El padre de Anna y Olivia mató a las niñas "con el fin de provocar un inhumano dolor a su expareja"

Tomás Gimeno envolvió a las pequeñas en toallas y las metió en bolsas de basura y después en bolsas de deporte, que luego lanzó al mar, según el auto de la juez.

El buque oceanográfico Ángeles Alvariño regresa al Puerto de Santa Cruz de Tenerife por cuestiones técnicas este sábado
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Ramón de la Rocha/EFE

La magistrada del Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 3 de Güímar ha dejado sin vigencia la orden internacional para la detención de Tomás Gimeno por un delito de sustracción de sus hijas Anna y Olivia. En su lugar, ha acordado otra orden internacional por la presunta comisión de dos delitos agravados de homicidio y uno contra la integridad moral en el ámbito de la violencia de género.

La juez instructora del caso también ha declarado la pérdida de competencia del Juzgado de Güímar a favor del Juzgado de Violencia sobre la Mujer de Santa Cruz de Tenerife, donde tiene domicilio la madre de Ana y Olivia.

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Según el auto de la magistrada, conocido este sábado, hasta la localización del cuerpo sin vida de Olivia el pasado jueves, introducida en el interior de una bolsa de deporte y, a su vez, en una bolsa de basura y envuelta con una toalla, se habían barajado diversas hipótesis, pero únicamente se habían encontrado indicios acerca de una posible sustracción de las menores por parte de Tomás.

De este modo, desde el Juzgado se trabajó en la búsqueda de cualquier indicio posible que permitiera la localización de las niñas y su padre, sin descartar que se pudiera haber fugado con ellas, dedicando el mayor esfuerzo a la posibilidad de encontrarlas con vida, de ahí que se adoptara una orden internacional de detención contra Tomás y el secreto de las actuaciones.

Sin embargo, la localización del cuerpo de Olivia ha supuesto la objetivación de la comisión de delitos más graves, pues la intención que Tomás tuvo el 27 de abril cuando se llevó a sus hijas no fue sustraerlas de su madre y entorno para llevárselas a un paradero desconocido, sino presuntamente darles muerte de forma planificada y premeditada.

Tal y como recoge el auto, todo ello se produjo con el fin de provocar un inhumano dolor a su expareja, a la que de forma deliberada buscó dejar en la incertidumbre acerca del destino que habían sufrido sus hijas al ocultar sus cuerpos, tras darles muerte, en el fondo del mar, eligiendo lugares alejados de la costa y profundos, donde pensaba que nunca serían encontradas, todo ello tras anunciar, tanto a su expareja, como a su entorno cercano, que se iba con las niñas y que no les volverían a ver.

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Si bien sólo se ha localizado, hasta el momento, el cuerpo de Olivia, la hipótesis más probable respecto a Anna es, desgraciadamente, la misma. La segunda bolsa amarrada al ancla se localizó rota, sin nada en su interior, salvo unos lastres.

Del auto se desprende que Tomas había planificado los atroces actos que presuntamente cometió el 27 de abril. El trágico desenlace supone, por un lado, la desaparición de la causa que motivaba el secreto de las actuaciones y, por otro, la constatación de indicios acerca de la posible comisión de dos delitos agravados de homicidio y uno contra la integridad moral en el ámbito de la violencia de género.

Esto supone la necesidad de dejar sin efecto la orden internacional de detención previamente dictada por un delito de sustracción de menores, para acordar otra orden internacional de detención que responda a los delitos anteriormente citados dirigida a evitar la posibilidad de que Tomás, cuyo cuerpo no ha sido localizado, pueda sustraerse a la acción de la justicia.

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Trato vejatorio y ultrajante

Según el auto, Beatriz Zimmermann y Tomás Gimeno mantuvieron una relación fruto de la cual nacieron Anna y Olivia. Dicha relación se rompió hace aproximadamente un año, lo que implicó el cese de la convivencia, residiendo desde entonces Tomás en Igueste de Candelaria y Beatriz junto a sus hijas en Radazul.

Desde ese momento, Tomás mantuvo de forma constante hacia Beatriz un trato vejatorio y denigrante, dirigiéndole a diario comentarios descalificativos, ofensivos y ultrajantes, en particular enfocados a menospreciarla por haber rehecho su vida con una nueva pareja, manifestando además, de forma reiterada, que no toleraba que compartiera momentos con sus hijas. 

La sucesión de los hechos

El 27 de abril, Tomás Gimeno convino en pasar la tarde con las hijas comunes, lo que implicaba recoger a las menores hacia las 17.00 para reintegrarlas al domicilio materno a las 21.00.

