La victoria del 82

Cuarenta años del cambio por hacer

El PSOE no creó los 800.000 empleos prometidos y tampoco sacó a España de la OTAN, pero protagonizó la integración en Europa y universalizó la sanidad

[[[HA ARCHIVO]]] Id: 1980-40739 Fecha: 01/10/1982 Propietario: Archivo Heraldo de Aragón Autor: descri: ELECCIONES GENERALES 1982. MITIN DE FELIPE GONZÁLEZ EN LA PLAZA DE TOROS DE ZARAGOZA. Ruta del archivo original
Mitin de Felipe González en octubre de 1982
Archivo HERALDO

Hace hoy cuarenta años, el 28 de octubre de 1982, España asistió a la mayor victoria electoral de su recuperada democracia. Aquella noche histórica, el PSOE logró el 48,1% de los votos y 202 diputados con una participación que alcanzó el 80%. La campaña hacia las urnas también batió marcas con mítines multitudinarios. Los comicios de 1982 supusieron, en palabras de entonces del sociólogo Julián Santamaría, “un auténtico plebiscito en apoyo de la democracia”. Además, por primera vez tras el franquismo llegaban al Gobierno un partido y unos políticos que habían operado en la clandestinidad durante la dictadura.

Felipe González ganó las elecciones con el lema 'Por el cambio'. En su programa, el PSOE se quejaba de que los primeros gobiernos de la Transición habían frustrado “las esperanzas de modernización y de transparencia” y que habían “contemporizado con los grupos más reaccionarios y egoístas”. Pero el cambio no quería ser solo político. Aspiraba a serlo del conjunto del país. Lo consiguió. Aunque no sin frustraciones.

800.000 puestos de trabajo

El foco del programa era la economía. Tras consolidarse la Transición política, había que afrontar la crisis económica, lo que se planteó con un plan socialdemócrata moderado y con el corsé de los Pactos de la Moncloa. El PSOE marcó como “objetivo prioritario” el trabajo y prometió “crear más de 800.000 empleos netos” en la legislatura contra el criterio de los economistas del partido, que avisaban de lo imposible de su cumplimiento. De hecho, no se pudo detener la escalada del paro. Al final de 1982 había casi 2,3 millones de desempleados, que al término de la legislatura eran tres, con el desempleo en el 20,6%.

Pero medidas laborales prometidas sí vieron la luz. En síntesis, se abogaba por una jubilación más temprana y la rebaja de la jornada que facilitaran la incorporación de los jóvenes al empleo. Así, se detallaban medidas como la rebaja del retiro a los 64 años, que se cumplió a medias con la creación de la modalidad de la jubilación especial a esa edad para fomento del trabajo. También se prometió la creación de los contratos de relevo, consistentes en la jubilación de trabajadores mayores de 60 años y su sustitución por jóvenes, que se hicieron realidad con una modificación del Estatuto de los Trabajadores que incluyó la contratación temporal para el fomento del empleo.

Lo que nunca llegó a ser una realidad fue la jornada de 35 horas que se planteaba a medio plazo ni la ley de huelga. Los socialistas prometieron la jornada de 40 horas y 30 días de vacaciones. Y antes de acabar 1982 lo habían remitido al Congreso.

Reconversión industrial

El PSOE se proponía abordar de verdad la reconversión industrial que había iniciado tímidamente la UCD siguiendo la directriz de la OCDE para los países avanzados. Los socialistas, conscientes del retraso español en este terreno, plantearon el sacrificio de las factorías obsoletas y el impulso de nuevas actividades. Las normas aprobadas en 1983 y en 1986 marcaron la senda legal del proceso y el historiador Luis Enrique Otero valora que al final de la legislatura la reconversión industrial había cubierto el 80% de sus objetivos. Aunque ello se vivió con conflictividad política y social y con damnificados: a consecuencia de las decisiones del Gobierno perdieron su trabajo 83.000 obreros y en la industria la fuerza laboral quedó mermada en casi un millón de efectivos.

Deflactación fiscal

Los socialistas querían culminar la reforma fiscal iniciada en 1977 en áreas pendientes: imposición patrimonial, regulada en 1991, o el IVA, con una norma de 1985. En el IRPF, respecto a un debate que ha recuperado actualidad, el PSOE abogaba por la deflactación de la tarifa (“se corregirán los efectos de inflación regularmente, con el objetivo de mantener como mínimo la renta real”).

