Las farmacias desconocen el plan del Gobierno para repartir mascarillas

Marlaska anuncia que estos establecimientos dispensarán material de protección a finales de semana pese a que ahora están desabastecidas.

Un surtido para todos los males.
Un surtido para todos los males.
Heraldo

Los farmacéuticos mostraron este lunes 13 de abril su sorpresa tras el anuncio del ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, de que a finales de semana las farmacias comenzarán a dispensar mascarillas, el más buscado durante la crisis del coronavirus. Aun así, se ofrecieron a colaborar con el Gobierno para la distribución controlada de estos elementos.

Marlaska dijo que el Gobierno confía en que a finales de esta semana las boticas podrán disponer de mascarillas, que vendrán tanto de la producción nacional como de la importación, pero no dijo a qué precio se venderán y si estará limitado el número de unidades que se pueden adquirir. Desde que se decretó el estado de alarma, el Ejecutivo ha adaptado la industria del país para que aumente la fabricación de material sanitario, también por las dificultades para adquirirlo en el extranjero. En total, ha repartido 40 millones a las comunidades autónomas.

Hasta este lunes, solo los trabajadores críticos (sanitarios, transportistas o los profesionales que retomaban sus actividades estos días) habían recibido mascarillas. A estos grupos se sumaron ayer los ciudadanos que tomaron los transportes públicos: la Policía Nacional repartirá entre este lunes y el miércoles en intercambiadores y estaciones diez millones de equipos, además de las que distribuyen los ayuntamientos.

Pero todavía queda por dar el último paso, que toda la población pueda tener su mascarilla. Las farmacias han quedado desabastecidas, y aún lo están, ante la gran demanda y la escasa oferta. De ahí su extrañeza ante la previsión del Gobierno de hacerles llegar este material durante la semana, y más sin haberles consultado.

En cualquier caso, los farmacéuticos tendieron la mano al Ministerio de Sanidad para colaborar en la dispensación controlada de mascarillas a la población a través de la tarjeta sanitaria, sin margen para los propietarios de los establecimientos y al precio intervenido que establezca el Gobierno.

"Nos ofrecemos a garantizar su acceso en condiciones de igualdad a los 47 millones de españoles, distribuyéndolas a margen cero. Es decir, sin ninguna ganancia ni beneficio para la farmacia, en las condiciones y precio que fije que Gobierno. Sería la mejor solución, porque las 22.000 farmacias son el recurso sanitario más numeroso de España, sin cita previa, ni lista de espera", explicó este lunes en un comunicado el Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos.

Pero la institución también avisó al Ejecutivo de que en este momento no hay mascarillas en las farmacias y que no tiene información respecto al anuncio de que a finales de semana habrá disponibilidad de ellas para la población. Además, el consejo insistió en pedir la intervención del precio y la distribución controlada mediante la tarjeta sanitaria para evitar "las prácticas especulativas de las que están siendo víctimas las farmacias".

La especulación con estos elementos de protección ha sido enorme. Antes de la crisis sanitaria, una mascarilla quirúrgica (la más sencilla) costaba alrededor de 50 céntimos (se vendía en paquetes de diez); un conjunto de 20 mascarillas FFP1, 24 euros (1,20 por unidad), las FFP2, alrededor de tres euros la unidad; y las FFP3 (las que filtran el 98% de las partículas), entre cinco y diez euros, dependiendo de la marca. Las últimas unidades antes de que se acabaran los 'stocks' se vendieron por siete veces esos precios, aunque las farmacias alegaron que no eran ellas las que las encarecieron, sino productores e intermediarios "que no operan en el canal farmacéutico". El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, anunció el 4 de abril que se iba a controlar los precios de estos equipos para evitar las operaciones con ánimo de lucro porque son "un derecho que tienen los ciudadanos".

El Ministerio de Sanidad ha ido cambiando su posición respecto al uso de las mascarillas. Si al principio de la crisis insistió en que sólo era necesaria en los enfermos y en quienes tuvieran contacto con ellos, después ha ido inclinándose hacia un uso masivo por parte de la ciudadanía. El ministro Salvador Illa recordó ayer que las mascarillas están recomendadas cuando no se pueden cumplir tres prioridades básicas: mantener una distancia interpersonal, preferiblemente de dos metros y nunca inferior a un metro, lavado frecuente de manos e higiene en los espacios públicos y privados.

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