POLÍTICA

Junts y la CUP se desmarcan de la mesa de diálogo y exigen a ERC un plan alternativo

La guerra independentista no cesa a pesar de los intentos de distensión entre Puigdemont y Junqueras.

Pere Aragonès, este martes.
Pere Aragonès, este martes.
EP

El camino del diálogo entre el Gobierno central y el catalán está lleno de minas, después de años de 'procés'. Esa senda pedregosa, suavizada con los indultos, tiene obstáculos como las causas del Tribunal de Cuentas, las judiciales o las que afectan a Carles Puigdemont y además están las discrepancias en el lado independentista.

El presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, tiene previsto iniciar en las próximas semanas conversaciones para armar lo que ha calificado como un gran acuerdo de país a favor de la amnistía y la autodeterminación, con el que acudir a la mesa de diálogo con el Gobierno. Sus antecesores ya impulsaron iniciativas similares. Contará con el apoyo de las tres formaciones secesionistas (ERC, Junts y la CUP), la ANC y Òmnium. La incógnita es qué harán los comunes. Antes de que se reactive la mesa de diálogo entre el Gobierno y la Generalitat, Aragonès tendrá una foto que escenificará el respaldo del mundo soberanista. Pero más allá de las imágenes de unidad, como la que ofrecerán Puigdemont y Junqueras el miércoles en Waterloo, el president tendrá una posición muy débil.

Tras su reunión el pasado martes en la Moncloa y después de la respuesta de Sánchez de que no habrá referéndum, tanto Junts como la CUP no tardaron ni un minuto en desmarcarse de la apuesta de Aragonès y dejarle solo ante el peligro. Ni postconvergentes ni anticapitalistas creen en la mesa con el Gobierno, que es una iniciativa de ERC a cambio del apoyo a la investidura de Sánchez. Y antes de que se reactive, ya ponen vendas en una herida que aún no se ha producido. La batalla electoral sigue marcando el paso en la pugna entre independentistas. Tras el no categórico de Sánchez a la autodeterminación, Puigdemont salió en tromba contra la estrategia de distensión de los republicanos y contra la mesa. "Hemos recibido la respuesta de siempre. ¿Podemos sacar ya conclusiones al respecto y ponernos a preparar la alternativa a la intransigencia del Estado?", presionó el expresidente. "Esta farsa (la mesa) no se puede aguantar dos años más", afirmó la portavoz de Junts en el Congreso, Míriam Nogueras.

La mesa no se ha reunido y Junts ya exige a sus socios que pasen a preparar el plan B. Los de Puigdemont, sumidos en una severa crisis interna, según la cual sectores del partido piden la cabeza del secretario general, Jordi Sànchez, indultado recientemente, apuestan por la unilateralidad, aunque sin aclarar qué implica pues tampoco quieren enseñar sus cartas. JxCat tolera la mesa y participará en ella, pero se desmarca retóricamente de ella para visualizar que no es su estrategia y cargar sobre Aragonès su eventual fracaso y evitar así que el president pueda consolidarse en el cargo.

Sin estrategia común

La estrategia común secesionista una vez encalle el diálogo con el Gobierno es a día de hoy inexistente y fue uno de los principales motivos por los que ERC y Junts tardaron tanto para desbloquear la investidura de Aragonès. Ese hipotético plan B se quedó fuera del acuerdo de gobierno entre republicanos y postconvergentes. Convinieron darle dos años de margen a la mesa de diálogo con el Gobierno. Hasta 2023, que es cuando expira la legislatura española y cuando habrá elecciones municipales, en las que los independentistas siempre libran una guerra sin cuartel por el poder local. Barcelona sigue siendo su asignatura pendiente. En 2023, además, Aragonès deberá someterse a una cuestión de confianza a la mitad de su mandato.

Lo pactó con la CUP. Los anticapitalistas votaron a favor de su investidura pero a las primeras de cambio se han desmarcado. Sus juventudes ocuparon la sede de ERC al día siguiente de la toma de posesión del president, como aviso para navegantes, y el Govern ha renunciado a presentar presupuestos para este año para no quedar en evidencia por el rechazo de los anticapitalistas. La izquierda nacionalista radical tiene su programa de máximos. "Referéndum o referéndum", según dejó claro su portavoz en el debate sobre los indultos en el Congreso. El presidente del Gobierno ya ha dicho que no autorizará una consulta de autodeterminación, por lo que si Aragonès quiere contentar a sus socios tendrá que repetir otro 1-O, como el de 2017, una opción a día de hoy descartada. La vía unilateral "no es viable ni deseable", afirmó Oriol Junqueras en una carta en el 'Ara', días antes de recibir el indulto.

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