El Tribunal Constitucional (TC) cerró ayer un litigio que comenzó hace 83 años. La Sala Primera anuló una sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC) que negaba la herencia a dos hermanas por ser adoptadas, ya que el testador no las consideraba legítimas. El Alto Tribunal tomó en consideración el recurso de Carmen y Dolores Lloret y reconoce su derecho a la igualdad y a no ser discriminada por su nacimiento.

El abuelo de las demandantes hizo en 1927 un testamento en el que dejaba su patrimonio a su hijo mayor. De no tener hijos, sus cuatro hermanos serían los beneficiarios. El abuelo incluyó en el testamento que el orden sucesorio pasaría a un hijo legítimo. El testador murió en 1945. El hijo mayor falleció soltero y sin hijos; el segundo murió antes que el padre y el tercero dejó en 1995 viuda y dos hijas adoptivas. Cuando estas fueron al Registro de la Propiedad para inscribir dos fincas, comenzó todo el proceso judicial que ayer tuvo final feliz.