrenado puesto de portavoz gubernamental -a los epítetos de machista y vago añadió el de "profundamente antisocial"- y conminó a Rajoy a reflexionar sobre si una formación que aspira a gobernar puede utilizar "una táctica de delincuentes" como es "atacar a la Policía y a las instituciones del Estado de Derecho" para "defender a los presuntos corruptos" que hay en sus filas.


El número dos escuchó cómo Sáenz de Santamaría decía que al vicepresidente "le han encargado explicar mejor lo mal que gobierna Zapatero" y que, haciendo chanzas con su título universitario, añadió que "hace falta más que química para convertir la mentira en verdad". No obstante, los ataques más duros fueron los de Hernando, quien le dijo que "tapó los GAL y pagó el silencio de Amedo".