Manuel Rico: "En muchas residencias no se decía la verdad"

Manuel Rico (Fabero del Bierzo, 1967), periodista y escritor, acaba de publicar 'Vergüenza', un libro que recoge lo ocurrido en las residencias durante la primera parte de la pandemia.

El escritor y periodista Manuel Rico.
El escritor y periodista Manuel Rico.
Enrique Cidoncha

Su libro produce incomodidad de principio a fin.

Desde el titular, ‘Vergüenza’, es una declaración de principios. Considero que lo que ocurrió durante la pandemia y en el sistema residencial contiene elementos realmente vergonzosos en un estado del bienestar y en una sociedad avanzada como la nuestra. En ese sentido, como intento describir la realidad, es duro de leer, sobre todo el primer bloque, que se apoya mucho en testimonios. También fue duro de escribir. Pero a la realidad hay que mirarla a la cara porque si queremos mejorarla es la única forma de entenderla.

Más de 20.000 muertos en las residencias en la primera ola y no se han pedido responsabilidades políticas de ningún tipo. ¿Cómo puede ser?

El debate político en España está envenenado y se le piden responsabilidades al adversario de todo. Y se le culpa de todo, y a veces con mentiras flagrantes. Es evidente que las competencias fueron siempre de las CCAA. ¿Eso significa que el Gobierno central lo hizo todo bien? No, para nada. El Gobierno central podía haberles dado a las residencias la misma prioridad que a los hospitales, y no lo hizo. Y eso fue un gravísimo error. También debería haber puesto en marcha una investigación independiente. Resumido: todos los errores por acción son de las CCAA, que son las que tuvieron las competencias. Los principales fallos por omisión son del Gobierno central que podía haber hecho más.

Sostiene que hemos caído en el edadismo, la idea de que como los mayores se tienen que morir da igual que sea antes.

El edadismo está mucho más extendido en la sociedad de lo que imaginábamos. Hay varios testimonios en el libro que plantean: “Si esto llega a ocurrir con niños, ¿nos imaginamos lo que estaría ocurriendo?”. Hemos asumido como sociedad que los mayores se van a morir tarde o temprano. Bueno, pues se han muerto un poco antes. Y eso es una barbaridad porque una sociedad digna tiene que cuidar especialmente a las personas más vulnerables. Ese debería ser uno de los grandes debates que se deberían abrir en nuestra sociedad.

¿Y cree que la sociedad está dispuesta a abrir ese debate?

Dependerá de los políticos, de los medios y de la gente en general. Yo no sé si la sociedad está dispuesta. Pero debería hacerlo.

Muchas residencias no informaron de cuál era realmente el estado de los residentes hasta que ya no había nada que hacer. 

Hay dos elementos. Uno, el más objetivo y donde no hay culpas, es que en muchas ocasiones la persona enfermaba de repente y fallecía. Pero en muchísimas residencias, y fue algo totalmente extendido en España, al principio no se decía la verdad. Pero los familiares se enteraban porque tenían contacto con los trabajadores. Hubo un factor de imagen de determinadas empresas, que no querían decir que el virus había entrado en su residencia. Y hay otro elemento que utilizan las empresas en su defensa: dicen que tenían tantas bajas de personal que se tenía que dedicar a atender a los mayores y no podían ni coger el teléfono. Pero es que uno de los problemas más graves del sistema residencial antes de la pandemia es que las residencias tenían muy poco personal. ¿Por qué? Por cuestiones económicas. Por tanto, llegaron en una situación muy débil y además mucho personal se dio de baja.

¿La naturaleza de la propiedad ha tenido algo que ver lo que ha sucedido? 

En España está en manos privadas la gestión de casi el 90% de las residencias. Dentro del sector privado hay determinados fondos que están invirtiendo en España, a veces se les llama fondos buitre, pero no es verdad. Los fondos que entran en el sector residencial son fondos ‘private equity’, que tienen dos características que no los hacen adecuados para invertir en el sector: en primer lugar, son inversiones temporales. Compran una empresa y en cinco años quieren revender con la máxima plusvalía posible. Segundo, las compras las hacen con operaciones de deuda muy grande y eso les obliga a generar mucho efectivo. En las residencias esto se consigue o con muchos mayores o recortando. Una residencia tiene unos gastos muy fijos, el 65% es personal y otra gran parte, alimentación y similares. Ahorrar ahí es recortar en la calidad de vida de los mayores. 

En el libro cuestiona el sistema de inspecciones.

El paso previo a las sanciones son las inspecciones. En toda España, hay 200 inspectores. En Aragón son 9. La ratio de Aragón son 2.136 plazas por inspector. En un país con 365.000 plazas residenciales 200 inspectores no pueden hacer un control adecuado. Eso por no hablar de que tenemos un modelo de inspección erróneo que se fija en los procedimientos y no en los resultados.

Usted aboga por modelos de residencias más pequeñas y preparadas, con inspecciones que aborden el verdadero estado de los residentes, mayor transparencia financiera... ¿Se está haciendo algo por encaminar los pasos en esa dirección?

Hay dos hechos recientes que van en la buena dirección. La semana pasada se firmó un acuerdo de Dependencia con patronal y sindicatos, que contempla incrementar el dinero para dependencia y hacer un diagnóstico del sector residencial que no existe en este momento. En Navarra se aprobó un decreto en diciembre que establece que las residencias de nueva construcción deben tener como máximo 130 habitaciones y que el 80’% deben ser individuales. La pandemia demostró que uno de los elementos que influyó en la mortalidad fue el tamaño de las residencias. Las de mayor tamaño sufrieron más impacto, no en términos absolutos, que es evidente, sino en términos proporcionales. En los países nórdicos hace décadas que nos construyen residencias grandes, buscan módulos de unas 20 personas, que persiguen ser un hogar ampliado, que es lo que deberían ser. Y con habitaciones individuales. ¿Cuándo perdieron los mayores su derecho a la intimidad?, ¿por qué cuando van a una residencia tienen que compartir su vida con un extraño? El Gobierno de Aragón acaba de aprobar una orden que regula la acción concertada en materia de prestación de servicios sociales que va en la buena dirección,

¿Puede haber una marcha atrás en los ingresos en residencias tras lo ocurrido?

En este momento hay más de 200 residencias en construcción. Todos los grandes grupos tienen proyectos de expansión. El envejecimiento de la población es tal, y España es uno de los países con más esperanza de vida, que saben que la demanda de plazas va a seguir incrementándose. Ha habido un parón momentáneo pero la demanda va a crecer. Los informes de bancos y consultoras a nivel mundial recomiendan invertir en Europa en el sector socio-sanitario. Además, en España hay garantizada financiación pública, algo que valoran los grandes grupos y que es bueno. En 2019, 2.000 millones de fondos públicos terminaron en residencias privadas.

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