Toneladas de boletus, castaños centenarios, miles de animales: todo lo que ha matado el fuego en Zamora

“El efecto ecológico adverso estriba, sobre todo, en la calcinación de varios millones de árboles”, explican los expertos.

Protestas contra la actuación da la Junta de Castilla y León en el incendio de la Sierra de la Culebra.
Protestas contra la actuación da la Junta de Castilla y León en el incendio de la Sierra de la Culebra.
Nacho Gallego/EFE

El incendio forestal en la Sierra de la Culebra (Zamora) supondrá unas elevadas pérdidas en la producción micológica de la zona que se estima en 200 toneladas de boletus al año durante dos decenios, que suponen unos tres millones de euros al año, según un estudio de la cátedra de micología de la Universidad de Valladolid.

Los investigadores de esta cátedra, dirigida por el ingeniero de Montes Juan Andrés Oria de Rueda, llevan más de 30 años realizando extensos y detallados estudios ecológicos, forestales y micológicos en esta comarca zamorana.

En este sentido, Oria de Rueda explica "las trágicas consecuencias ecológicas y micológicas" del incendio forestal en la Sierra de la Culebra (Zamora), con unas 30.000 hectáreas quemadas.

“El efecto ecológico adverso estriba, sobre todo, en la calcinación de varios millones de árboles”, afirma. Sobre todo robles y pinos, pero también encinas, alcornoques y castaños.

“Y en menor medida, álamos temblones, chopos, fresnos, abedules y alisos, que, curiosamente, han funcionado como pantallas cortafuegos”, como señala el profesor Pablo Martín Pinto, Catedrático de Lucha y Prevención de Incendios Forestales en la Universidad de Valladolid y subdirector de la Cátedra de Micología.

Uno de las pérdidas más preocupantes y difíciles de restaurar es la calcinación de cientos de castaños seculares y monumentales, hábitat prioritario europeo y en peligro de extinción, además de la quema de varias turberas, de muy costosa rehabilitación.

Además de las pérdidas de valor de biomasa y madera útil de pino, roble y castaño, han subrayado "las elevadas pérdidas de producción micológica, riqueza muy destacada en bosque y algo menor en áreas de matorral.

En concreto, aseguran que es especialmente grave el daño causado en los pinares de más de 40 años productores de Boletus pinophilus y los montes de roble, encina y castaño productores de Boletus aereus y Boletus edulis y Amanita caesarea.

Según los expertos, estos hábitats tardarán más de 20 años en recuperarse.

"Calculamos unas pérdidas micológicas en la zona de 200 toneladas de Boletus al año durante dos decenios al menos, lo que corresponde a unos tres millones de euros al año", afirma Oria de Rueda.

Sin olvidar que uno de los aspectos más trágicos de este incendio ha sido la muerte masiva de varios miles de colonias de abejas y otros insectos polinizadores, cuya pérdida ecológica es superior al económico de miel, cera o apiarios, pues serán necesarios varios años para su recuperación.

Entre los aspectos faunísticos destacan la muerte de, al menos, varios miles de animales, ciervos, corzos, lobos, tejones, zorros, garduñas, liebres, reptiles, murciélagos y aves, incluyendo varios cientos de nidos de rapaces (azor, águila calzada, ratonera o buchona, culebrera, milano real y negro, azor, gavilán, alcotán, búho chico, cárabo) y otras especies amenazadas, que suponen uno de los atractivos de ecoturismo en la zona.

Además, aseguran que con este "megaincendio forestal" se han liberado enormes cantidades de gases de efecto invernadero, y estiman que se han emitido medio millón de toneladas de CO2 a la atmósfera por la quema de la biomasa forestal de árboles, arbustos y matorrales, lo que supone "una nefasta contribución al cambio climático".

Tanto Oria de Rueda como Pablo Martín aseguran que hay que proponer y realizar una gestión activa y técnica de los montes para "evitar que vuelva a sufrirse un incendio de estas dantescas proporciones".

En este sentido, señalan que recientemente han publicado una Guía Técnica de Gestión de Matorrales Ibéricos, para prevenir incendios forestales y promover la producción micológica, editada por el Ministerio de Transición Ecológica y Reto Demográfico, que supone una propuesta útil y de valor ecológico para evitar que se vuelvan a repetir estos episodios destructivos.

Esta guía permite diseñar y aplicar técnicas para gestionar los matorrales, como los fuegos técnicos o quemas prescritas, rozas tradicionales, siegas y mantenimiento del mosaico en el paisaje, plantaciones de robles y castaños cortafuegos y uso de la ganadería autóctona.

Precisamente, inciden en la importancia del empleo de las razas de ganado autóctono de la zona como un medio esencial para prevenir los “megaincendios”.

Consideran que razas como la vaca alistano sanabresa, la cabra serrana, la montaraz oveja carbayesa, la burra zamorano-leonesa o la yegua asturleonesa, son "utilísimas porque actúan como auténticas y eficaces bomberas al controlar el matorral seco".

De hecho, como señala Oria de Rueda, aproximadamente la mitad de la superficie quemada en la Sierra de la Culebra es matorral pirófito (que arde muy fácilmente) y envejecido de brezos, escobas, jaras y chaguazos, además de carqueixas, que destacan por su enorme inflamabilidad.

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