Redactor de HERALDO DE ARAGÓN

De emigrante a inmigrante

Trabajadores en la recolección de nectarina en una finca de Fraga. Huesca
Trabajadores en la recolección de nectarina en una finca de Fraga. Huesca
Rafael Gobantes

Cuando se bucea en la historia de los pueblos de Aragón siempre se encuentran valientes emigrantes que se marcharon a buscar una nueva vida en Canadá, Estados Unidos, Alemania o Francia, donde había desde quienes hacían la vendimia y volvían, a los que se quedaron en la Renault en los años 60. La evolución económica nos ha llevado en el siglo XXI a seguir enviando emigrantes a esos mismos países. Ahora son licenciados, perdidos para España, que se marchan para ser investigadores.

A cambio, llevamos recibiendo inmigrantes de África, Latinoamérica y Europa del Este, casi por este mismo orden, durante más de tres décadas para cubrir un empleo, como la recogida de la fruta (entre otros), a la que dejamos de apuntarnos los estudiantes universitarios de los años 80 para disfrutar las vacaciones.

España tiene que superar la pandemia mundial, que ha revivido la gripe española de 1918, con una vacuna y una población inmigrante con un contrato en origen y una solución integral. Así lo defiende Adolfo Crespo, del grupo Bienvenida, creado en Zaragoza en el año 2000, que lo cuenta hoy en la contraportada.

El confinamiento evitó el aumento del número de víctimas de la covid-19 (casi 45.000 fallecidos desde mediados de febrero, como publicó ‘El País’), pero la nueva normalidad nos condujo a la segunda oleada con los brotes de los temporeros entre comarcas de Lérida, Huesca y Zaragoza, y se desbordó en ciudades como Barcelona y la capital de Aragón.

Hay que aprender del error porque esta avalancha ya nos conduce a perder el turismo de varios países europeos.

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