La tensión política anticipa la dificultad de Sánchez para lograr un gran pacto nacional

Casado se reafirma en sus reticencias y solo se compromete a atender la llamada del jefe del Ejecutivo.

Sánchez comparece, el domingo pasado, en la Moncloa tras reunirse por videoconferencia con los presidentes autonómicos.
Sánchez comparece, el domingo pasado, en la Moncloa tras reunirse por videoconferencia con los presidentes autonómicos.
Europa Press

Esta será la semana en la que Pedro Sánchez retome su propuesta de acuerdo y contacte con los partidos y los agentes sociales para intentar reeditar una suerte de Pactos de la Moncloa para paliar los efectos de la epidemia del coronavirus. No parece, sin embargo, que el clima, de acusada tensión política, sea el más propicio para el consenso ni que el terreno esté abonado para aproximar posturas. Aún resonaban este lunes los ecos del pleno áspero del jueves en el Congreso y, aunque el presidente del PP, Pablo Casado, confirmó que atenderá al menos la llamada del jefe del Ejecutivo, también dejó constancia de los recelos de su partido.

Todo fueron prevenciones. Casado ni intuye "sinceridad" en la petición de Sánchez de "desescalar" el cruce de reproches ni considera que este sea el momento para explorar un acuerdo de "reconstrucción" social y económica cuando, tal y como lo ve, el país está "en el campo de batalla". Abogó en Antena 3 por hablar de "mascarillas, test" y de cómo "evitar el paro" y se inclinó por aplazar otras aspiraciones de pacto. Aun así, y sin anticipar en absoluto el resultado de los contactos de esta semana, la cuerda no terminó de romperse.

Aunque en las filas del PP, donde desde el principio cundió la incredulidad respecto a la oferta gubernamental, anida ahora la desconfianza, se mantiene la máxima de que si el jefe del Ejecutivo llama, aunque más tarde se vea el recorrido de esa conversación, se coge el teléfono. Por un respeto institucional mínimo, pero también porque, así como el Gobierno difícilmente puede construir un gran acuerdo sin la principal fuerza de la oposición, tampoco los populares pueden desmarcarse sin más de la búsqueda de pacto.

En la formación conservadora, sin embargo, temen que tras la iniciativa de la Moncloa haya un intento de diluir a la oposición o de socializar la gestión de la crisis tras el malestar de muchos sectores por la falta de coordinación previa a la hora de tomar decisiones. "Le apoyaremos para salvar vidas, pero no para intentar repartir responsabilidades en plena batalla", se parapetó Casado, que para restar crédito a los planes del Gobierno recordó, además, el tono de la vicesecretaria del PSOE, Adriana Lastra, en la sesión parlamentaria del jueves.

A ese episodio se aferran, de hecho, en las últimas horas los populares para sustentar sus recelos en público. El líder del PP llegó a pedir este lunes una rectificación por los "insultos", dijo, de la dirigente socialista en el Congreso, que reprochó al partido de Casado "deslealtad" en la lucha contra la epidemia. Es más, reclamó "disculpas" y que la corrección se produzca antes de cualquier llamada al acuerdo.

Pero, en realidad, el escepticismo del PP respecto a las intenciones del Gobierno se remonta a antes de que el jueves, en el pleno, se enconaran las posiciones. Los populares, que enmarcan ahora la propuesta del Ejecutivo en "la grandilocuencia y los mensajes propagandísticos", ya se opusieron a esa reedición de los Pactos de la Moncloa y advirtieron del "peligro" de que unos nuevos acuerdos políticos, con los de 1977 como referencia, conllevaran un "cambio de régimen encubierto".

Tampoco la tensión en la atmósfera es nueva. A principios de la semana pasada, Pablo Casado reprochó al Gobierno tirar de la "arrogancia, la mentira y la incompetencia". Este lunes, además, afeó al Ejecutivo incurrir en dosis de "imprevisión" al decretar la vuelta al trabajo de algunos sectores no esenciales.

El Ejecutivo deduce

Pese a todo, el Gobierno se quedó con la confirmación de que Casado atenderá "como siempre" la llamada de Sánchez e interpretó de esas palabras que el líder del PP accederá a explorar el pacto que plantea el Ejecutivo. Los populares no dijeron tanto. "Es positivo que el jefe de la oposición reconozca que va a acudir al llamamiento del presidente y yo quiero entender que es por esa necesidad de involucrarse en la reconstrucción social y económica", replicó el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska.

Las reticencias del PP no son, en todo caso, las únicas con las que tendrá que lidiar el Gobierno. Vox, que no cogió el teléfono a Sánchez para abordar la segunda prórroga del estado de alarma, condicionó este lunes cualquier conversación sobre pactos a que se excluya al vicepresidente Pablo Iglesias y a los independentistas. A su vez, desde la Generalitat de Cataluña se aplazó la decisión sobre su participación en un posible pacto hasta conocer la propuesta, aunque advirtieron de la "incoherencia" de suscribir un acuerdo para reforzar el Estado cuando el Ejecutivo catalán actual apuesta por la "autodeterminación". Esquerra trasladó la semana pasada sus reservas.

Ciudadanos, mientras tanto, que ya celebró la disposición al acuerdo, espera «cuanto antes» la llamada. "La mano tendida -avanzó, en todo caso, Inés Arrimadas- no es para tapar o justificar los errores del Gobierno, sino para ayudar a que no se repitan".

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