Todos los días ocurren en España tres 11-M

Entre la insensibilidad y la necesidad de adaptación a la realidad, una parte de la sociedad acepta con normalidad que cada jornada fallezcan cientos de personas.

-Entre la insensibilidad y la necesidad de adaptación a la realidad, una parte de la sociedad acepta con normalidad que cada jornada fallezcan cientos de personas
Los aplausos han desaparecido de unas UCI exhaustas y al límite de recursos
Los aplausos han desaparecido de unas UCI exhaustas y al límite de recursos
EFE

El pasado lunes en España se contabilizaron casi todos los muertos por accidentes de tráfico de 2020; el martes hubo cuatro accidentes como el del avión de Spanair; el miércoles, seis descarrilamientos del Alvia de Angrois; el jueves, seis riadas del camping de Biescas, y el viernes, tres 11-M. En los últimos once meses han muerto por coronavirus una sexta parte de las personas que fallecieron durante la Guerra Civil.

A los profesionales sanitarios no les gustan las comparaciones bélicas con atentados, accidentes o catástrofes naturales, pero muchos de ellos se encuentran tan extenuados, y tan decepcionados, por los comportamientos imprudentes que siguen disparando los nuevos contagios y los fallecimientos, que ya recurren a cualquier metáfora. Buscan apelar a esa parte de la sociedad que se muestra insensibilizada ante las dramáticas cifras que deja la pandemia cada día en España y, también, concienciar a los políticos, que evitan establecer restricciones duras aunque tengan la certeza de que salvarán vidas.

César Carballo, médico de Urgencias en el Hospital Ramón y Cajal de Madrid y uno de los sanitarios más visibles durante la pandemia, ha levantado la voz desde todas las plataformas para recordar que cada día, uno tras otro, mueren cientos de personas por coronavirus. «La gente se insensibiliza, los fallecimientos se ven como simples números», lamenta este médico, que ha echado de menos campañas publicitarias, como las de la Dirección General de Tráfico, que muestren con toda su crudeza las consecuencias, en este caso, de la covid-19.

Carballo, sin embargo, sabe bien que la opinión pública rechaza los mensajes duros. Explica que el presentador Iker Jiménez llevó a su programa a un joven que padecía covid persistente, con el ánimo de que los seguidores de menor edad conocieran las graves secuelas del virus también en los sanos. Pero al día siguiente, cuando comprobaron las audiencias, descubrieron que durante la emisión del testimonio los espectadores jóvenes cambiaron de canal. "No quieren saber nada de miseria, estas situaciones molestan», cree Carballo, que se muestra muy crítico respecto a los gestores de la pandemia, a los que achaca «falta de liderazgo".

"El 'efecto Illa' son 90.000 muertos", manifiesta. "No ha habido dirigentes con el suficiente arrojo para decir las cosas como son o para llorar en televisión y afirmar que esta situación no es admisible. Al contrario, aquí se ha culpado a la gente, que ha pasado las navidades como las autoridades les han dejado que las pasaran, con las tiendas abiertas, y en cambio, repiten en televisión películas de negacionistas y de fiestas prohibidas, cuando quienes no cumplen son una minoría", dice.

La socióloga Elisa Chuliá opina que "las sociedades se van adaptando, individual y colectivamente, a todas las situaciones porque para poder seguir viviendo se normaliza lo normal. Y es un mecanismo lógico, pero a la vez, produce mucha inquietud porque nos hacemos insensibles". A su juicio, la ciudadanía «no debe paralizarse», pero sí «tiene que conjugar ese sentimiento con otro de compasión porque cada vida cuenta, es irrepetible». La profesora de la UNED pone el foco en la responsabilidad de los gobernantes y pide «más emoción» en los discursos públicos en España.

Las lágrimas de Merkel

Así, recuerda que la canciller Angela Merkel dejó escapar las lágrimas cuando les dijo a los alemanes que un país como el suyo no podía soportar mil muertes cada día. "Merkel lo hizo porque le salió del alma. A mí me conmovió. Ahora bien, si eso lo viera en otros políticos más fríos, me provocaría rechazo", cuenta la socióloga, que pide un gran homenaje a los mayores españoles, la generación más castigada por el coronavirus. "Ha faltado un reconocimiento simbólico en nuestra sociedad y el final de la pandemia, cuando llegue, debería ser el momento para un gran homenaje generacional", subraya Chuliá.

Desde su despacho en la Universidad Politécnica de Madrid, Rafael Cascón ha estudiado al detalle los números de la covid. A principios de diciembre, desveló antes que nadie que más de 20.000 fallecidos que el Ministerio de Sanidad no contabiliza como muertos por coronavirus en realidad sí murieron por la enfermedad.

El departamento de Carolina Darias computa actualmente 55.000 decesos, pero otros informes oficiales elevan la cifra por encima de los 80.000. "Se han ocultado las cifras de fallecidos para no dar la impresión de que la situación es todavía peor que lo que ya es", cuenta este profesor de Ingeniería. "Pero cuando ya hay un estudio del Instituto Nacional de Estadística que determina sin duda la causa de la muerte de los que no estaban contabilizados, no tiene sentido que el Ministerio de Sanidad no haya rectificado todavía sus cifras oficiales", reclama.

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