La medida se puso en práctica en varios presupuestos. Aunque la inflación se atacó sobre todo con moderación de sueldos: en la primera legislatura socialista la participación de las rentas salariales en la renta nacional cayó cinco puntos mientras mejoraban los beneficios empresariales.

Extensión de la educación

El objetivo educativo era la escolarización entre los 2 y los 16 años, con los niños de 4 y 5 como prioridad. Además, el programa socialista buscaba el aumento de la tasa de escolarización para jóvenes de 16 a 18 años mediante un sistema flexible que incluyera la expansión de la educación permanente o de la Formación Profesional.

No fue hasta la LOGSE, en 1990, cuando la educación obligatoria llegó a los 16 años. Pero no se extendió por debajo de los seis, si bien la norma garantizaba plazas suficientes para niños y niñas que quisieran ir a la escuela. Entre 1985 y 1996, la tasa de escolarización de jóvenes entre 16 y 19 años pasó del 52,7% al 71,4%.

Vivienda pública y en alquiler

En vivienda, el PSOE establecía que la promoción pública sería sobre todo municipal y en alquiler, mientras que la vivienda protegida en régimen de propiedad estaría afectada por una cláusula de recompra o tanteo en favor del Estado cuando los adjudicatarios desearan venderlas. Y había objetivos de producción. Debía registrarse un ritmo anual de construcción de 145.000 viviendas de protección oficial: no se llegó a esa cifra, pero nunca en democracia se han construido más pisos protegidos que entre 1982 y 1987, cuando supusieron más de la mitad de todos los que se levantaban.

El objetivo total, entre libre y protegida, era alcanzar las 400.000 viviendas al año, volumen que no se alcanzó hasta el año 2000. La apuesta por el alquiler no se percibió en las estadísticas. Si en 1981 suponía el 20,8% del parque, en 1991 había caído hasta el 15,2%. Y cuarenta años después de las elecciones de 1982, la vivienda social apenas supone el 2,5% del total.

Sanidad universal

En abril de 1986 se aprobó la más importante de las normas sanitarias comprometidas: la Ley General de Sanidad. Es el gran legado del PSOE y de su ministro de Sanidad, Ernest Lluch, asesinado por ETA 14 años más tarde. La ley implicaba el cambio de un modelo basado en la cobertura contributiva de los seguros financiados por cotizaciones sociales a una concepción universalista de la sanidad financiada por impuestos haciendo efectivo el derecho a la salud. Cuando los socialistas llegaron a Moncloa, la cobertura no alcanzaba el 80% de la población y con la norma se amplió al 99%.

Ley de supuestos para el aborto

El PSOE también prometía la ampliación de derechos y libertades. Destacó la regulación en 1985 de la interrupción del embarazo en situaciones como peligro para la vida de la mujer, riesgo de nacimiento con graves patologías físicas o psíquicas y violaciones. Fue la ley de supuestos, previa a la de plazos ahora vigente.

Sí a la UE... y también a la OTAN

Un gran incumplimiento del PSOE se produjo en la estrategia exterior. El programa reafirmaba su filosofía contra la política de bloques y la pertenencia a la OTAN. Con la victoria electoral y el inicio de los contactos internacionales, González viró al atlantismo y en 1984 la posición del partido ya era defensora de mantenerse en la organización. El Gobierno sí cumplió con la convocatoria del referéndum sobre la continuidad en el pacto atlántico, pero con los socialistas haciendo campaña a favor de seguir.

El PSOE insistió en que, para entrar en Europa, había que mantenerse en la OTAN, premisa no enteramente cierta. Pero el Gobierno firmó el tratado de adhesión a la Comunidad Económica Europea en junio de 1985. La integración efectiva tuvo lugar el 1 de enero de 1986. Fue el mayor éxito de la política socialista de la década de los 80 y uno de los hitos de la Historia española reciente que tuvo que superar barreras muy importantes; sobre todo los recelos de Francia, ante quien hubo que hacer cesiones en materia agrícola. Pero el saldo de la pertenencia a Europa, tantas décadas deseada, resultó ser muy favorable al país.

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