Díaz se da un año para labrar un nuevo "contrato democrático" de una década

Presenta 'Sumar' como un "movimiento ciudadano" que "no va de partidos ni de siglas", sin anticipar su programa y sin atarse a si será o no candidata

Yolanda Díaz en el arranque de 'Sumar' con amplio respaldo de cargos de partidos
Yolanda Díaz en el arranque de 'Sumar' con amplio respaldo de cargos de partidos
EFE/EP

El Matadero de Madrid, este viernes reconvertido en centro cultural, escenificó una mezcla de acto político, entrenamiento anímico y catarsis colectiva. Bajo un solazo mesetario de 35 grados pasadas las ocho de la tarde, con gentes haciendo cola desde las cinco y un retraso de media hora larga que despertó palmas y algún pitido, Yolanda Díaz echó a andar su plataforma Sumar entre gritos de "presidenta" de los cientos de simpatizantes -5.000, según la organización- congregados al aire libre y en medio de las ganas de fiesta del Orgullo que copan la capital española.

 Aunque era el banderazo de salida al "proceso de escucha" con el que va a recorrer todo el país en los próximos seis meses, quedó claro que la expectación que reinaba era por escucharla a ella. Y lo que dijo la vicepresidenta segunda del Gobierno es que pese a los apremios que están menudeando a su alrededor, sobre todo tras el fiasco de las izquierdas en las elecciones andaluzas, no tiene ninguna prisa. Y que "se sumará" -es decir, decidirá si opta a la Moncloa- "si vosotros queréis".

Fue un acto sin presencia -como pidió Díaz- de líderes de Unidas Podemos ni de cualquier otro partido; en el que tomaron la palabra una decena de profesionales comprometidos con el activismo social -de un 'rider' a un empleado de Amazon pasando por una profesora, una psiquiatra o una cuidadora-; con vídeos de apoyo del actor Antonio de la Torre, los escritores Manuel Rivas y Bernardo Atxaga y el cantante Kiko Veneno; y cantos al amor, la esperanza, la alegría, el cuidado y la no resignación cuajando el ambiente. Díaz admitió que se le está haciendo llegar que va "lenta" con el lanzamiento de su nuevo proyecto político. Pero lejos de mostrar intención de acelerar el paso, llamó a "la calma" y sentenció que queda "un año" por delante para "pensar bien" qué es lo va a hacer en conjunción con los que se adhieran a su iniciativa. Porque su objetivo, proclamó, es alumbrar un "movimiento ciudadano" -Sumar "no va de partidos ni de siglas", avisó- que dé lugar a "nuevo contrato social y democrático" para "la próxima década".

Micrófono en mano, con ropa veraniega y en zapatillas, la vicepresidenta desgranó lo que es Sumar: una apuesta inequívoca por la educación y la sanidad pública, por que "la democracia" llegue a la economía, por que las eléctricas "dejen de forrarse a costa de los cinco millones de pobres energéticos", por distribuir más equitativamente las cargas del IRPF comprometiendo a los "hiperricos", por impedir que la derecha contagie "el miedo y la resignación" y por una Europa "más social, afectiva, de paz y que busca la paz". Fue su alusión velada a la incomodidad por el gasto en Defensa que está tensando el Gobierno. Díaz también dijo ser consciente de que parte del electorado está "harto del ruido" -no precisó si también del que generan los dos socios del Consejo de Ministros- y de su desafección por la política. Pero más allá de las palabras grandes -ese amor, la libertad, la justicia, la ternura, el soñar...- con que pespunteó su alocución, no hubo un esbozo de cuál puede ser su programa, condicionado a los 'inputs' que reciba. Por momentos, el Matadero recordó a las asambleas del Podemos inaugural, menos aguerrido y con tono más balsámico.

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