CORRUPCIÓN

El caso Gürtel es cosa de hombres

El levantamiento del secreto de sumario en el caso Gürtel ha dejado al descubierto una trama corrupta, machista y casposa que utilizaba a las mujeres como meros floreros o actrices secundarias. Los 17 cargos del PP imputados o ex acusados son todos hombres.

Camps, en una imagen del pasado viernes.
El caso Gürtel es cosa de hombres
EFE

Como aquel famoso anuncio de brandy de los sesenta, Gürtel es cosa de hombres. El levantamiento parcial del secreto del sumario no solo ha dejado al descubierto una trama corrupta. También ha sacado a la luz una red que cerraba negocios en orgías con prostitutas de lujo, que utilizaba un lenguaje soez con las mujeres y que se jactaba de usar a las féminas como floreros.

 

Las estadísticas no engañan. Entre los 17 políticos del PP, alcaldes, parlamentarios y consejeros, imputados o ex acusados de haber recibido cerca de 5,5 millones de euros en sobornos no hay ninguna mujer. Solo lo son 12 de los 71 imputados iniciales en el Tribunal Superior de Justicia de Madrid y, en su inmensa mayoría, son esposas de, secretarias o administradoras puestas como atractivas pantallas para opacar sociedades.

 

La lectura de esas páginas retrotrae a las películas de Esteso y Pajares. Quizás porque Álvaro Pérez, 'el Bigotes', el hombre de la trama en Valencia, es sobrino político en la vida real de Pajares y, antes de casarse con una ex 'mamachicho', rodó con Pajares títulos como 'Los bingueros' o 'Yo hice a Roque III'.

 

El lenguaje de Francisco Correa, el engominado capo de la red, encaja al dedillo con el guión de cualquiera de esas películas. "Eran muy guarrindongas", "una fiesta con tías de puta madre", "todos allí en pelotas, cada uno con una tía"... Así se refería a la orgía con prostitutas que el alcalde de La Nucía montó para agasajar a la trama.

 

El empresario encarcelado, al que ahora ni su esposa le visita en Soto del Real, les ponía "casa" y les daba dinero "a millones" a las mujeres que le interesaban, según explica en otra grabación Isabel Jordán, administradora sobre el papel de dos de las empresas de Correa. Cuando el Bigotes y Correa descubrieron que Anticorrupción les pisaba los talones, ni siquiera investigaron. Como inquisidores, sin pruebas, dictaminaron que la principal sospechosa de la delación era Jordán, "la rubia hija de puta".

Fiscales más listas que ellos

Por las cabezas de Correa y el Bigotes no pasa en ningún momento la idea de que el traidor sea un 'machote' de esos con los que comparten supuestos viajes de negocios o puros y copas en el palco del Real Madrid mientras hablan de organizar un gran premio de Fórmula 1. Y menos aún que sea el ex concejal José Luis Peñas, ayudado por dos mujeres mucho más listas que ellos: las fiscales Concha Sabadell y Miriam Segura.

 

Es evidente que el 'sex appeal' del Bigotes y Correa no cautivó a las fiscales, pero tampoco funcionaba con las mujeres del PP. El líder de la trama reconoce en las grabaciones que ha intentado "machacar" a Esperanza Aguirre. Álvaro Pérez, en otro pinchazo telefónico, se queja de que Rita Barberá, a diferencia de Francisco Camps, no les da "nada".

 

La vicesecretaria general del PP, Ana Mato, por entonces esposa de uno de los principales imputados, Jesús Sepúlveda, siempre estuvo al margen de los enjuagues de su pareja con Correa y los suyos, según los datos del sumario. Tampoco Ana Botella -a pesar de que Correa en su declaración ante Garzón afirma que se "enamoró en el buen sentido" del Bigotes- movió un dedo por favorecer al grupo a pesar de que éstos desplegaron todos sus encantos para llegar a Aznar.

 

En esa trama corrupta las mujeres solo tienen papeles de segundonas. De esa circunstancia da cuenta la decisión el pasado 1 de octubre del actual instructor de la causa, Antonio Pedreira, de levantar la imputación a siete de los encausados. Cuatro de los siete primeros imputados que han quedado fuera del caso son mujeres. Todas con un mismo perfil: fueron utilizadas como simples peones para figurar a la cabeza de las mercantiles corruptas. Alguna de ellas, según el instructor, en realidad solo se dedicaba a "la recepción y entrega" de correos electrónicos.