La última seducción de Rosa Peral, la guardia urbana de Barcelona

Peral ha explicado al jurado popular que la acusación contra ella es falsa y que quien mató a su novio fue en realidad su amante, Albert López.

Martín Rodríguez.
Declaración de la agente de la Guardia Ubrana Rosa Peral
Declaración de la agente de la Guardia Ubrana Rosa Peral
QUIQUE GARCÍA

Con 16 años, Rosa Peral sedujo a su exmarido, Rubén. Al poco de entrar en la Guardia Urbana sedujo al cabo Oscar y al cabo Pablo. Más tarde hizo lo propio con su amante Albert López y finalmente con su novio Pedro. Y la mañana de este miércoles le ha tocado seducir al jurado que decidirá si, junto a Albert, asesinó a Pedro.

Han pasado dos años y diez meses desde que el cadáver de Pedro Rodríguez apareció quemado en el maletero de su coche y Rosa Peral ha pasado todo ese tiempo en prisión, planificando este día: el día en que explicaría al jurado popular que la acusación contra ella es falsa y que quien mató a su novio fue en realidad su amante: Albert López.

El juicio, que ha levantado un gran revuelo mediático desde que empezó a mediados de febrero, ha congregado a una cincuentena de personas, en su mayoría estudiantes de Derecho y gente mayor, que a las 09:15, media hora antes de empezar, hacían cola para entrar.

Una veterana periodista de tribunales ha comentado que nunca había visto tanta gente en un juicio de jurado y algunos incluso han traído libros para que se los firmaran sus autores: periodistas de sucesos que están cubriendo el caso y que han atendido a varias personas antes de empezar el juicio.

No obstante, la mayor parte del público no ha podido acceder a la sala debido a las medidas que ha tomado el tribunal para minimizar los efectos del coronavirus.

El fiscal ha empezado con preguntas de contexto sobre la vida y las relaciones de Peral para crear una cierta atmósfera de diálogo: qué día nació, cuándo empezó a salir con su exmarido, cuándo fue el caso de la pornovenganza, cuándo empezó a tener relaciones con Albert a espaldas de su exmarido...

Peral, vestida con una chaqueta beige y unos pantalones negros, no ha mostrado un solo atisbo de nerviosismo. No le ha temblado la voz, ni las piernas, ni las manos, que ha utilizado con soltura para acompañar sus explicaciones. Su discurso ha sido limpio, continuado, sin atropellarse, vocalizando perfectamente. No ha dudado ni balbuceado en ninguna pregunta y para todo ha encontrado una explicación.

Poco a poco, el fiscal ha ido introduciendo en el interrogatorio los temas más espinosos, lanzando a la acusada las contradicciones que hay en su coartada.

Sobre las 12:10, el magistrado ha decretado un breve receso y ha desalojado la sala.

A la vuelta del receso, el fiscal ha reemprendido su interrogatorio, enfrentándose de nuevo a la solidez del discurso de Peral, que ha relatado que la noche de los hechos vio llegar a Albert a su casa, se escondió en el piso de arriba y no vio nada de lo que sucedía entre su amante y su novio.

Ante las preguntas del fiscal, Rosa ha recordado fechas y sitios con exactitud y ha recreado conversaciones pasadas con espontaneidad. Se ha referido a Albert López como "este señor", mostrando una frialdad y una distancia que ha sido la pauta habitual durante todo el juicio. No se han mirado una sola vez en las cuatro horas y media de interrogatorio.

Por su parte, Albert, camisa negra y pantalón vaquero, apuntaba cosas de vez en cuando en unos folios que sostenía con una carpeta. Pero las más de las veces mantenía un posado distante, ausente, mesándose constantemente la barba, como si aquello no fuera con él, y dejaba que su mirada huidiza se perdiera en las paredes de la imponente sala 2 del Tribunal del Jurado de Barcelona: una estancia rectangular, de unos 60 metros cuadrados, cuyas paredes se alzan hasta los 15 metros y que está adornada por unas pequeñas cristaleras en forma de círculos.

El fiscal persistía en su tarea de acorralar a la acusada, desplegando un enorme catálogo de pruebas, mensajes, horas, fechas y contradicciones que alternaba con versiones distintas de una misma pregunta directa: "¿Acaso estas incongruencias no demuestran que usted, señora Rosa, planificó el asesinato del señor Pedro junto al señor Albert?"

En un par de ocasiones, el muro de contención de Peral se ha quebrado y su voz se ha roto: al recordar el regreso a su casa tras quemar el cadáver de Pedro y al evocar recuerdos de sus hijas.

Cuando cuatro horas más tarde, el magistrado ha suspendido la sesión, Peral se ha marchado esposada y custodiada junto a Albert López, el hombre al que una vez sedujo, al que hoy ha atribuido todo el peso del asesinato de Pedro Rodríguez y al que llegó a escribir pocos días antes del crimen, según ella por miedo: "No te equivoques, él (Pedro) no me tiene. Solo tu me tendrás". 

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