La polarización, el error de cálculo de los partidos

Los expertos avisan que la crispación se paga en las urnas y aconsejan no alimentar un clima de tensión.

El presidente del Gobierno escucha a Pedro Sánchez (de espaldas) en la sesión de control.
El presidente del Gobierno escucha a Pedro Sánchez (de espaldas) en la sesión de control.
Ballesteros/Efe

Si la tensión creciente de las últimas semanas en el Congreso responde a una estrategia política, los expertos temen que los partidos estén manejando el manual equivocado. La crispación que domina los debates y que dificulta los acuerdos de calado, además en plena emergencia sanitaria, podría ser un arma de doble filo, que lo mismo desgaste al rival que desencante al electorado propio. Quien con más contundencia pronostica el error de cálculo es Narciso Michavila, presidente de GAD3: "El que polariza, pierde".

La cita electoral del mes que viene en Galicia y País Vasco podría ser la primera oportunidad para comprobar, no en el terreno de las encuestas, sino en las urnas, si son los discursos más templados, focalizados en la gestión, los que obtienen la confianza de la ciudadanía. Es la tesis de Michavila, que, con sus encuestas en mano, ve al dirigente gallego Alberto Núñez Feijóo camino de reeditar su mayoría absoluta y "arrasar" sin haber entrado en la dinámica de la confrontación exacerbada.

La gravedad de la crisis explicaría el por qué de esta tendencia. "El elector -argumenta el presidente de GAD3- ahora mismo está irritado, está muy preocupado, sobre todo los jóvenes, por la situación económica y el empleo, pero no entiende que, precisamente con los problemas que está teniendo, sean los políticos los que encima estén crispando". En este sentido, augura que los resultados del 12 de julio podrían tener un efecto disuasorio para los partidos y romper la espiral de polarización.

No es el único que apunta al castigo de aquellas opciones más tendentes a tensionar. Aunque las señales que envía la ciudadanía a veces son tímidas, el director general de Metroscopia defiende la elocuencia de las cifras de su último barómetro: el 93% ve crispada la vida política, el 94% considera "inadmisible" que en el Congreso se recurra a expresiones despectivas o insultantes y el 85% sostiene que el peligro para la democracia no es tanto el encadenamiento de la emergencia sanitaria con una crisis económica, sino "la manera de actuar de muchos de los políticos".

La lectura de los datos es, a juicio de Andrés Medina, inequívoca: "La crispación pasa factura". Más aún si se tiene en cuenta que todos los partidos tienen a "una fracción de sus votantes" incómoda con que la formación por la que apostó en las anteriores elecciones contribuya a aumentar los niveles de tensión. A su juicio, "existe una gran mayoría de españoles" que, aun profundamente escéptica, "clama por un pacto nacional" y por que se superen las lógicas partidistas.

Los analistas consultados coinciden en el desgaste que podrían estar sufriendo Podemos y Vox, en los extremos. Pero también apuntan a una cierta "miopía" en la estrategia de los dos principales partidos, que van alejando sus posiciones.

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