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De Casado a Feijóo: la noche y los siete días que casi hunden al PP

Crónica del abismo al que se asomó el partido hace un año por la guerra del exlíder con Ayuso, que acabó con el dirigente gallego entronizado.

El presidente de la Xunta de Galicia y candidato a la presidencia del PP, Alberto Núñez Feijóo, (i) y el presidente saliente del Partido Popular, Pablo Casado, (d) Palacio de Congresos y Exposiciones de Sevilla
El presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, (i) y el expresidente del Partido Popular, Pablo Casado, (d) Palacio de Congresos y Exposiciones de Sevilla
Joaquin Corchero / Europa Press

Todo reventó la noche del 16 de febrero de 2022. Pero el cisma llevaba meses larvándose, en público y en privado. En la arena política, pero también en el terreno reservado de lo personal. Hacía meses que Pablo e Isabel, compañeros en el PP, amigos y aliados en la candidatura vencedora con la que él se aupó a la presidencia frente a Soraya Sáenz de Santamaría, habían pasado a ser, fríamente, Casado y Díaz Ayuso. Rivales bajo la misma sigla y el parentesco ideológico.

Aquella noche del invierno madrileño que afila los cuchillos, la prensa filtra la denuncia de la mandataria autonómica sobre el supuesto espionaje de Génova para tratar de aniquilarla por persona interpuesta: su hermano, al que Casado y su 'brazo armado', el secretario general Teodoro García Egea, señalan por su intermediación en la compra de 250.000 mascarillas para el Gobierno regional a un empresario amigo desde la niñez de los Díaz Ayuso. Un millón y medio de euros movido bajo la angustia de la pandemia.

La baronesa se revuelve, apunta y dispara contra su jefe de filas. Diez meses antes ha arrollado a la izquierda en unas autonómicas que consagran su espumeante liderazgo frente a un Casado que no despierta entusiasmos. El 31 de agosto de ese 2021, Díaz Ayuso prende la mecha que desembocará en una hostilidad caníbal al proclamar su derecho a encabezar también el PP en Madrid, una aspiración que encuentra eco en el 'barón de barones', el gallego Alberto Núñez Feijóo.

Pero eso, que Díaz Ayuso se haga con el control de la poderosa estructura del partido en Madrid, no figura en los planes de una dirección nacional desde la que García Egea ha extendido los tentáculos del poder interno con más apisonadora que bisturí. «Es la Gestapo», se llega a escuchar en las desconcertadas e indignadas filas populares. Donde unos ven la puñalada trapera de la deslealtad sobrevenida, otros malician los celos de un líder inseguro. Y el partido entra en una ciénaga de una noche y siete días que a punto está de engullirlo.

Miércoles, 16 de febrero de 2022

El estallido

El reloj del pulso inclemente entre Casado y Díaz Ayuso se detiene, para no volver atrás, a las 21:28 horas. Los medios empiezan a destapar la denuncia lanzada desde los despachos de la Comunidad sobre el presunto espionaje contra la presidenta ordenado por Génova, valiéndose de sus peones en el Ayuntamiento de Madrid -el alcalde, José Luis Martínez-Almeida, amigo de la baronesa y portavoz de la ejecutiva de Casado queda en medio del fuego cruzado-. A las 22:09, la dirección amaga con llevar a los tribunales a Díaz Ayuso por sus acusaciones, pero sí admite que el partido está investigando desde octubre la adjudicación del contrato de las mascarillas.

Jueves, 17 de febrero

Duelo al sol

El día amanece pronto, mucho, para el PP. El primero en comparecer, a las nueve, es Martínez-Almeida. El regidor relata que indagó sobre la posible contratación de un detective para espiar a Díaz Ayuso sin encontrar pruebas. La diana apunta a Ángel Carromero, su mano derecha y 'fontanero' de Génova. El sospechoso dimite esa misma tarde.

A las 13:34 horas, vestida de blanco y con las lágrimas a flor de piel, Díaz Ayuso deja claro que va a plantar cara a Casado por su trato «cruel». Génova contraataca hora y media después con una rueda de prensa de García Egea y de Andrea Levy, reconocida 'casadista' comandada para dirigir el expediente informativo abierto a la baronesa.

Viernes, 18 de febrero

Feijóo irrumpe

Con el partido abierto ya en canal, Casado acude a la Cope y eleva la apuesta al sugerir que su vieja amiga ha podido incurrir en «tráfico de influencias» y que aspira a controlar Madrid para parapetarse si hay problemas. A media mañana, la presidenta reconoce que su hermano percibió 55.850 euros de la Comunidad, pero niega cualquier 'mordida' y justifica el contrato como 'conseguidor' en China de las mascarillas en un trance de extrema necesidad.

Casado y Díaz Ayuso acaban viéndose secretamente esa tarde en Génova. Para entonces, Feijóo ya ha tirado de su ascendiente urgiendo a taponar la sangría interna y, lo más relevante, agitando el fantasma de un congreso extraordinario. O cae Casado, o cae Díaz Ayuso, o caen ambos.

Sábado, 19 de febrero

La claudicación

El pulso empieza a decantarse hacia la presidenta madrileña. A media tarde, Génova da a conocer una decisión a todas luces sorprendente dada la gravedad de las imputaciones aireadas: que acepta las explicaciones de la baronesa y da carpetazo al expediente que parecía irrenunciable. El partido es un polvorín que presiona a un Casado ya en el rincón del ring.

Domingo, 20 de febrero

El abandono

El líder soporta como puede un domingo de vía crucis. Enclaustrado con el único apoyo de su guardia pretoriana -García Egea, Ana Beltrán, Pablo Montesinos y Antonio González Terol-, ve cómo va perdiendo el respaldo de sus barones, de los medios próximos a la derecha y de la militancia. Génova registra a sus puertas una manifestación de simpatizantes de Díaz Ayuso. El líder convoca a su ejecutiva el lunes, resistiéndose a sacrificar a García Egea. Y a irse por iniciativa propia.

Lunes, 21 de febrero

El amotinamiento

El presidente de los populares y sus fieles se atrincheran en Génova, en un intento de reunir a cargos que aún creen afines para armar un ejército de resistencia frente a una oposición ya mayoritaria. Feijóo, investido con el generalato de los barones, invita a su líder a tomar «la última decisión». Un eufemismo con grelos.

Martes, 22 de febrero

La soledad

Casado tiene que asumir por la fuerza de los acontecimientos que su etapa en el PP está a punto de ser finiquitada. Cunde la convicción de que se ha convertido en un obstáculo que hay que remover para empezar a salir del túnel infernal. Ese día, le abandona su grupo en el Congreso. Quema un cartucho a la desesperada con la marcha de García Egea. Está, ya, definitivamente solo.

Miércoles, de febrero

La puntilla

El presidente caído pero aún no formalmente derrocado se despide -siete minutos, dos ovaciones, desafección en los propios e incomodidad en los rivales- del Congreso de los Diputados que no volverá a pisar. Por la tarde se reúne en Génova con todos sus barones, que le han ido empujando a la puerta de salida. De la manera más inesperada y traumática, Feijóo enfila hacia Madrid con la aclamación que siempre pidió y Rajoy no le concedió.

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