El Gobierno reclama calma ante una moción de censura diseñada para arrinconar al PP

Casado mantiene el suspense sobre el voto de los populares y tampoco aclara si intervendrá en el debate con Abascal.

Pedro Sánchez escuchando una intervención de Santiago Abascal
Pedro Sánchez escuchando una intervención de Santiago Abasca, en un pleno del Congresol
EFE

El Gobierno intenta enfriar el terreno ante el previsible incendio que se va a desatar este miércoles en el Congreso con la moción de censura de Vox contra Pedro Sánchez. El presidente se implicó en la tarea de sensatez preventiva y pidió un debate "constructivo, desde el respeto y la racionalidad". Pero los ánimos están soliviantados. Un ejemplo de la tensión que se respira es que Esquerra y EH Bildu propusieron, al igual que en el Parlamento vasco, dejar solo al partido ultraderechista y que ningún grupo acudiera al pleno. Socialistas y Unidas Podemos frenaron el intento de boicot.

Sánchez planteó hoy desde Roma, donde se reunió con el primer ministro italiano, Giuseppe Conte, que los líderes que intervengan en el debate den a los ciudadanos "un ejemplo" de mesura y contención, y no convertir el Congreso en el escenario de una guerra dialéctica de todos contra todos. Un enfrentamiento descarnado que se ha reproducido en todos los plenos de la Cámara de los últimos meses.

En la Moncloa subrayan la inoportunidad de la moción de censura en un momento álgido de la segunda ola de la pandemia que ha sembrado el miedo y la confusión entre los ciudadanos. Un debate descarnado sobre asuntos ajenos a la crisis sanitaria solo puede generar distanciamiento y desengaño entre la población. Unos sentimientos, admiten fuentes gubernamentales, que se cargarán sobre todo en el debe de Sánchez y los socialistas como partido gobernante.

Ese temor llevó al presidente a lanzar un mensaje para apaciguar los ánimos. Antes que él, ejercieron de bomberas la ministra portavoz y la presidenta del Congreso. María Jesús Montero reclamó después de la reunión del Consejo de Ministros «templanza» para que el debate sea "sereno, tranquilo, sin crispación y sin ruido". Meritxell Batet también demandó que el pleno de mañana y pasado no se convierta en un "show épico" en el que los «insultos» se impongan sobre las razones.

Unos llamamientos que, sin embargo, no parece que vayan a conseguir el eco buscado. El aperitivo de la sesión de control al Gobierno en Senado de este martes fue significativo. "Me meto en la cama con quién me da la gana", respondió la ministra de Igualdad, Irene Montero, ante una pregunta de una parlamentaria del PP sobre cómo era su vida con «un macho alfa», en alusión a Pablo Iglesias.

En el Congreso, Esquerra Republicana y EH Bildu también apuntaron la dirección que pueden llevar hoy los vientos con una propuesta de boicot a Vox en su moción de censura. El portavoz republicano, Gabriel Rufián, reconoció ayer que intentaron «hacer el vacío» a la formación que lidera Santiago Abascal. Su homóloga de la izquierda abertzale, Mertxe Aizpurua, también reveló que ofrecieron a todos los grupos hacer «un frente común» para ausentarse y que Vox "no marque la agenda". Pero, admitió Rufián, «no hubo forma» porque ni el PSOE ni Unidas Podemos accedieron a sumarse al cordón sanitario a la ultraderecha que ya se practica en el Parlamento vasco.

Para Vox sería "una gran noticia" que Esquerra y Bildu abandonaran el Congreso durante el debate, ironizó su portavoz, Iván Espinosa de los Monteros.

Estas escaramuzas previas jalonan el terreno para otra jornada del improperio, en la que el voto del PP y lo que hará Pablo Casado son las incógnitas principales. Los populares mantuvieron hoy su férreo silencio sobre su postura ante la moción de censura, aunque cada vez son más numerosas las voces en el partido que abogan por el rechazo. Una indefinición con objetivos misteriosos y que obliga a los dirigentes del PP a malabarismos verbales ante las reiteradas preguntas al respecto.

"Toca esperar"

Si hay confusión en ese apartado, mayor es el desconcierto con los planes de su líder en el debate. A primera hora de la mañana, la portavoz popular en el Congreso, Cuca Gamarra, señaló en TVE que en el PP "siempre ha sido el presidente del partido" el que interviene en las mociones de censura. "No creo que vayamos a cambiar", apostilló. Tres horas después, se desdijo. "Toca esperar" para ver quién va a ser el portavoz del PP en la moción. "En política nunca nada es definitivo", remató.

Entre las pocas certezas que tienen los populares respecto al debate está la convicción de que la censura es una operación diseñada para arrinconarles. Opinión que comparte el Gobierno. "Es una disputa por el liderazgo entre los partidos de la derecha", admitió la ministra portavoz.

Vox, afirman destacados dirigentes del PP, tiene poco que perder y mucho que ganar en estas 48 horas. Justo al revés que el partido de Casado, que se prepara para soportar malas noticias. Las intervenciones de Sánchez y Pablo Iglesias, y de la mayoría de los portavoces, no van a tener a Abascal como destino prioritario. Ningún partido, salvo el PP, compite con Vox en el terreno electoral. Es más, para casi todas las fuerzas políticas es rentable ante sus electorados el choque con la ultraderecha, salvo para el PP, o eso cree Casado.  

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