Arrimadas, de la miel en Cataluña a la hiel de no poder salvar Ciudadanos

La dirigente liberal se despide tras más de diez años y disipa los rumores que la situaban en las listas del Partido Popular de cara al 23-J.

La portavoz de Ciudadanos en el Congreso, Inés Arrimadas, durante la rueda de prensa ofrecida este jueves en el Congreso para anunciar que deja la política
La portavoz de Ciudadanos en el Congreso, Inés Arrimadas, durante la rueda de prensa ofrecida este jueves en el Congreso para anunciar que deja la política
ZIPI ARAGON

Inés Arrimadas dice adiós definitivamente a la política más de diez años después. El cataclismo electoral de Ciudadanos en el 28-M ha acelerado la renuncia a la vida pública de la que fuese la joven promesa de la política española y artífice de la primera victoria en Cataluña de un partido no nacionalista. La dirigente andaluza se despide con solo 41 años y pone fin así a los rumores que la situaban en las listas del PP de cara al 23-J.

"No hay mayor honor que haber representado a los españoles en un momento crucial de la historia de España", aseguraba hoy la hasta ahora portavoz parlamentaria desde una sala de prensa del Congreso casi llena pese a estar disueltas las Cortes. Su anuncio se producía la jornada posterior a la decisión del partido de no concurrir a las generales tras perder el pasado domingo la representación en casi todos los territorios. Una tesis que durante el cónclave del Comité Nacional se encargó de defender la propia Arrimadas y que le valieron este martes duras criticas por parte de sectores enfrentados con la actual dirección. Edmundo Bal, portavoz adjunto, la acusó, precisamente, de "querer buscarse la vida en el PP".

El ascenso y caída de la exlíder ha ido en paralelo al de su partido. Arrimadas nació en Jerez de la Frontera (Cádiz), donde vuelve en esta etapa de su vida, y es la menor de 5 hermanos. La familia fundó un despacho de abogados antes de que ella naciera. Su padre, concejal de la UCD -quizá por eso Arrimadas cita siempre a Adolfo Suárez como su referente político- en el municipio durante una legislatura, ya contaba con una vocación política de la que después ella haría gala.

La exdirigente andaluza se mudó a Barcelona a los 25 años, tras estudiar Derecho y Administración y Dirección de Empresas en Sevilla. En la Ciudad Condal trabajó como consultora durante unos años, antes de afiliarse a la formación naranja en 2011. Al año siguiente, en 2012, logró un asiento en el Parlament tras el éxito de Cs en unos comicios que le permitieron formar grupo parlamentario propio por primera vez. Allí se hizo un nombre en el panorama político, convirtiéndose en el principal azote del nacionalismo.

El éxito regional de la formación llevó a Albert Rivera a articular un proyecto nacional y dar el salto a Madrid tras las generales de 2015. La política liberal tomó las riendas entonces del partido en Cataluña, consiguiendo en 2017 la proeza de ganar las elecciones que se celebraron tras el 1-O. Pero Arrimadas no fue capaz de formar gobierno porque el independentismo seguía sumando mayoría y el hecho de no presentarse a la sesión de investidura le valió con el paso del tiempo reproches incluso de sectores de su propio partido.

Tras esa histórica victoria, Arrimadas acabó dando el salto a la política nacional, donde fue partícipe de la etapa más gloriosa de la formación naranja: en las generales de 2019 los liberales alcanzaron los 57 diputados y pudieron haber formado gobierno con el PSOE. Pero eso no sucedió, Cs naufragó en la repetición electoral de noviembre y Rivera puso fin a su etapa como presidente.

Arrimadas compitió contra Francisco Igea en las primarias que tuvieron lugar entonces y se convirtió en la sucesora del que había sido su mentor. Eso fue en marzo de 2020, unos días antes del inicio de la pandemia. La dirigente liberal apoyó en algunas medidas clave a Sánchez en aquel momento -como las renovaciones del estado de alarma-, modificando el veto total de Rivera al presidente del Gobierno. Una estrategia que muchos criticaron de puertas para dentro por lo que consideraban un giro a la izquierda. La fallida moción de censura en la Región de Murcia -las direcciones de Cs y PSOE maniobraron para apear del poder al PP allí-, una de las decisiones más controvertidas que tomó, contribuyó de especial forma al descalabro progresivo del partido -tras ese episodio Cs desapareció de la Comunidad de Madrid y casi lo hizo en Castilla y León- y al goteo de salidas de cargos, muchos al PP, que se han producido desde entonces.

Una refundación fallida

El batacazo en las andaluzas del pasado año iniciaría la marcha atrás de Arrimadas, quien anunció un proceso de refundación para sobrevivir a las citas electorales de 2023. También se produjo en enero una Asamblea General para elegir nuevos líderes. Arrimadas no lideraba ninguna lista, aunque apoyaba a la que resultó ganadora frente a la candidatura de Bal. Dos nombres hasta ahora desconocidos, Patricia Guasp y Adrián Vázquez, serían la bicefalia que dirigiría la formación, mientras que la expresidenta se quedaría en el puesto de portavoz parlamentaria. Pero Cs no fue capaz de remontar el pasado domingo y solo obtuvo 300.000 votos, un 1,35% del total. Una situación que deja herido de muerte a su partido, pero no a España, según dijo la propia Arrimadas en su despedida. "Estoy convencida de que lo mejor de nuestro país está por venir".

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