Te contamos la curiosa historia del retrete: un poeta y una reina tras este invento

El 19 de noviembre se celebra el Día Mundial del Retrete, una jornada con la que la ONU intenta reivindicar los problemas en salud y educación que entraña no tener inodoro.

Historia del retrete en una ilustración.

Cada 19 de noviembre, desde hace justo 20 años, se celebra el Día Mundial del Retrete, tal y como lo establecieron las Naciones Unidas. Los hay hasta en las calles de las ciudades, como los que había en la plaza de España de Zaragoza o las cabinas que se descubren por la calle. Pueden parecer algo de nuestro día a día, pero más allá de lo anecdótico, es un grito reivindicativo para recordar que 3.600 millones de personas carecen de uno que funcione correctamente, según datos de la ONU. Visibilizar que casi la mitad de la población mundial carece de servicios de saneamiento gestionados de forma segura es el propósito de este día.

Esta falta de saneamiento desemboca en la contaminación de ríos, playas y cultivos. Por este motivo, el lema de esta edición es 'Valoremos los retretes', que avisa de consecuencias devastadoras en todo el mundo, en especial en las zonas más pobres y marginadas. La ONU recuerda que el saneamiento es un derecho humano y destaca la importancia de la denominada cadena del saneamiento -desde los retretes hasta el transporte, recogida y tratamiento de los excrementos-.

World Toilet Organization, entidad especializada en este asunto, estima que unos 297.000 niños mueren al año a causa de enfermedades diarreicas por la falta de saneamiento, es decir, alrededor de más de 800 al día. Casi la mitad de las escuelas del mundo no tienen instalaciones para lavarse las manos con agua y jabón disponibles para los estudiantes, lo que compromete la asistencia. Además, la OMS y Unicef alertan de que hay niñas que pierden la oportunidad de recibir educación por la falta de un inodoro limpio y seguro.

Un invento de cinco siglos

Varias fuentes señalan que el inventor de este sanitario fue John Harrington. Cuentan que este poeta inglés era ahijado de la reina Isabel I de Inglaterra, aunque no familiar de sangre. De hecho, sitúan el empeño de la monarca por la higiene como el germen de este invento. Harrington se lo regaló en 1597 y estuvo instalado en el palacio de Richmond, sin embargo, no era como que ahora se conoce, sino que lo definieron como una caja de madera comunicado con una taza de porcelana a través de un orificio.

El matemático y relojero Alexander Cumming patentó otra versión unos dos siglos más tarde. En este caso, gracias a una palanca, el agua pasaba de un depósito al fondo del retrete a través de una compuerta, de tal forma que se vaciaba su contenido en el desagüe. Un modelo que todavía mejoró Joseph Bramah.

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