Felipe VI, ocho años de difícil reinado

El desafío independentista y la pandemia han marcado los primeros años del Rey, volcado en la ejemplaridad.

El 19 de junio de 2014, Felipe de Borbón y Grecia fue proclamado Rey de España ante las Cortes.
El 19 de junio de 2014, Felipe de Borbón y Grecia fue proclamado Rey de España ante las Cortes.
J. J. Guillén/EFE

"Una Monarquía renovada para un tiempo nuevo". Es la frase más recordada del discurso que pronunció Felipe VI en su proclamación como Rey, hace hoy ocho años. Ese 19 de junio de 2014, el nuevo jefe del Estado se comprometió ante el Poder Legislativo reunido en pleno a mirar hacia delante, a ser un ejemplo para los españoles, a los que prometió servir con lealtad, siempre consciente del momento histórico que le tocaba vivir como monarca y de las nuevas generaciones a las que se dirigía.

Echando la vista atrás, no está siendo un reinado fácil para Felipe VI. La inestabilidad política –que estrenó cuando apenas llevaba año y medio en la Jefatura del Estado-, con un Parlamento cada vez más fragmentado, el desafío soberanista en Cataluña, la pandemia de coronavirus... Y los escándalos en torno a su familia: primero, su hermana Cristina; después, su padre, el rey Juan Carlos.

Una encuesta publicada por 20 Minutos coincidiendo con el séptimo aniversario de la proclamación concluía que el 77% de los españoles consideraba que el reinado de Felipe VI ha comenzado en un periodo marcado por "muchas más complicaciones y dificultades de lo usual". A pesar de estos contratiempos, una gran mayoría de ciudadanos aprueba con nota la labor del monarca. En ese mismo sondeo, publicado el pasado año, casi tres de cada cuatro españoles (74%) aseguraban que el Rey «ha sabido desempeñar adecuadamente sus funciones", nueve de cada diez (89%) valoraban que está "bien preparado y capacitado para el cargo que desempeña", y el 79% creía que "se esfuerza por consolidar y defender la actual democracia parlamentaria española" dentro de lo que "le permiten sus funciones constitucionales".

Y así se lo han reconocido también los que más le han tratado. En la víspera del quinto aniversario de su proclamación, el Monarca coincidió con los expresidentes del Gobierno Felipe González, José María Aznar, José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy, con motivo de la reunión del patronato del Real Instituto Elcano. Allí se le rindió un homenaje por sus esfuerzos para "asentar en España un orden constitucional y democrático moderno a la altura de los tiempos".

Felipe VI lo tuvo claro desde el principio: la opacidad de la institución se tenía que acabar. Su obsesión: ejemplaridad, ejemplaridad, ejemplaridad. Y así lo expresó ante las Cortes: "Deseamos una España en la que los ciudadanos recuperen y mantengan la confianza en sus instituciones y una sociedad basada en el civismo y en la tolerancia, en la honestidad y en el rigor". De ahí que los primeros pasos del nuevo monarca, entre 2014 y 2015, fueran dirigidos a prestigiar la Monarquía y la institución de la Jefatura del Estado: se diferenció entre "familia real" y "familia del rey", se revocó el título de duquesa de Palma para la infanta Cristina, se aprobó un nuevo código de conducta y normas sobre regalos y se decidió que se presentara un informe anual sobre las cuentas de la Casa Real. La marcha de Juan Carlos I en agosto de 2020 fue el colofón a una crisis en la que el Monarca ha subrayado su papel como jefe de la Casa del Rey con un estilo propio.

Inestabilidad política

Felipe VI llegó a la Jefatura del Estado en un sistema político en el que imperaba el bipartidismo. Al año y medio, todo había cambiado: la irrupción de nuevos partidos marcó el final de la política tal y como se había conocido en la España democrática, la que había dominado durante el reinado de Juan Carlos I.

El Rey suele dirigirse a los ciudadanos en su discurso de Nochebuena, pero Felipe VI ha sumado dos ocasiones más a raíz de las dos grandes crisis que ha vivido España en los últimos ocho años: el desafío independentista catalán y la pandemia de la covid-19. Dos discursos pronunciados en dos momentos muy críticos, pero extremadamente distintos entre sí.

El 3 de octubre de 2017, dos días después del referéndum ilegal y en medio todavía de muchas tensiones ante la incertidumbre de hasta dónde podían llegar los partidos independentistas, el Monarca se dirigió a toda España para condenar con firmeza las actuaciones de los impulsores del proceso soberanista y acusarles de "deslealtad inadmisible hacia los poderes del Estado", vulnerando "de manera sistemática las normas aprobadas legal y legítimamente" y quebrantando "los principios democráticos de todo Estado de Derecho". También quiso transmitir un "mensaje de tranquilidad, de confianza y esperanza" a los españoles: "Son momentos difíciles, pero los superaremos. Son momentos muy complejos, pero saldremos adelante. Porque creemos en nuestro país y nos sentimos orgullosos de lo que somos. Porque nuestros principios democráticos son fuertes, son sólidos".

La pandemia de coronavirus dio lugar a un segundo discurso del Rey fuera de los tradicionales de Nochebuena. Cuando los españoles estaban encerrados en casa para tratar de contener la epidemia, Felipe VI quiso mandar un mensaje de ánimo a la ciudadanía y de agradecimiento a los servicios sanitarios. También para pedir "unidad" y así poder "superar esta grave situación". "Este virus no nos vencerá. Al contrario. Nos va a hacer más fuertes como sociedad; una sociedad más comprometida, más solidaria, más unida. Una sociedad en pie frente a cualquier adversidad. Ánimo y adelante", resaltó.

El Rey ha querido mostrar desde el principio una imagen cercana con la ciudadanía, siempre desde la institucionalidad a la que le obliga su cargo. Es, además, un esforzado embajador de España en los numerosos viajes internacionales que realiza para apoyar el talento español fuera de nuestras fronteras, atraer inversiones y promocionar la imagen del país.

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