Conciertos
Una "burbuja" de 21.000 jóvenes baila sin distancias en Barcelona tras largas colas
El festival Canet Rock se celebró en un recinto de 30.000 metros cuadrados cercados para que quien saliera de él no pudiera volver a entrar.
Los 30.000 metros cuadrados del Plan d'en Sala en Canet de Mar en Barcelona, convenientemente cercados para que quien salga no pueda volver a entrar, se han convertido paradójicamente en un espacio de libertad de movimientos para los 21.000 jóvenes que acudieron este sábado al Canet Rock.
El segundo festival multitudinario que se celebra en España sin distancias desde la pandemia, después del Vida, ha tenido las mismas virtudes y los mismos defectos que su predecesor. Una vez dentro, los jóvenes baliaron como si no hubiera mañana, se reieron, abrazaron y se movieron sin limitaciones, con su cerveza en la mano y su mascarilla en la barbilla.
Pero antes tuvieron que soportar largas colas, en algunos casos de más de tres horas, para hacerse el test de antígenos necesario para poder entrar dentro de la zona de conciertos.
Parece que las colas van a ser la tónica de los festivales de este verano, tal y como ha reconocido un portavoz de la organización del Canet Rock, que ha señalado que "ahora las cosas son así, se hacen colas para las vacunas y para muchas cosas relacionadas con la pandemia".
Una explicación que no ha agradado demasiado a un grupo de amigas que llegaron a su hora a uno de los 15 puntos habilitados por el festival para hacer el test de antígenos y han estado más de tres horas bajo el sol, esperando para entrar en el pabellón.
Afortunadamente, el festival supo reconducir la situación y a las 22.00 cerró el último punto de cribado y los más rezagados se encaminaron hacia los conciertos. Una hora nada tardía para un festival que se enorgullece de ofrecer bandas en directo hasta que sale el Sol.
Ambiente de euforia
Muchos se perdieron las primeras actuaciones, pero cuando llegó el turno de Stay Homas ya estaban casi todos dentro y el ambiente era de euforia. "Hoy es un puto día histórico. Estoy muy contento de estar aquí", dijo con una sonrisa de oreja a oreja Klaus Stroink, cantante de la banda.
Una burbuja de 21.000 jóvenes, todo con un test de antígenos con resultado negativo guardado en el móvil, han coreado felices las canciones que esta banda hizo famosas durante el confinamiento, aquella época tan cercana y tan lejana a la vez.
Dentro del Pla d'en Sala el público se sintió como si la pandemia ya hubiera acabado, pero la covid todavía está ahí y 151 personas, de las 21.000 que se hicieron el test de antígenos durante el día para ir al Canet Rock, dieron positivo y no pudieron entrar.
Además, cerca de 800 personas se pusieron en contacto con la organización antes de empezar el festival para avisar de que no acudirían porque han contraído la enfermedad recientemente o son contacto de un positivo.
El público del Canet Rock es mayoritariamente joven y se encuentra en la franja de edad más afectada actualmente por los contagios. Por esta razón, el festival considera que su labor es "muy importante desde el punto de vista sanitario, porque nos hemos convertido en el punto de cribado más importante de Cataluña entre el sector de la población que está sufriendo más contagios y estamos contribuyendo a identificar nuevos casos".
No menos importante fue la labor que hizo anoche el festival en el terreno emocional, porque todos los asistentes, incluso los que estaban más enfadados en el momento de las colas, salieron contentos, tras bailar con un cartel compuesto por Buhos, Oques Grasses, Doctor Prats y algunas de las bandas más festivas del panorama musical catalán.
