Víctimas de tráfico: el "volantazo" para adaptarse a una nueva vida

En el Día Mundial en Recuerdo de las Víctimas de Accidentes de Tráfico reivindican la falta de recursos económicos para hacer frente a la realidad a la que se enfrentan.

Grave accidente en la N-II a la altura de La Almolda
Grave accidente en la N-II a la altura de La Almolda
José Miguel Marco

Alrededor de mil personas mueren cada año en las carreteras y muchas más sufren heridas que les marcan ya para siempre. A Nuria un siniestro la dejó tetrapléjica y a Fernando otro accidente lo dejó sin un hijo. Sus vidas han tenido que dar un "volantazo" para adaptarse a una nueva situación.

Hasta el 18 de noviembre han perdido la vida 887 personas en accidentes en las vías interurbanas, según los últimos datos de la Dirección General de Tráfico (DGT). Tres de cada diez accidentes fueron consecuencia de distracciones, mientras que la segunda causa de los siniestros viales fue el consumo de alcohol –un 27 por ciento–.

"Nunca pensé que una mala postura me dejara así"

En el caso de Nuria Pérez no fue el consumo de alcohol ni de drogas, tampoco el exceso de velocidad, ni la falta de cinturón de seguridad los causantes de que esta madrileña de 49 años quedase tetrapléjica tras sufrir un accidente de tráfico.

Con motivo del Día Mundial en Recuerdo de las Víctimas de Accidentes de Tráfico que se celebra este domingo, Nuria habla de su experiencia y dice: "Nunca pensé que una mala postura me pudiese dejar así".

Nuria, que ahora presta ayuda psicológica en el departamento de atención a víctimas de tráfico de la Asociación para educar en seguridad vial y evitar lesiones por movilidad en España (Aesleme), resalta las dificultades que tiene en su día a día y la falta de recursos económicos para hacer frente a ellas.

De los 7.000 euros que cuesta su silla de ruedas, la Seguridad Social solo le cubre 500. Además, confiesa que desde que tuvo el accidente sufre amaxofobia –miedo a conducir–, una patología que -asegura- no se puede superar con una o dos sesiones terapéuticas, sino que necesita un seguimiento en profundidad del que la administración tampoco se hace cargo.

"He tenido que acondicionar mi casa yo sola", lamenta Nuria antes de asegurar que su situación física implica, además de los gastos derivados de mantener una silla de ruedas, adecuar la casa o, incluso, tener que mudarse.

"El dinero se acaba, te tienes que buscar tú la vida", añade la psicóloga de Aesleme, para quien las ayudas a los cuidados que reciben las personas que están en su situación –personas que, según explica, necesitan una atención diaria completa– son insuficientes.

Las familias: daños colaterales

Del impacto del siniestro y los daños personales y físicos derivados de él, Nuria destaca el dolor que padecen las familias de los fallecidos en carreteras. Es el caso de Fernando Muñoz, que perdió a su hijo Germán cuando tenía 25 años porque no supo "evaluar los riesgos" de conducir sin haber descansado lo suficiente.

Fernando recuerda los momentos previos al accidente como un periodo de felicidad y tranquilidad en casa, una etapa marcada por los éxitos de sus dos hijos en el ámbito laboral y el personal.

Su hijo Germán conducía acompañado de su novia. Salían de vacaciones, cuando, después de haber estado trabajando toda la noche en un proyecto personal que tenía, se durmió al volante y falleció.

Ahora, Fernando acude a colegios e institutos para contar a los más pequeños su experiencia y educar en la necesidad de una seguridad vial adecuada. "Son como pequeños pepitos grillos", bromea el padre, para quien la labor de estos niños es muy importante ya que, en ocasiones, son los que recuerdan al conductor que hay que usar el cinturón. 

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