Aragonès amenaza con dinamitar la mayoría de la investidura de Sánchez

El Gobierno ofrece diálogo para restituir la confianza, pero sus aliados avisan de que la legislatura pende de un hilo.

El presidente de la Generalitat, Pere Aragonés, este martes.
El presidente de la Generalitat, Pere Aragonés
Europa Press

A Esquerra se le empieza a acabar la paciencia con el Gobierno. El presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, redobló este miércoles la presión sobre Pedro Sánchez y le amenazó con retirarle el apoyo parlamentario en el Congreso, como ya ocurrió con el primer aviso para navegantes en la votación de la reforma laboral, que el Ejecutivo central sacó adelante gracias a un diputado despistado del PP.

La mayoría de la investidura de Pedro Sánchez está cada vez más frágil, según apuntan en las filas republicanas, y solo puede volver a ser el bloque homogéneo del inicio de la legislatura si el Gobierno abre una investigación interna y aclara quién estuvo detrás del supuesto espionaje sufrido entre 2017 y 2020 por más de sesenta de dirigentes independentistas, entre ellos los últimos cuatro presidentes de la Generalitat. Esta es la exigencia que pone sobre la mesa Pere Aragonès, que ve «evidencias claras» de que el responsable del espionaje masivo es la agencia de inteligencia española. «No hay que ser Sherlock Holmes para señalar al CNI», ironizó en Rac-1.

El jefe del Ejecutivo catalán insistió además en tener un encuentro «cara a cara» con el presidente del Gobierno. El dirigente republicano se mueve en una delgada línea entre la contradicción, pues congela las relaciones con el Gobierno mientras pide una cita con Sánchez, y la presión de sus socios de Junts, que le exigen que rompa formalmente con Sánchez y el PSOE.

De momento, no puede dinamitar la mayoría de la legislatura, pues estaría enterrando la mesa de diálogo, que es su apuesta estrella de la legislatura y con la que se diferencia de Junts, su principal adversario político. El presidente de ERC, Oriol Junqueras, reiteró en La Sexta que no abandonarán la bandera del diálogo.

Pero a día de hoy, la amenaza de apretar el botón rojo de la ruptura de la estabilidad parlamentaria es casi el único elemento de presión que le queda a ERC para que el Gobierno le tenga en consideración. Aragonès tuvo ayer un primer contacto directo con un miembro del equipo de Sánchez. Coincidió con la ministra de Industria, Reyes Maroto, en la inauguración de una fábrica de Wallbox en Barcelona, a la que inicialmente estaba previsto que acudiera el propio jefe del Ejecutivo. Hablaron más bien poco y al presidente de la Generalitat le costó esbozar una sonrisa. Quiso escenificar el malestar de la administración catalana con el Ejecutivo central. «Si no hay asunción de responsabilidades, será muy difícil que la estabilidad parlamentaria siga como hasta ahora», aseguró en una entrevista radiofónica.

El president catalán fue contundente, pero no tanto como la presidenta del Parlamento autonómico, Laura Borràs, que toma posiciones en su partido para suceder a Jordi Sànchez como secretario general, y exigió la dimisión de Pedro Sánchez como el 'señor x' de los espionajes, como le señalan ya los más radicales en el independentismo. Puigdemont fue el primero en comparar el 'catalangate' con el GAL.

Aragonès está aprovechando el estallido de la polémica con el espionaje de Pegasus, herramienta tecnológica de fabricación israelí que, supuestamente, solo pueden adquirir departamentos oficiales de los gobiernos estatales, para presionar al Gobierno con la convocatoria de la próxima reunión de la mesa de diálogo. Antes de que 'The New Yorker' publicara el domingo pasado que 65 dirigentes nacionalistas habían sido espiados a través de sus móviles, las conversaciones sobre el conflicto catalán entre el Gobierno central y la Generalitat estaban en una especie de limbo, sin avance ni retroceso.

La Generalitat quiere que se depuren responsabilidades

El independentismo ha conseguido recobrar un cierto protagonismo tras meses en un segundo plano y sin ir más lejos Aragonès ha concedido esta semana entrevistas a medios internacionales como 'The Guardian' o el alemán 'Der Spiegel' que le han servido para apretar a Sánchez. El líder de Esquerra viaja este jueves a Madrid para reunirse en el Congreso con los grupos parlamentarios que han padecido el espionaje -ERC, Junts, PDeCAT, CUP y EH Bildu- y desde donde redoblará la presión.

Contactos

En el Gobierno se muestran confiados en poder reconducir la crisis con «diálogo». De momento, no está previsto que Sánchez reciba mañana a Aragonès porque tiene compromisos internacionales. Sin embargo, fuentes de la Moncloa alegan que en los últimos días ha habido contactos entre los equipos de ambos presidentes y que ellos mismos se han estado cruzando mensajes, como reveló el propio Aragonès. Sobre la mesa está una posible reunión del foro bilateral de diálogo. De hecho, en Madrid alegan que, lejos de dificultar que por fin se concrete una fecha, este incidente podría «agilizar» las cosas.

Entre tanto, sin embargo, la presión aumenta y no solo por parte de ERC. De nada ha servido que la ministra portavoz, Isabel Rodríguez, el martes, y hoy la de Defensa, Margarita Robles, aseguraran que el «respeto a la legalidad» por parte del CNI es absoluto, que el Gobierno no ha espiado a nadie y que su apuesta por la vía política en Cataluña ha quedado demostrada a lo largo de esta legislatura (en la que, entre otras cosas, se concedió el indulto a los condenados del 'procés'). Hoy, Unidas Podemos, ERC, Junts, EH-Bildu, PNV, CUP, BNG, PdCAT, Más País y Compromis registraron una petición en el Congreso para crear una comisión de investigación sobre el asunto

«El PSOE no es consciente de que la legislatura pende de un hilo», advierte el diputado de una las formaciones firmantes, en su mayoría pertenecientes al llamado bloque de la investidura. Los aliados del Gobierno le reprochan que minimice el problema, que tildan de muy grave, y que actúe como si no pasara nada.

La semana que viene se vota en el Congreso el plan contra las consecuencias económicas de la guerra de Ucrania y, a pesar de que la mayoría de los grupos parlamentarios habían anticipado ya su respaldo, ahora algunos se muestran reticentes a garantizar nada. «El depósito (de confianza) -avisó este miércoles Aragonès- está prácticamente a cero»

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