El rey emérito viaja a Vitoria por razones médicas antes de su regreso a Abu Dabi

El rey emérito salía de la vivienda de su anfitrión, Pedro Campos, pasadas las 17.15 en dirección al aeropuerto de Peinador, en la ciudad de Vigo. 

Don Juan Carlos, en el coche conducido por su amigo Pedro Campos, en dirección al aeropuerto de Vigo.
Don Juan Carlos, en el coche conducido por su amigo Pedro Campos, en dirección al aeropuerto de Vigo.
Lavandeira Jr/EFE

Tras pasar cinco días en la localidad gallega de Sanxenxo, Juan Carlos I se trasladó este domingo por la tarde a Vitoria, donde ha pasado la noche, con la idea de someterse a una revisión médica. El rey emérito hace años que mantiene una estrecha relación con los prestigiosos doctores e investigadores vitorianos Eduardo Anitua y Mikel Sánchez, premiados y reconocidos internacionalmente por su descubrimiento del plasma rico en factores de crecimiento y sus aportaciones a la medicina regenerativa. El primero, odontoestomatólogo, es una eminencia en el campo de la implantología oral y el segundo, traumatólogo, en artroscopia. Los dos le han tratado de diversas dolencias durante hace ya varios lustros.

Tanto Anitua como Sánchez han sido extremadamente discretos con todo lo concerniente al monarca, a quien han llegado a tratar en Madrid cuando así lo ha requerido la situación. Pese a su hermetismo, es de sobra conocido que tras años de contactos profesionales a los tres les une una buena amistad y de hecho han sido numerosas las ocasiones en las que han compartido consulta pero también mantel en Vitoria.

Don Juan Carlos sube al avión que lo llevará, presumiblemente, a Vitoria.
Don Juan Carlos sube al avión que lo llevará a Vitoria.
EP

Apenas ha trascendido nada más de las intenciones del rey emérito para estos días. Durante su estancia en Galicia para asistir a unas regatas, don Juan Carlos I ha mantenido un perfil discreto. Aparte de saludar a los periodistas y al público durante sus traslados desde la casa de su amigo Pedro Campos al club náutico, no ha hecho más gestos en público. Antes de llegar a Sanxenxo, el padre de Felipe VI viajó desde Emiratos Arabes a Londres para disfrutar del partido de la Champions entre el Chelsea y el Real Madrid en Stamford Bridge.

En un primer momento se creyó que don Juan Carlos podría ahora viajar a Barcelona a visitar a su amigo Josep Cusí. Finalmente, aterrizó por sorpresa en Foronda poco después de las siete de la tarde, adonde llegó en un avión privado. El monarca, que no oculta sus problemas de movilidad lo que le lleva ayudarse de un bastón, bajó las escaleras del jet con ayuda de su personal de confianza hasta entrar en una furgoneta Mercedes que le esperaba a pie de pista.

El emérito, a su llegada al aeropuerto de Foronda, en Vitoria.
El emérito, a su llegada al aeropuerto de Foronda, en Vitoria.
EP

Otra regata en junio

En la ciudad aguardaba su llegada el doctor y empresario Eduardo Anitua. Su clínica se halla en las afueras de la ciudad, en Armentia, y es una de las de mayor vanguardia del País Vasco, dotada con quirófanos y equipos radiológicos de última generación. Junto a ella se ubica BTI, el instituto que lidera desde hace siete años la lista de los centros con mayor producción científica en el campo de la biotecnología, y que también dirige Anitua.

Tras pasar consulta, el rey emérito pasará la noche en el domicilio del investigador. Se da la circunstancia de que la urbanización es muy cercana al domicilio de los Urdangarin. Se prevé que el monarca emérito pronto regrese a Abu Dabi. Eso sí, su salida de España no será por un tiempo prolongado. Planea volver a principios de junio con el objetivo de participar en otra regata. Esta visita generó cierto malestar en Zarzuela, ya que desoía el consejo de que la aplazara hasta después de las elecciones del 28 de mayo. Pese a que el emérito ha mantenido un perfil bajo, no será recibido por Felipe VI a objeto de no colocar a la monarquía en el foco de la precampaña.

Tranquilidad en Zarzuela

En Zarzuela se respira tranquilidad. El segundo viaje de don Juan Carlos a España desde que, en agosto de 2020, decidiera fijar su residencia en Abu Dabi transcurrió dentro de los límites de la normalidad que buscaba Casa Real. El bajo perfil público del rey emérito ha quitado un peso de encima en palacio y abre la puerta a que el padre de Felipe VI pueda regresar al país en el que reinó durante casi cuatro décadas con más frecuencia.

Había dudas, en realidad temor, a que la participación de Juan Carlos I en las regatas de estos días en Sanxenxo tuviera un resultado parecido a hace un año, cuando el emérito se dio un baño de multitudes en su regreso a España de su exilio voluntario, apareció sonriente ante la prensa y respondió con un polémico «explicaciones de qué» cuando un periodista le instó a seguir las indicaciones del Gobierno de coalición que aquellos días repetía, de boca del presidente Sánchez y también varios ministros, que su presencia en España era una buena ocasión para explicarse por las cuentas en el extranjero objeto de investigación judicial. Investigación, por otra parte, que fue archivada por la Fiscalía del Tribunal Supremo en la primavera pasada.

Pero esta vez su escasa presencia pública -se limitó a ir del aeropuerto a casa de su amigo Pedro Campos, y de ahí al puerto-, motivada en parte por el mal tiempo que le privó de participar en las regatas del fin de semana, abre un nuevo escenario, en el que tanto Zarzuela como don Juan Carlos parecen sentirse cómodos. La larga conversación de padre e hijo de mayo del año pasado parece haber calado en el emérito, consciente de que su presencia en España, a donde ya tiene previsto volver antes de verano, solo es posible si no daña a la institución.

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