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Cae otro de los primeros 'zapateristas'

La renuncia política del ex ministro de Administraciones Públicas Jordi Sevilla evidencia que acompañar al líder en sus inicios no garantiza el futuro. Caldera o López Aguilar también han quedado por el camino.

La pertenencia a Nueva Vía, el club de fundadores del 'zapaterismo', no garantiza la supervivencia política. El abandono de Jordi Sevilla, uno de los hombres que arroparon a José Luis Rodríguez Zapatero desde la primera hora, es la última muestra de un largo goteo que antes arrastró, entre otros, a Jesús Caldera, Juan Fernando López Aguilar, Antonio Cuevas y Álvaro Cuesta. Es su forma de entender la colaboración política, prefiere escuchar un "sí jefe, sí presidente" a un "no José Luis", dice uno de los que han descarrilado de aquella vía.


Nadie se ha ido del Gobierno, del Congreso o de la dirección del PSOE con un portazo. Todos reconocen a Zapatero su honestidad política, no se sienten traicionados ni purgados, pero no ocultan su mal sabor de boca y su sorpresa porque ellos, los que en 2000 enarbolaban la bandera de la renovación generacional, se han visto renovados a los pocos años por otros más jóvenes. El líder socialista, dicen en su círculo cercano, no quema colaboradores por quemarlos, sino que busca evitar que se repita la historia de Felipe González, que dejó un hondo vacío en el PSOE por la ausencia de un relevo.


Sevilla explica que no quería seguir en política para "apretar un botón" en las votaciones del Congreso, siente que ya no puede crecer políticamente desde su escaño por Castellón, fuera de la Ejecutiva socialista y con las puertas del Gobierno cerradas.


Las ilusiones de acceder a la Presidencia de la Fundación de Cajas de Ahorro, para lo que el papel del presidente del Gobierno hubiera sido fundamental, se convirtieron en humo. Su presencia pública se limitaba a ser el 'pepito grillo' de la política económica gubernamental. Se opuso, por ejemplo, a la desgravación universal de los 400 euros en el IRPF y rechazó la continuidad de la central de Garoña. Zapatero nunca se molestó por la falta de sintonía con su ex ministro de Administraciones Públicas, pero tampoco le dio cariño para que no se fuera.


El problema de la democracia española, reflexiona, es que no sabe qué hacer con sus ex, no solo ex presidentes, también con los ex ministros, que después de pasar por los oropeles del poder quedan a la intemperie política aunque estén en la plenitud vital e intelectual. No es un problema de Zapatero, también lo tuvieron González y José María Aznar. Pero Sevilla, con 25 años de actividad pública a sus espaldas, está empeñado en no atribuir a una supuesta perversidad del líder socialista su punto y aparte de la política y el paso a una empresa privada, la consultora PricewaterhouseCoopers, donde tendrá de vecino de despacho a otro ex, pero del PP, el que fuera secretario de Estado de Economía Luis de Guindos.


Motivos


Insiste en que no se va con rencor, y eso que motivos podría tener. Después de haber sido el 'profesor' de economía de Zapatero en los áridos años de la oposición, se encontró con que su alumno designó a Miguel Sebastián para redactar el programa económico del PSOE para las elecciones de 2004. Una vez nombrado titular de Administraciones Públicas, fue apartado del que debía ser asunto estrella de su departamento, la negociación del 'Estatut', y en 2007 fue destituido con el argumento de respetar la paridad en la remodelación ministerial de aquel año.


Hay dirigentes socialistas que atribuyen esta tendencia de Zapatero a prescindir de quienes fueron sus compañeros de armas de los primeros momentos a una especie de presidencialismo personalista que conduce a "borrar las huellas" de los inicios, a dejar fuera de la escena política a quienes mejor le conocen.


Sevilla es el primero del núcleo duro del 'zapaterismo' que deja la política, pues ha tenido la suerte de recibir una oferta, mientras otros compañeros suyos no y se aferran a lo que tienen. No es el único de los fundadores que ha tenido que atravesar el desierto. Jesús Caldera, amigo personal de Zapatero y uno de los catalizadores de Nueva Vía, pensó que tenía condiciones para ser vicepresidente, pero se quedó en ministro de Trabajo. Mantiene un asiento en la Ejecutiva y es el encargado del laboratorio de ideas del partido, pero su estrella se extingue.


Juan Fernando López Aguilar, otro de los que embarcó en la aventura de Zapatero, tuvo que dejar a regañadientes Justicia para competir por el Gobierno canario. ganó pero perdió porque no pudo gobernar, y, disciplinado, tuvo que emigrar al 'balneario' del Parlamento Europeo.