"Por el cambio": los diez millones de votos que encumbraron a Felipe

Esta semana se cumplen cuatro décadas de la llegada a la presidencia de Felipe González, que consiguió el 48,4 % de los sufragios frente a la derecha.

Felipe González y Alfonso Guerra saludan desde uno de los balcones del hotel Palace a los seguidores y simpatizantes del PSOE, tras conseguir el triunfo en las elecciones legislativas
Felipe González y Alfonso Guerra saludan desde uno de los balcones del hotel Palace a los seguidores y simpatizantes del PSOE, tras conseguir el triunfo en las elecciones legislativas
EFE

Apenas siete años después de la muerte de Franco y con una democracia todavía frágil, diez millones de españoles decidieron votar hace cuarenta años "Por el cambio" y apoyar a un joven y carismático Felipe González, que consiguió encumbrar al PSOE y hacerse con el poder en las elecciones del 28 de octubre de 1982, de las que se cumplen esta semana cuatro décadas.

Era la primera vez desde la II República en la que el PSOE ganaba unas elecciones nacionales logrando el 48,4 % de los sufragios frente a la derecha de Coalición Popular, encabezada por Manuel Fraga, que obtenía el 26,5 % de los votos.

Los comicios, que fueron anticipados un año antes por la crisis de gobierno de la Unión de Centro Democrático (UCD), que estaba ya en plena descomposición, hicieron que Felipe González -con Alfonso Guerra como mano derecha- lograra la noche del 28 de octubre una aplastante mayoría: 202 diputados y 134 senadores.

Con una participación del 80 % en una población de casi 38 millones de españoles, miles de personas se echaron a la calle para celebrar este histórico triunfo de la izquierda, en el que también participaron votantes de centro derecha que apostaban por la modernización de la economía, la apertura de España al exterior y sobre todo por el fortalecimiento de la democracia.

"Se han celebrado con limpieza las terceras elecciones generales y con ello quien gana; más que un partido concreto es la democracia del pueblo español", anunciaba Felipe González en sus primeras declaraciones públicas después de conocerse que el PSOE había ganado las elecciones.

El hundimiento de la UCD consecuencia de sus luchas internas, escisiones y fugas del partido, afectado por crisis como la del "aceite de colza", allanó el camino al PSOE y a Felipe González, que hasta 1982 había ejercido como jefe de la oposición.

El sevillano, elegido diputado en 1977 y protagonista de la firma de los "Pactos de la Moncloa" tras la dictadura franquista ya había dejado entrever su carisma en 1980 cuando presentó una moción de censura al gobierno de Adolfo Suárez, que aunque no prosperó, sirvió para apuntalarle como candidato a La Moncloa.

De hecho, la victoria de González llegó tras el triunfo del PSOE en las primeras elecciones municipales de la democracia, en abril de 1979, cuando obtuvo la mayoría de las alcaldías de España.

"Las próximas elecciones generales serán una buena ocasión para que los ciudadanos españoles recuperen su protagonismo directo y relancen su voluntad de progreso y solidaridad", señalaba el programa electoral "Por el Cambio", de 47 páginas y con el logo 'rosa en puño'.

El programa electoral

Se hablaba de transparencia en las estructuras del Estado, de la entrada de España en el Mercado Común Europeo y de la modernización de las infraestructuras, aunque la prioridad era crear empleo: 800.000 puestos de trabajo en cuatro años.

Pero también el PSOE se centraba en los jubilados y en subir la "ridícula pensión de 5.500 pesetas", o en la educación, para garantizar la escolaridad a los menores de 16 años. Proponían una reforma tributaria para "generalizar" el pago de impuestos y que la jornada laboral fuera de 40 horas semanales con 30 días de vacaciones.

Aprobar una ley de Huelga y otra de Libertad Sindical aparecía en su programa, que también incidía en un servicio nacional de salud o en la construcción de 400.000 viviendas al año.

Y la ilusión caló en la ciudanía 

La ilusión de un nuevo tiempo se había instalado en la mayoría de la sociedad después de que los socialistas prometieran en campaña relanzar al país. En su propaganda electoral se veía la imagen de un Felipe González mirando al horizonte y con un angelical cielo azul de fondo.

Canciones de esperanza para "cambiar la tierra" y vídeos en los que se abrían puertas y ventanas de casas por las que se colaban paisajes de montañas y mares, calaron en la ciudadanía.

La noche electoral

Los socialistas siguieron la noche electoral del 28 de octubre en el Hotel Palace de Madrid. La primera sede del PSOE, en la madrileña calle de Santa Engracia, se quedaba pequeña para esta victoria que tampoco pilló por sorpresa.

Los mítines habían resultado eufóricos, sobre todo tras la declaración de Alfonso Guerra de "poner a España que no la va a conocer ni la madre que la parió".

"Por que yo no sé si vamos a ganar, pero sí sé que hay que ganar para consolidar la democracia", repetía Guerra.

Días después, Felipe González, vestido con traje y corbata, con semblante serio y algo abrumado -tal como él mismo ha reconocido recientemente- entraba en uno de los salones de Palace arropado por Alfonso Guerra y por el entonces alcalde de Madrid, Enrique Tierno Galván, que exhibían rosa roja en la solapa.

En la sala no cabía ni un alfiler y González aseguraba: "estamos dispuestos y preparados para asumir la responsabilidad que el pueblo español nos ha confiado".

Su declaración duró menos de cinco minutos y la hizo subido en un atril y flanqueado por la bandera de España y por la primera bandera del PSOE, la de la pluma y el yunque, que representa la unión del trabajo físico e intelectual.

Con 40 años y sin saber que estaría en la Moncloa casi 14 años más (desde 1982 hasta 1996) González hacía un llamamiento los españoles para que mantuvieran la calma.

"A la serenidad...para evitar cualquier tipo de equívoco", decía, ante la frágil democracia de entonces.

Y es que la multitud se echó a las calles para aplaudir al nuevo presidente frente al hotel Palace y allí se pudo ver la icónica imagen de Felipe González y Alfonso Guerra, cogidos de la mano, saludando desde una de las ventanas del hotel.

La II legislatura

Casi un mes después de ganar las elecciones, el 30 de noviembre de 1982 el Congreso celebraba la sesión de investidura de Felipe González que concluyó con 207 votos a favor, 116 en contra, 21 abstenciones, 1 en contra.

El hemiciclo se tiñó de rojo y con un discurso basado en la paz, la unidad y el progreso, el nuevo presidente, afirmó que se inspiraba en gente como mujeres amas de casa, empleados de la banca o en los jóvenes universitarios.

"La paz, la unidad y el progreso son ellos", recalcó ante las miradas de Adolfo Suárez (UCD), Manuel Fraga (CP), Miquel Roca (Minoría catalana), Landelino Lavilla (Grupo Centrista) y Santiago Carrillo (PCE).

Tras su investidura echó a andar el nuevo gabinete de 15 ministros, todos hombres, encabezado por González y su vicepresidente Alfonso Guerra.

Tendrían que pasar otras seis elecciones generales y otros seis gobiernos de González para que el conocido como 'Isidoro', cuando lideraba un PSOE clandestino, fuera desbancado por un joven José María Aznar, que presidía el PP y que le arrebató el poder.

Eso sí, sin la aplastante mayoría de González, que jamás se ha vuelto a repetir en España.

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