Los aragoneses que residen en Barcelona cuentan desde hace más de un siglo con un segundo hogar: el Centro Aragonés de Barcelona, una de las casas regionales de Aragón que hay repartidas por la Ciudad Condal y por toda Cataluña, comunidad en la que residen casi 85.000 emigrantes aragoneses. Sin embargo, la pandemia sumada a algunas dificultades que venía arrastrando desde hace tiempo -entre ellas, acusados problemas de infraestructura-, obligaron a sus responsables a cerrar las puertas del este histórico espacio, que actualmente solo abre para actividades puntales.

El edificio que lo alberga, obra de Miguel Ángel Navarro, destaca por su belleza, y acoge en sus bajos el Teatro Goya, que el Centro tiene alquilado. Ha sido en esa parte de la fachada donde hace aproximadamente una semana apareció un grafiti que simboliza la camiseta de Nayim, con el 5 y el blanco y azul característicos del Real Zaragoza, junto al de la estrella de Brasil Romario, con los colores del Flamengo, que ya existía desde hace años. Una fotografía compartida en Twitter por el usuario @Toni_Padilla y que se ha viralizado en los últimos días.

“Es un efecto más de tener el Centro Aragonés cerrados”, señala Jesús Félez, presidente del Centro Aragonés de Barcelona desde el 2018, quien desconoce la autoría de estas pintadas. Y aunque se declara nada amigo de los grafitis, reconoce que, al menos, le resulta “algo más simpático” que la nueva sea en honor del héroe de la Recopa. Aunque insiste en que se trata de “un síntoma más de la dejadez” que sufre el emblemático edificio.

El alcorisano explica que desde años llevan esperando que realice un nuevo proyecto en el Centro Aragonés de Barcelona “con el que el Gobierno de Aragón está comprometido”. Una puesta en marcha que se está dilatando en el tiempo debido a problemas burocráticos. “Se nos está haciendo la espera eterna”, confiesa Félez, quien urge al ejecutivo autonómico que “se dé prisa” en tomar medidas y puedan así volver a abrir las puertas del Centro a todos los aragoneses, al tiempo que reclama que este singular edificio, situado junto a la Plaza Universidad (calle de Joaquín Costa, 68), en pleno centro de la ciudad condal, “pase a formar parte del patrimonio de Aragón”.