Ciudadanos, PP y Vox libran su particular batalla por el liderazgo de la derecha antisoberanista en Cataluña

Arrimadas se juega el futuro del proyecto liberal, Casado testa la fortaleza de su liderazgo y Abascal mide la pujanza de su partido.

Inés Arrimadas, Pablo Casado y Santiago Abascal.
Inés Arrimadas, Pablo Casado y Santiago Abascal.
EP/EFE

El 14 de febrero se libra la gran batalla por la Generalitat de Cataluña, aunque hay otro duelo menos rutilante pero no menos importante, el que enfrenta a Ciudadanos, PP y Vox por el liderazgo de la derecha antisoberanista, una pugna que también tendrá consecuencias nacionales. Las previsiones demoscópicas apuntan a que los liberales, aunque se llevarán un serio revés, serán la primera fuerza en ese espectro, seguidos de los populares y los ultraderechistas. Pero no está dicha la última palabra.

El partido naranja muestra una tendencia declinante mientras sus rivales mejoran sus expectativas sondeo tras sondeo. Las diferencias se estrechan y en dos semanas puede pasar de todo. Para la formación que lidera Inés Arrimadas, que fue la gran vencedora de las elecciones catalanas de 2017, verse superada por los populares sería un golpe de consecuencias imprevisibles para su futuro como organización porque daría alas a los partidarios de la confluencia con el PP.

Ciudadanos tendrá que pasar dentro de dos semanas por el trago de pasar de ser la primera fuerza política en el Parlamento de Cataluña con 36 escaños a ser una fuerza secundaria con menos de la mitad de diputados. Un desplome que tiene muchas causas, entre ellas el abandono de Arrimadas de la Cámara catalana para vivir a la sombra de Albert Rivera en Madrid, su negativa a presentarse a la investidura (error reconocido dentro del partido), la línea zigzagueante de Ciudadanos y, sobre todo, el naufragio en las últimas generales.

Ahora, además, se enfrenta a una contingencia externa ante la que tiene escasas respuestas, la de la candidatura de Salvador Illa en el PSC. Muchos de los votos que hace cuatro años recalaron en las listas naranjas como bastión ante la ola independentista, van a buscar ese refugio el 14 de febrero en las candidaturas socialistas. El referente antisoberanista, reconocen con pesar en el partido de Arrimadas, ha pasado de Ciudadanos al PSC.

Ayuso en campaña

El PP aguarda expectante ese retroceso confiado en la ligera mejoría que le atribuyen las encuestas tras el batacazo de 2017, cuando se quedó con cuatro escaños y fue relegado al desván del el Parlament. Los populares han fichado a dirigentes liberales, cuentan con la presencia casi continua de Pablo Casado en la campaña y con la estrella emergente de Isabel Díaz Ayuso. También confían en pescar en el caladero de votos de Ciudadanos. «A peor no podemos ir», apuntan en la sede de la calle Génova de Madrid. Pero hay nervios porque el temor al 'sorpasso' de Vox está ahí. De producirse, y no es descartable, el liderazgo de Casado se resentiría

Para Vox todo es ganancia en estas elecciones, porque de no existir va a pasar a tener presencia en el Parlamento de Cataluña. El tamaño de esa representación es lo que está por dilucidarse. El partido de Santiago Abascal aspira desbancar al PP como referente de la derecha y puede rentabilizar la gran polarización de la sociedad catalana porque en esos escenarios de fuerte división las fuerzas de los extremos suelen capitalizar las tensiones. El votante de Vox, además, no se detecta en los sondeos, así ocurrió en las elecciones andaluzas de 2018 y en las últimas generales. En ambos casos las urnas demostraron que estaban infrarrepresentados en las encuestas.

Entre los tres se juegan de 26 a 28 diputados de los 135 de la Cámara catalana. Irrelevante para el resultado electoral pero pueden ser escaños muy cotizados si se da la circunstancia de que Illa se presente a la investidura. Ciudadanos ya ha dicho que le apoyaría, Vox dijo que también y luego se desdijo, y el PP sostiene que en ningún caso daría ese paso. Si es que llega ese momento, improbable por ahora, se multiplicaría el peso de los tres en la vida política catalana.

Luego está la lectura nacional. Arrimadas se juega el futuro de su partido, Casado examina la fortaleza de su liderazgo, mientras Abascal se frota las manos.

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