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Sánchez desautoriza a Garzón defendiendo el consumo de carne: "Un chuletón al punto es imbatible"

El presidente zanja la polémica ante la petición del ministro de Podemos de de reducir el consumo.

Pedro Sánchez y Alberto Garzón

Quién iba a pensar que un debate sobre el consumo de carne llevaría a Pedro Sánchez a dar por primera vez un puñetazo en la mesa para desautorizar a un ministro de Podemos. "A mi, donde me pongan un chuletón al punto, eso es imbatible", afirmó el presidente del Gobierno ante la cara de no entender nada de la primera ministra de Lituania, Ingrida Simonyte. El comentario venía a cuento de la polémica entre el ministro de Consumo Alberto Garzón, y el de Agricultura, Luis Planas, después de que el primero aconsejara reducir la ingesta cárnica y el segundo pusiera el grito en el cielo.

Hasta ahora el presidente ha dejado que sus ministros diriman sus pulsos por asuntos como el salario mínimo, la reforma fiscal, la 'ley trans', el precio de los alquileres o las pensiones. Solo cuando el consenso parecía imposible interviene con los interesados, o con discretas charlas con Pablo Iglesias, cuando era el referente de Unidas Podemos en el Gobierno, y ahora con Yolanda Díaz. En público se muestra neutral, salvo algún que otro respaldo parlamentario ocasional.

El presidente del Gobierno zanja así la polémica surgida por la recomendación del ministro de Consumo de comer menos carne

Pero lo que parecía un comentario sin trascendencia de Garzón con la intención de propiciar un debate sobre la conveniencia de moderar el consumo de carne por sus indeseadas consecuencias para el medio ambiente y la salud levantó en pie de guerra a las organizaciones ganaderas, sindicatos agrarios y gremios de carniceros. El titular de Agricultura enmendó de inmediato la plana a su colega. "Los políticos -afirmó- no estamos para crear problemas" y sostuvo que esta campaña para es "tan errónea como la del azúcar mata", en referencia a otra disputa que le enfrentó con Garzón sobre los impuestos de los refrescos.

El caso es que un asunto menor puso en evidencia que los nervios en el Gobierno están a flor de piel con la rumorología cada día más intensa sobre una próxima crisis ministerial. La excepcionalidad del momento quedó patente con el hecho de que Sánchez bajó a la arena desde Lituania, donde estaba de visita oficial, para zanjar el debate. Demostró que se puede hacer con doce palabras y una sonrisa.

Nadie dentro del Gobierno salió en auxilio de Garzón. Es comprensible que no lo hiciera ningún ministro del PSOE tras la pauta marcada por el presidente y porque, al fin y al cabo, el titular de Agricultura es socialista. Al ministro de Consumo le tienen ganas en el PSOE. Nunca se vio con buenos ojos que Sánchez se inventara una cartera para que tuviera una silla en el Consejo de Ministros y, además, su gestión ni está plagada de éxitos ni suscita entusiasmos y su perfil es casi imperceptible. Ya lo dijo Felipe González en octubre pasado, cuando ironizó con que Garzón está al frente de "un ministerio que mucho trabajo no le da y tiene mucho tiempo para pensar". El presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García Page, se quejó de que "en Madrid se dicen muchas 'tontás'" porque algunos de los que gobiernan "no terminan de enterarse de lo que pasa en este país". Ahora, ironizó, es con la carne, pero "mañana irán con el vino, y pasado con el queso. No sé el futuro que tienen como dietistas, pero si no tienen nada que hacer, al menos que no se inventen la política para crear problemas a la gente".

Silencio de Unidas Podemos

Pero es que ni siquiera sus compañeros ministros de Unidas Podemos le respaldaron. Un silencio explicable porque en la alianza morada el responsable de Consumo y líder de Izquierda Unida nunca ha acabado de ser uno de los suyos. No son pocos los dirigentes de Unidas Podemos que mantienen que debe agradecer la cartera a su buena relación con Pablo Iglesias y no al peso político de IU dentro del conglomerado que ahora lidera Ione Belarra.

Solo encontró palabras de consuelo fuera. El líder de Más País, Íñigo Errejón, afeó a Sánchez su "humor chusco" y lo hizo con sus propias palabras: "Más que al punto, el compromiso verde del Gobierno está poco hecho". También el portavoz de Esquerra, Gabriel Rufián, reprochó al presidente del Gobierno que haya "vendido" a Garzón. "Vender a uno de los tuyos (en este caso a uno de tus ministros)-escribió en Twitter- porque la derecha monta una campaña en contra suele ser siempre una mala idea".

La oposición encontró terreno fértil y Pablo Casado consideró que el comentario de Garzón es un claro ejemplo de intervencionismo. «No nos digan -exigió el líder del PP- señores del Gobierno de izquierdas lo que tenemos que hacer en nuestra casa». Inés Arrimadas puso en tela de juicio "la utilidad" del Ministerio de Consumo y el presidente de Vox fue como siempre más lejos para denunciar a los "clérigos de la siniestra imponiéndonos la nueva religión, oprimiendo al pueblo trabajador y condenando a los ganaderos". Santiago Abascal redondeó su comentario en Twitter: "El ministro comunista (por Garzón), la señora Botín y Bill Gates de la mano. Ellos sí pueden comer carne y viajar en avión. Pero tú no".

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