Cuca Gamarra, la exalcaldesa que ha aprendido a sobrevivir

Nunca ha sido 'casadista' pero ha sido leal hasta que no fue necesario para salvar su estrella política.

La portavoz del PP en el Congreso, Cuca Gamarra
La portavoz del PP en el Congreso, Cuca Gamarra
Isabel Infantes / Europa Press

El pasado jueves, cuando Teodoro García Egea e Isabel Díaz Ayuso decidieron apretar el botón nuclear, Cuca Gamarra publicó un tuit. Decía: «En el PP, la responsabilidad, lealtad y ejemplaridad deben guiar siempre la conducta dentro y fuera del partido. Pablo Casado no lo ha tenido nunca fácil pero siempre se ha guiado por ellos, el resto debemos hacer lo mismo». Cinco días más tarde, el 22 de febrero, escribía otro tuit. Decía: «Me ratifico en lo que trasladé ayer en el Comité de Dirección del PP, que se celebre un congreso extraordinario con unidad para superar esta situación». En algún momento de ese largo fin de semana, Cuca dejó de ser escudera de Casado para alistarse en el bando, cada vez más nutrido, de quienes asediaban su fortaleza.

Aunque Casado mantiene la presidencia del PP, Concepción Gamarra (Logroño, 1974) asumirá la coordinación del partido hasta la celebración del congreso. Describe así un nuevo meandro en una vida política que comienza a estar marcada por una rara habilidad para encontrar escapatorias en los laberintos. Licenciada en Derecho, templó sus primeras armas en el Ayuntamiento de Logroño, primero como concejal, luego como jefa de la oposición y finalmente como alcaldesa. Asumió la vara de mando en 2011 por mayoría absoluta y en Madrid tomaron nota. Era una mujer joven, con instinto y personalidad, conservadora pero a la vez declaradamente feminista y defensora de los derechos LGTBI. La vida le sonreía, en Génova comenzaban a promocionarla y el futuro apuntaba en línea recta hacia el éxito.

Pero se pegó el gran trompazo. En 2017, en su penúltimo año como alcaldesa, presentó su candidatura para presidir el PP de La Rioja. Lo tenía todo a favor: contaba con las bendiciones de Pedro Sanz, el santo padre de los populares riojanos, y su rival era José Ignacio Ceniceros, un veterano sin carisma que había accedido de rebote a la presidencia de la región. Sin embargo, tras una contienda durísima, Cuca perdió. Su futuro, antaño promisorio, se vio de pronto suspendido el aire.

Su situación incluso pareció empeorar un año más tarde, cuando se equivocó al apostar por Soraya Sáenz de Santamaría como sucesora de Mariano Rajoy. De aquella larga serie de embrollos salió gracias a Casado, que le perdonó su filiación sorayista, la convirtió en vicesecretaria general del partido y bendijo su inclusión en la lista del PP al Congreso por La Rioja.

En 2020, Casado la aupó a la portavocía parlamentaria, en donde impuso un estilo más cortés, menos tremendista y más obediente que el de su predecesora, Cayetana Álvarez de Toledo. Cuca parecía haber encontrado otra vez la línea recta hacia el éxito..., hasta que la pasada semana el edificio entero del PP se derrumbó ruidosamente. Su carrera podía haber quedado sepultada bajo los escombros, pero de nuevo ha encontrado la manera de asomar la cabeza entre los cascotes.

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