A tal fin, hacia las 17.00 de ese día acudió para recoger a Anna, con la que se dirigió en su vehículo, protegida con el sistema de retención infantil Maxi-Cosi en el asiento del copiloto, hasta el centro educativo donde acudía Olivia los martes y jueves desde las 13.00 hasta las 17.00.

En dicho momento, Tomás entregó a la directora del centro, y su pareja actual, un estuche lapicero con cinta de embalar pidiéndole que le llamara a las 23.00 del mismo día, siempre según el auto.

La mujer abrió el estuche hacia las 17.20 y encontró en su interior un fajo de dinero por importe de 6.200 euros y una carta despidiéndose de ella.

Tras salir del citado centro, Gimeno se dirigió con las dos menores al domicilio de sus padre en Santa Cruz de Tenerife, dejando allí a Anna y llevando a Olivia a clases de tenis hasta aproximadamente las 18.30.

Tal circunstancia la aprovechó Tomás para acudir, él solo en su vehículo, hasta la Marina de Santa Cruz de Tenerife, donde estacionó a las 17.51 a la altura del pantalán A, lugar en que mantenía atracado un barco de unos 6 metros de eslora.

Allí se apeó del vehículo, se dirigió al barco, introdujo en el agua el motor y lo arrancó a modo de prueba, abandonando la Marina a las 17.56.

Tras recoger a Olivia en el Club de Tenis regresó a la vivienda de sus padres, donde permaneció junto a sus padres e hijas hasta las 19.26, momento en que partió con su vehículo y con las dos niñas en el interior.

A las 19.47, Tomás llegó a su domicilio en Igueste (Candelaria). "Presuntamente en dicha finca Tomás dio muerte a sus hijas, envolviéndolas en toallas e introduciéndolas en bolsas de basura y estas en bolsas de deporte, que colocó en el Audi A3", consta en el auto.

Continúa el auto que, sobre las 21.05, Tomás se desplazó con el mismo vehículo, en cuyo interior presuntamente se encontraban los cuerpos sin vida de sus hijas, desde Candelaria a Santa Cruz de Tenerife, a donde llegó hacia las 21.13, parando un momento en la vivienda de sus padres, donde a escondidas dejó su perro, dos tarjetas de crédito con sus claves y dos juegos de llaves de otro vehículo.

Detalla que a las 21.27, Tomás regresó hasta la Marina de Santa Cruz de Tenerife, donde le abrió el vigilante de seguridad para que pudiera acceder al recinto vallado del puerto deportivo, estacionando delante del acceso al pantalán A, apeándose y portando desde aquella hora hasta las 21.36, en tres viajes desde el vehículo a la embarcación Esquilón distintos objetos, entre los que estaban las bolsas de deporte, en cuyo interior presuntamente se encontraban los cuerpos de sus hijas Olivia y Anna.

Finalmente, a las 21.40 zarpó con la embarcación y once minutos después Beatriz estableció contacto telefónico con Tomás, el cual le comunicó que ya estaba fuera de la isla con las niñas.

A las 21.59 lo volvió a llamar y Tomás le dijo que ya no iba a ver más ni a las niñas ni a él, que se iba con ellas y que iba a empezar una nueva vida.

Sobre las 22.30 y a las 22.40 repitió la llamada, ya desde el Puesto de la Guardia Civil, siendo la respuesta de Tomás la misma, aun cuando intervino un agente de la Guardia Civil.

De acuerdo al auto judicial, cuando ya estaba suficientemente alejado de la costa y sobre una zona que conocía profunda, hacia las 22.30, Tomás arrojó al mar desde el barco Esquilón las bolsas de deporte que contenían el cuerpo sin vida de su hija Olivia y presuntamente el de Anna, ambas amarradas a un ancla por medio de una cadena y un cabo, quedando todo ello depositado en el fondo del mar.

A las 22.30, Tomás volvió a llamar a Beatriz para indicarle que él no podía permitir que sus hijas crecieran sin él y a las 22.44 el teléfono de Gimeno dejó de conectarse a datos, aparentemente por quedarse sin batería, por lo que decidió regresar a puerto.

Mientras, fue apercibido por la Guardia Civil por saltarse el toque de queda y tras aparentar que volvía a la embarcación para pernoctar, se dirigió a una gasolinera para comprar un cargador de móvil.

A las 0.41 del 28 de abril el teléfono de Tomás volvió a estar operativo y a la 1.28 volvió a hablar con Beatriz, que le planteó que las niñas necesitarán a su madre, a lo que él contestó que sabía que eso le iba a costar pero que con el tiempo estarían bien con él, ya que tenía suficiente dinero para vivir.

Asimismo, a las 1.30 habló de nuevo en una conversación acerca de su relación y le insistió en que se iría lejos y no volvería a ver a las niñas, y a las 2.11 se despidió definitivamente. 

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