Los abusos sexuales a menores se cuadruplican en una década

La víctima tipo es una chica adolescente, que sufre ataques reiterados, y que en un 40% proceden de su padre o de la pareja de su madre. Las agresiones juveniles en manada se han multiplicado por cinco y ya representan uno de cada diez abusos.

Un informe demoledor que radiografía la evolución de los abusos sexuales a niños y adolescentes en España en la última década
Un informe demoledor que radiografía la evolución de los abusos sexuales a niños y adolescentes en España en la última década
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"Mi exmarido ha violado a mi hijo. Veía mucha pornografía y se masturbaba delante de los niños. Le daban convulsiones sexuales". "Conocimos a tres chicos. Uno de ellos se quitó la camiseta y me bajaron la falda. Me taparon los ojos, me quitaron el teléfono. Al levantarme tenía moratones en las piernas y en los brazos". No son diálogos de una ficción televisiva. Son conversaciones tan crudas como reales grabadas en España. La primera es la denuncia de la madre de un niño de 4 años violado por su padre. La segunda es la petición de ayuda de una adolescente de 15 años víctima de un ataque en manada.

Son dos de los testimonios que incluye un informe demoledor que radiografía la evolución de los abusos sexuales a niños y adolescentes en España en la última década, elaborado por la Fundación Anar. "Hemos realizado un estudio sin precedentes, que quiere visibilizar una realidad oculta y silenciada, pero más frecuente de lo que nos gustaría creer, para provocar un cambio en nuestro país", resume Benjamín Ballesteros, director de Programas de Anar.

El análisis está elaborado a partir de los datos y testimonios de los 6.183 casos de abusos sexuales a menores detectados desde 2008 a 2019 en su teléfono gratuito de ayuda a niños y adolescentes (900202010). Su principal conclusión es que las agresiones a chicos y chicas se han cuadruplicado en poco más de una década. Han pasado de las 273 que pudieron confirmar hace trece años a los 1.093 de los que se ocuparon el año pasado.

Pero es que el crecimiento de los abusos no solo es "progresivo y exponencial", sobre un 14% de aumento cada año desde 2008, sino que sufrió una gran aceleración en el último lustro, cuando el aumento medio anual de casos fue de un 20,5%. La columna vertebral de estos ataques contra la libertad sexual de los menores no ha cambiado -la mayoría de los agresores son un adulto de la familia o del círculo de confianza-, pero en los cinco últimos años se han sumado con fuerza los ciberabusos, los asaltos grupales, y las ataques de género de novios o exnovios.

Ballesteros, en su grito de alerta en busca de la concienciación social, advierte que, además, "se va de mal en peor". No solo ha cada vez hay más casos de abusos y más variados, sino que las víctimas los padecen durante más tiempo (40% más de un año), con mayor frecuencia (el 30% a diario), y el nivel de gravedad es alto en dos de cada tres casos, hasta el punto de que a raíz del 95% de las llamadas han tenido que movilizar recursos con toda urgencia (psicólogos, sanitarios, trabajadores sociales, policía, fiscalía, etc.).

Hay dos perfiles distintos de víctima tipo. La mayoritaria es una chica adolescente -el 78% son mujeres y el 60% de 13 a 17 años- que sufre abusos reiterados (69%) y que, en al menos la mitad de las ocasiones, padece tocamientos obscenos o penetraciones indeseadas que van acompañadas de violencia física o intimidación. El segundo perfil corresponde a los niños más pequeños. Entre los menores de 12 años, que además están más desprotegidos y tienen menos capacidad de reacción, más de la mitad de las víctimas (el 53,4%) son chicos. La edad media de los menores agredidos es de 11,6 años, pero hay un 16% de menos de 5 años.

El agresor mayoritario (60%) es un varón adulto, familiar o amigo de la familia, que actúa solo y que comete los abusos en la casa del menor o en su casa. El monstruo es el propio padre biológico en uno de cada tres casos, que llegan al 40% si se le suma al resto de parejas de la madre. De hecho, en el 28% de los casos el abuso se repite en otro menor del mismo entorno.

Solo el 10% denuncia

Sin embargo, en los últimos años han comenzado a abrir hueco con fuerza tres fenómenos muy preocupantes. El ciberabuso ya está presente en uno de cada cinco casos (22%). El 'grooming' (ciberpederasta que engaña a niños) ha crecido un 36,7% anual desde 2015 y el 'sexting' (difusión de imágenes íntimas de la víctima en la red sin su permiso) un 25%. La segunda modalidad en alza es el ataque grupal. Los abusos de adolescentes en manada se han quintuplicado. Pasaron de ser el 2,1% en 2008 al 10,5% (uno de cada diez casos) en 2018. Entre las víctimas de 13 a 15 años los agresores también menores se elevan al 39%. El tercer hecho preocupante es que se han doblado los ataques a la libertad sexual procedentes de novios o exnovios, derivados de la violencia machista.

Por si la radiografía no era suficientemente trágica. Anar ha detectado que solo el 10'6% de los casos que califica como abusos sexuales a menores muy probables terminan en denuncia formal. La razón, explican, es doble. En primer luegar, el ataque, en el 80,2% de los casos, no deja marcas o heridas. Lo que hace que sea muy difícil probarlo. Y, lo que es aún más determinante, los niños no suelen contar con el respaldo de su familia y entorno. En el 69% de las ocasiones, los más cercanos niegan los hechos o justifican o encubren al agresor y en el 7,2% incluso culpan a la víctima. "Mi hija me dijo 'mamá, no me ha hecho daño, no se lo cuentes a nadie por favor, ni a papá ni a nadie...Sus abuelos han dicho 'es cosa de niños que inventan, la niña es muy mentirosilla", relató compungida a los psicólogos de Anar la madre de una niña de 5 años de la que abusó su tío. En el 65% la ayuda la pide la propia víctima y en el 15%, la madre.

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