Bastante más que una bronca entre diputadas

Los últimos choques verbales en el Congreso han tenido a las políticas como protagonistas: ellas no son las únicas que polarizan el debate, pero están bajo un mayor escrutinio.

La ministra de Igualdad, Irene Montero, en el Congreso
La ministra de Igualdad, Irene Montero, en el Congreso
Efe

¿Qué hay detrás del fenómeno? Los más recientes y sonados enfrentamientos en el Congreso, o los que han tenido mayor eco, han sido protagonizados por diputadas: la ministra de Igualdad, Irene Montero, lanzando al PP la acusación de que "promueve la cultura de la violación" y la diputada de Vox Carla Toscano con su ataque machista previo a la titular de Igualdad, de quien dijo que su "único mérito" "es haber estudiado en profundidad a Pablo Iglesias".

¿Hay algo singular en estos exabruptos de las diputadas? Se puede establecer un paralelismo con algo sucedido esta semana. La primera ministra finlandesa, Sanna Marin, afeó a un periodista que preguntó si la reunión con su homóloga neozelandesa, Jacinda Ardern, se debía a "sus edades parecidas" y a sus "cosas en común". Marin contestó que el motivo de su encuentro no era cuestión de género, sino su condición de primeras ministras. De ese cariz es la respuesta de Ángeles Álvarez, exdiputada del PSOE: los choques son entre mujeres porque son ellas las que ocupan los cargos más prominentes del ámbito en discusión, las políticas de Igualdad.

La jueza y exalcaldesa de Madrid Manuela Carmena enmarca la cuestión en un contexto en el que "el feminismo es un movimiento victorioso y ascendente". Por eso recibe ataques fuertes que llegan a la descalificación personal de sus representantes. Pero, añade, el feminismo debe saber responder persuadiendo y con pedagogía, no con agresividad y adoptando dejes asumidos como masculinos. Carmena abunda en ello: afirma que las mujeres tienden a adoptar actitudes consideradas propias de los hombres "sobre todo en cargos de autoridad".

¿Feminización de la política?

Ello puede explicar que la creciente presencia de mujeres en política no haya llevado al cambio en el modo de funcionar de lo público. Pero la profesora de Filosofía de la UNED Alicia Miyares ve vacía la expresión "feminización de la política", salvo por el hecho de que se alimenta de estereotipos: no cree que haya valores propiamente femeninos o masculinos que puedan trasladar unas u otros a la política.

Mujeres enfrentándose, y el tema de la disputa son las políticas de Igualdad. ¿Cómo es posible? Las feministas siempre contestan a esta pregunta con la reflexión de que las mujeres no son un colectivo uniforme; son diversas, pertenecen a diferentes clases sociales y tienen intereses a veces contrapuestos. "Entre las mujeres siempre ha habido feministas y antifeministas", expone Pilar Toboso, catedrática de Historia en la Universidad Autónoma de Madrid, que añade que entre las propias feministas también se proyecta una agria disputa por su diferente visión del movimiento, en particular entre las protagonistas de la ola de los 80 y los 90 y las actuales.

Las mujeres, más criticadas

Toboso resalta que se coloca un foco más potente y crítico sobre las mujeres, porque hay menos tradición de verlas en cargos importantes y, por eso, están bajo continuo escrutinio. Ello puede tener como resultado, quizás no consciente o no buscado, que terminen optando por no postularse a responsabilidades públicas.

Episodios como los recientes ponen de relieve el desconocimiento de los términos acuñados por los estudios feministas, según Toboso. Por ejemplo, el concepto sociológico de "cultura de la violación" existe y se utiliza desde los años 70, pero Miyares critica la manera en que lo empleó Irene Montero: "Cuando usas la descripción de una realidad para lanzársela al principal partido de la oposición, la estás banalizando".

Miyares "no compra" que los choques dialécticos sean diferentes al estar protagonizados por mujeres y atribuye los últimos acontecimientos a la "búsqueda de confrontación" y a la "polarización alentada por Vox y por Podemos". Álvarez lo comparte y da un paso más, al afirmar que ahora "el problema es que se están utilizando los derechos de las mujeres para provocar tensión política", mientras que para Carmena lo que subyace es la degradación de los procesos democráticos.

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